Opinión · Del consejo editorial
Mare nostrum
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ALFONSO EGEA DE HARO
Profesor de Ciencia Política
El Mediterráneo es nuevamente el escenario de otro episodio del difícil equilibrio en Oriente Próximo. La travesía del barco Amalthea (o Al Amal), fletado por la Fundación Gaddafi para trasladar ayuda humanitaria a la franja de Gaza, y las incógnitas acerca de cómo alcanzará esa ayuda su destino, ejemplifica la creciente importancia del espacio mediterráneo en la definición de las relaciones internacionales. A partir de dos focos de tensión cada vez más interrelacionados, el conflicto árabe-israelí y el programa nuclear iraní, las principales potencias mundiales y regionales miden sus fuerzas. La importancia además del segundo foco de tensión está multiplicando la aparición de actores con influencia en la región. Actores que, como Brasil y Turquía, ya mostraron una posición diferenciada a la de EEUU, Rusia o China, al oponerse al establecimiento de sanciones económicas al Gobierno iraní. En la ruta, pues, del Amalthea y de futuras embarcaciones, cada vez hay más vientos que soplan en diferentes direcciones.
A pesar de la cercanía, los países europeos y la Unión Europea en su conjunto parecen desempeñar un papel cada vez menos destacado. La Unión por el Mediterráneo, la política europea de vecindad o la Alianza de Civilizaciones no están produciendo una alternativa a la interpretación que de los acontecimientos ofrece el apoyo de EEUU al Gobierno de Israel o su presión, a través del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, sobre el Gobierno iraní. O, más recientemente, el mayor protagonismo de Turquía como potencia regional.
De poco parece servir el que las aportaciones de los países de la Unión Europea representen más de la cuarta parte del presupuesto total de Naciones Unidas o generen más de la mitad de los fondos destinados a la cooperación internacional. La pérdida de influencia de la Unión Europea en el espacio mediterráneo es consecuencia de otras decisiones adoptadas en su acción exterior. Ensimismada en cómo reclutar el personal que integre el futuro Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), la Unión Europea carece de una estrategia compartida y sus socios son incapaces individualmente de mantener una posición influyente en el contexto internacional. Mientras se debate la idoneidad de Turquía como futuro miembro de la Unión Europea o se discute la configuración de la diplomacia europea, el Mediterráneo es cada vez menos un Mare Nostrum.
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