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Opinión · Del consejo editorial

Siete principios para el Gobierno en una crisis

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JORGE CALERO

Catedrático de Economía Aplicada

Las crisis económicas son consustanciales al capitalismo y, por tanto, no nos vamos a librar de ellas fácilmente. Pero sí es posible hacerlas más soportables, tanto para los ciudadanos como para los políticos (los primeros ven perder, con la crisis, empleos, ingresos y, en algunos casos, dignidad; los segundos, votos). Las siguientes breves recomendaciones podrían contribuir a ello; quizás no ya en esta crisis sino en la siguiente.

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No conviene incrementar los impuestos durante una crisis, es preferible hacerlo antes, durante el periodo previo de crecimiento. Si en los periodos de crecimiento se impulsan proyectos ambiciosos (de protección social, como la Ley de Dependencia, o de infraestructuras) y para su financiación se necesitan recursos adicionales, es aconsejable incrementar entonces la presión fiscal.

Una vez dentro de la crisis, no es necesario hacer continuas adivinaciones acerca de cuándo se saldrá de ella. La primera vez que se habla de un “brote verde” se eleva la moral ciudadana; la enésima vez suena a sarcasmo.

Evitemos los globos-sonda. El enunciado tentativo de medidas que no se concretan provoca la sospecha de falta de un criterio sólido.

“Salir juntos de la crisis” significa, sobre todo, proteger a los que quedan en situación de mayor necesidad. El Gobierno, durante una crisis, debe estar especialmente atento a los efectos redistributivos de sus políticas.

Las medidas cosméticas son prescindibles. Por ejemplo, el incremento de los tipos marginales para las rentas superiores a 120.000 euros. Si hay que incrementar la progresividad, es mejor hacerlo antes de la crisis y afectando a una parte significativa de los contribuyentes.

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Con objeto de no colapsar las posibilidades de crecimiento, deben evitarse sistemáticamente recortes de gasto en áreas estratégicas de inversión y, particularmente, en la inversión en I+D.

Las políticas propias deben ser defendidas con capacidad de resistencia y/o negociación ante las presiones externas, sea de los mercados o de organismos internacionales. Esta capacidad será mayor cuanto más eficaz haya sido la actuación anterior del Gobierno.

El margen de mejora que ha tenido el actual Gobierno en el seguimiento de algunos de estos principios ha sido, resulta evidente, amplio.

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