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Opinión · Artículo del director

¿Quién va a derribar los otros muros?

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El mundo pol?tico acaba de celebrar el 20 aniversario la ca?da del Muro de Berl?n, definida como la met?fora que puso fin anticipadamente al siglo XX, aunque se multiplican las discrepancias a la hora de precisar cu?ndo y con qu? fin comenz? realmente el XXI.

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Nikita Jruschov, el hombre que edific? aquella barrera que divid?a los dos mundos, escribi? que Berl?n era por donde pod?a agarrar por los test?culos a las potencias occidentales, porque bastaba apretar un poco para rebajar o elevar la tensi?n entre los dos bloques, a conveniencia. Europa era y sigue siendo la cintura m?s pr?spera del planeta.

Antes de su derribo f?sico, el Muro se lo saltaron los ciudadanos, hartos de un sistema de igualdad sin libertad que desnud? al bloque comunista como un hemisferio deshumanizado. Aquella riada de fugitivos hacia el oeste represent? tambi?n el fracaso de un modelo econ?mico incapaz de elevar el nivel de vida. El general Jaruzelski, el hombre que presidi? la ruptura de Polonia con su m?s reciente pasado, declar? hace unos d?as que lo que m?s admira del capitalismo son esas tiendas siempre llenas.

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En Berl?n, aparentemente, se derrumb? el otro totalitarismo descrito por Vassili Grossman cuando someti? a la cr?tica en Vida y destino aquel ideal de resistencia al nazismo que ?l aliment? con sus versos y sus cr?nicas de guerra. Desde el 9 de noviembre de 1989, bautizado por la prensa occidental como el gran acontecimiento de nuestras vidas, la izquierda marxista se ha quedado sin hoja de ruta, impotente para construir un modelo alternativo. Ha consumido ya dos d?cadas en formular cr?ticas parciales a los desmanes del capitalismo, que desencadenan una atomizaci?n constante de grupos y fuerzas.

La situaci?n actual es que el capitalismo neoliberal rige en solitario el mundo. Sin frenos, se ha transformado en un sistema corrompido en el que no prosperan otros valores que los que cotizan en bolsa y en el que la libertad s?lo es total para los capitales. Utiliza la tecnolog?a para depreciar a los individuos y ha reducido los derechos al ?mbito protegido de otros muros.

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Los estafadores que provocaron en 2007 la crisis financiera mundial han recuperado el valor de sus activos gracias al dinero p?blico. Pese a ello, los grandes ejecutivos siguen acaparando en primas la parte del le?n de los beneficios bajo el paraguas de la seguridad jur?dica de sus contratos. Pese a las cr?ticas, parece haberse apagado la esperanza de una reforma a fondo que devuelva a las mayor?as el control de los asuntos p?blicos.

Despu?s de Berl?n, son muy pocos los que levantan las manos contra esos muros ya terminados o que se est?n levantando. Lo m?s lacerante son los 703 kil?metros de hormig?n armado que Israel construye en Cisjordania, un territorio ocupado. La raz?n es la lucha contra el terrorismo, pero esa pared avanza en meandros que se apoderan del agua y de las tierras m?s f?rtiles. A ?l se a?aden los 40 kil?metros que asedian Gaza y que impiden el tr?fico de personas y de alimentos. A la vez, tambi?n de armas. A nadie, salvo a los palestinos, parece preocuparles este atropello consumado en contra de la legalidad internacional.

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El m?s largo es la muralla de 2.700 kil?metros con la que Marruecos a?sla al S?hara Occidental, pero el m?s ominoso es la barrera de 1.100 kil?metros que sigue avazando en Estados Unidos para tratar de impedir que por su frontera con M?xico crucen los espaldas mojadas. Tambi?n Espa?a tiene sus verg?enzas revestidas de alambradas en Melilla y Ceuta.

Hay otros muros, como el que divide Chipre o aquellos que encierran a un pa?s en s? mismo (Myanmar), o los que condenan a casi todo un continente a la explotaci?n y el abandono (?frica). Pero salvo las condenas rituales de algunos dignatarios, se extienden el hambre y la injusticia sin que a nadie parezca importarle nada.

El mundo global que se predica avanza dividido en dos, impulsado s?lo por el man? de la plusval?a. La prosperidad est? reservada a una minor?a, por eso la principal barrera, la m?s sutil y eficaz de las que existen, es la que condena a una gran mayor?a a vivir en la desgracia y sin derechos s?lo por su lugar de nacimiento.

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