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Opinión · Dominio público

La novena de Beethoven y el golpe militar fascista de 1936

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Vicenç Navarro

Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra

Estos días, con ocasión de las ceremonias que están teniendo lugar en España pare recuperar su historia, afectada muy negativamente por el golpe militar del 18 de julio en contra de un gobierno popular elegido durante la II República, tuve la oportunidad de ver un documental, titulado “Following the Ninth” (Siguiendo la Novena), de Kerry Candaele, productor también de los documentales Iraq for Sale: The  War Profiteers y Wal-Mart: the High Cost of Low Price. Tengo que admitir que he sido siempre un gran entusiasta de Beethoven, y muy en particular de la Novena, no solo desde el punto de vista musical, sino también desde lo que esta última representa. De ahí mi interés en este documental, el cual presenta no solo los orígenes de la Novena, sino también los usos que se han hecho de la Novena a lo largo de la historia. La música con el texto de Friedrich Schiller es una expresión y un canto a la hermandad de los seres humanos (reducidos a la mitad de la población cuando se escribió, pues habla de la hermandad de los hombres, olvidándose de la otra mitad de los seres humanos, las mujeres) que llena de contenido las demandas de solidaridad de la humanidad.

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Cuando se escribió, el poema de Schiller era, en realidad, un himno revolucionario frente a las estructuras de poder de aquel entonces, y un gran número de fuerzas políticas que se consideraban promotoras del cambio inmediatamente se apropiaron de él. Incluso Hitler (que hizo que cantaran la Novena en los días de su cumpleaños) quiso apropiárselo, añadiendo al canto a la unidad de los hombres el adjetivo de arios, adjetivo que Schiller y Beethoven hubieran rechazado, pues el objetivo de ambos era romper precisamente con estas divisiones étnicas y raciales de los seres humanos.

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La Novena de Beethoven como himno revolucionario

El documental muestra la enorme variedad de situaciones en las que la Novena ha sido cantada, con el poema de Schiller o con otros textos. Se cantó delante del muro de Berlín poco después de que este colapsara. También se cantó en la Plaza de Tiananmén, en China, durante la revuelta de los estudiantes. Fue también cantada por las Madres de Plaza de Mayo en Argentina, así como por la resistencia en contra de la dictadura de Pinochet. Es conocido que era cantada en las cárceles de Pinochet por los encarcelados por la dictadura por razones políticas. Se cantó también, con el texto de Billy Bragg (que había puesto al día La Internacional, el canto que ha sido reproducido por más millones de personas en el siglo XX), en las calles de ciudades del Reino Unido en la lucha contra las campañas antisindicales del gobierno conservador británico, y se cantó en Japón, con un coro de 10.000 personas, en oposición al gobierno conservador de aquel país. Y también se ha cantado en las calles de Madrid en el periodo postdictatorial, en la versión de Miguel Ríos.

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Y en esta larga historia debe añadirse el canto de la Novena de hace unos días, con motivo de la conmemoración del 18 de julio de 1936 (día en el que se inició el golpe militar fascista que interrumpió la II República), cuando se interpretó en el Palau de la Música de Barcelona en honor a aquellos que tuvieron que interrumpir el canto de la Novena en el mismo momento en el que tenía lugar aquel golpe militar. Aquel día en Barcelona, hace ochenta años, la ciudad se preparaba para inaugurar al día siguiente, el 19 de julio, la apertura de la Olimpiada Popular para celebrar la hermandad de todos los pueblos mediante eventos deportivos. Esta ceremonia iba a ser iniciada aquél día en el teatro griego de Barcelona con el canto de la Novena bajo la dirección de Pau Casals. El día anterior, el día 18, el coro y la orquesta estaban ensayando el canto de la Novena para el día siguiente, cuando el ensayo se tuvo que suspender debido al golpe militar.

 

La desconocida historia de las Olimpiadas Populares

Lo que la juventud desconoce, como consecuencia de habérseles robado su historia, es que Barcelona se había convertido en el centro de referencia mundial para las fuerzas progresistas antinazis y antifascistas. La victoria de la Unidad Popular fue celebrada internacionalmente, pues convertía Barcelona en la capital del antifascismo. Eran entonces momentos, como ahora, de gran tensión en Europa. Entonces, como ahora, había un resurgimiento de las protestas populares frente a un sistema político-económico que era percibido por las clases populares como profundamente injusto. Y este resurgimiento había alarmado a las clases dominantes, que utilizaron el fascismo y el nazismo como instrumentos políticos en contra de las clases trabajadoras europeas.

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A nivel europeo, el Comité Olímpico Internacional, controlado por representantes de la nobleza y otros componentes de la burguesía, había escogido Berlín, sede del gobierno nazi liderado por Hitler, como sede de los Juegos Olímpicos. Ello provocó una protesta a nivel mundial. Y así se establecieron las Olimpiadas Populares como alternativa (que convocaron a un número de atletas y deportistas mayor que la olimpiada oficial en Berlín). Mi buen amigo Pasqual Maragall, que fue alcalde de Barcelona (1982-1997), me dijo en una ocasión que uno de los argumentos que utilizaron los que, dentro del Comité Olímpico Internacional (COI), se oponían a la elección de Barcelona como sede de los Juegos Olímpicos internacionales de 1992, es que tal elección podría ser percibida mundialmente como un homenaje a las Olimpiadas Populares del 1936, hecho que Pasqual, con la integridad y valentía que le caracterizaba, resaltó en la inauguración de los juegos, creando malestar en sectores del COI, donde los representantes de la nobleza y personajes semejantes continuaban ejerciendo una notable influencia. El pacto para conseguir que Barcelona fuera elegida sede de tales Juegos Olímpicos incluía que no se recordaran aquellos juegos, pacto que, como he dicho, Pasqual Maragall no respetó, prestando homenaje a aquella Olimpiada Popular.

Pau Casals y su rol en la Novena

Otro elemento desconocido de la historia de España, incluyendo Catalunya, fue la dimensión, no solo humanista, sino también política de Pau Casals, el más conocido violoncelista del mundo. Casals era un músico muy progresista, con conciencia social y con clara simpatía hacia las izquierdas. Le apenaba que el gran goce de escuchar y promover la música clásica no fuera fácilmente accesible a los obreros de Barcelona. De ahí que diera conciertos en los lugares de trabajo, incluyendo las fábricas. Persona muy querida por las clases populares, era la elección natural para que dirigiera el coro y la orquesta responsables de interpretar la Novena en la inauguración de las Olimpiadas Populares. Y al terminar el canto el día anterior, durante el ensayo, Pau Casals proféticamente indicó que si aquellas fuerzas golpistas triunfaban, España y Europa iniciarían uno de los peores periodos de su historia, haciendo una llamada internacional para que todos los gobiernos democráticos apoyaran a la República en su defensa. Fue un síntoma de enorme cobardía que ningún gobierno llamado democrático lo hiciera, por miedo a oponerse a Hitler y a Mussolini.

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En España, el fascismo ganó, como consecuencia del apoyo militar dado a las tropas fascistas por Hitler y Mussolini, iniciándose una de las mayores represiones que se hayan conocido en Europa. Por cada asesinato político que cometió el régimen de Mussolini, Franco cometió 10.000, dato que la juventud también desconoce. Es de esperar y desear que el canto de la Novena inicie una recuperación de la historia real de este país, ocultada y reprimida, no solo durante la dictadura, sino también en el periodo democrático que la siguió, debido al enorme dominio que las fuerzas conservadoras, a los dos lados del Ebro, han tenido en las instituciones donde los valores y percepciones se producen y reproducen. Así de claro.

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