Opinión · Dominio público
Desafíos ante el VIH
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La Conferencia Internacional sobre el Sida, celebrada la semana pasada en Viena, ha puesto de manifiesto la preocupación de los organismos internacionales encargados de minimizar el impacto de esta pandemia y de los propios activistas ante el hecho de que la actual situación de crisis global pueda, como está ocurriendo y denunció el propio secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, detraer recursos económicos destinados a tratar de frenar la extensión de una enfermedad que afecta a 33 millones de personas, de las que más del 50% desconoce su estado serológico, y que en tres décadas ha ocasionado la muerte a 25 millones de mujeres y hombres.
El lema de la conferencia ha sido “Derechos aquí y ahora”, pero, como hemos denunciado muchos participantes, no hay derechos cuando diez millones de personas no pueden recibir tratamiento.
Se estima que más de cinco millones de personas recibían ya tratamiento contra el VIH a finales de 2009, un millón más que el año anterior. A pesar de que el dato es positivo, sólo representa un tercio de las personas que deberían estar recibiendo tratamiento con urgencia. Son cifras aportadas por los expertos que han participado en esta conferencia. A la vista de estos datos, estamos lejos de conseguir la meta fijada hace una década por los líderes mundiales de que en 2010 el tratamiento debería ser universal. Según las últimas estimaciones del Programa Conjunto de las Naciones Unidas para el VIH/sida (ONUSIDA), el acceso al tratamiento podría evitar diez millones de muertes antes de 2025 y un millón de nuevas infecciones. Por ello, debemos seguir trabajando por la cobertura universal en el acceso a los tratamientos; debemos reducir la transmisión sexual del VIH y promover su detección precoz. Además, está en nuestras manos luchar contra el estigma y la discriminación que aún hoy existe ante la pandemia y que invisibiliza a las personas que viven con el VIH, y podemos y debemos capacitar a los jóvenes para que se protejan frente al VIH.
En mi encuentro con el director ejecutivo de ONUSIDA, Michel Sidibé, abordamos algunos de los retos y preocupaciones que tiene por delante este organismo, y que sin duda compartimos. El primero es el reto de mantener el VIH y el sida en la agenda política de los gobiernos, algo que siempre ha sido difícil, pero que ahora, ante las nuevas prioridades políticas producidas por la crisis, corre el riesgo de convertirse en una tarea aún mayor. El segundo aspecto, relacionado con el anterior, se centra en la necesidad de dar un fuerte impulso al activismo social en torno a esta pandemia, explorando nuevas formas en su desarrollo que permitan aumentar su liderazgo social, un activismo que hoy más que nunca se hace necesario renovar para seguir presionando a los gobiernos a que mantengan sus compromisos con el VIH. Finalmente, otra de las preocupaciones de ONUSIDA se centra en la dificultad de concienciar a los gobiernos para que los recursos destinados a la prevención vayan encaminados a financiar programas en aquellas poblaciones más vulnerables al VIH. Se trata de una mala praxis que también existe en América Latina y el Caribe. Según las últimas tendencias epidemiológicas de 2009 para esta región, los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres conforman la mayor proporción de las nuevas infecciones y su probabilidad de contraer el VIH es tres veces mayor, seguidos por las personas que ejercen la prostitución y los usuarios de drogas inyectables. Pues bien, a pesar de estos datos, sólo una insignificante fracción de los programas de prevención del VIH desarrollados por los gobiernos de la región están orientados a estas poblaciones, algo que sin duda dificulta, cuando no hace imposible, que podamos invertir el curso de la pandemia en esta zona. No debemos olvidar que el Caribe es, después del África subsahariana, la zona más afectada por el VIH y ocupa el segundo lugar entre las prevalencias más altas en adultos, lo que pone de manifiesto la necesidad de desarrollar programas preventivos con las poblaciones afrodescendientes e indígenas, que son también otro de los ámbitos olvidados de esta pandemia.
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Pensábamos que la anterior Conferencia Internacional de 2008, celebrada en México, supondría un verdadero cambio de rumbo en el desarrollo de las políticas regionales en materia de prevención, pero lamentablemente este cambio no se ha producido, y son ya muchos los activistas que alzan su voz para denunciar que el machismo, el racismo, la homofobia, la transfobia…, así como el prejuicio y el desinterés de una mayoría de gobiernos latinoamericanos, están provocando lo que ellos denominan “genocidio silencioso” de estas poblaciones. Tenemos ante nosotros el desafío de impulsar los cambios razonables para evitar que esta situación se prolongue por más tiempo, así como empezar a trabajar desde ahora para que los retos y necesidades que esta pandemia provoca en Latinoamérica emerjan con fuerza en la próxima Conferencia Internacional de Washington en 2012.
Pedro Zerolo es embajador de ONUSIDA para América Latina y el Caribe y Secretario Federal de Movimientos Sociales del PSOE
Ilustración de Miguel Ordoñez
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