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Opinión · Dominio público

Democracia: del discurso a la acción urgente

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Considero oportuno y apremiante proponer una Declaración Universal de la Democracia a los 70 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos, ya que es el único contexto en el que sería posible el pleno ejercicio de los mismos, al tiempo que daría a las Naciones Unidas la capacidad de actuación a escala mundial que los grupos plutocráticos neoliberales (G6, G7, G8, G20) le arrebataron en  la década de los 80.

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Hace ya 6 años que se redactó (con Karel Vasak, Juan Antonio Carrillo Salcedo,…) una Declaración de la Democracia que incluía sus múltiples dimensiones: ética, social, política, económica, cultural e internacional. Luego, con la colaboración de varios firmantes (entre los que figuran Mario Soares, Mikhail S. Gorbachev, Javier Pérez de Cuéllar, Boutros Boutros Ghali, Kofi Annan, Adolfo Pérez Esquivel…) se fue mejorando el texto original.

La humanidad “será guiada por los principios democráticos” de la justicia, libertad, igualdad y solidaridad (intelectual y moral), según establece el Preámbulo de la Constitución de la UNESCO.

Ha llegado el momento de esclarecer el concepto de democracia ante acepciones totalmente equivocadas, intencionadamente o con buena voluntad. Ha llegado el momento de hablar menos y actuar más porque, de otro modo, perderíamos también (lo que constituiría otro error intergeneracional) el gran asidero que permitiría que fueran “Nosotros, los pueblos…”, como prematuramente estableció la Carta de las Naciones Unidas en 1945, los que tomaran en sus manos las riendas del destino común, y dejaran de ser espectadores para convertirse en actores capaces de diseñar su propio futuro, convencidos de que sólo cuando se conoce la realidad en profundidad puede transformarse en profundidad.

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Aconsejo, pues, leer la versión actual de la Declaración Universal de la Democracia (texto: https://declaraciondemocracia.wordpress.com/ y firmantes: https://declaraciondemocracia.wordpress.com/firmantes/) y,  con las mejoras que ojalá puedan introducirse, proponer oficialmente al Secretario General de las Naciones Unidas el debate y adopción de la misma en la Asamblea General. Sería extraordinariamente importante para la gobernanza a todos los niveles y para el reconocimiento generalizado de la igual dignidad humana. Sería un momento de gran esperanza para la invención del futuro, que no debemos demorar.

Sólo con el multilateralismo democrático (que tan concretamente se fomenta en el capítulo de “Democracia Internacional”) será posible, de una vez, el pleno ejercicio de los Derechos Humanos.  Se iniciaría la transición histórica de la fuerza a la palabra.

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