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Opinión · Dominio público

Despropósitos

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No soy independentista y mi posicionamiento político está muy lejos del PSOE, pero me veo obligada a expresar mi intensa preocupación por las reacciones a las propuestas de establecer un relator/mediador, o como se le quiera llamar, realizadas por el gobierno estos últimos días. Argumentando que esta propuesta tiene como objetivo lograr la aprobación de los presupuestos y alargar la permanencia del  Gobierno, rechazan de plano la iniciativa y la presentan como un grave delito del Sr. Sanchez.  Me inquieta mucho que los partidos españoles llamados constitucionalistas  y algunos barones del PSOE hayan salido en tromba ante   un gesto, una mínima señal de que se pueda avanzar algo, aunque sea muy poco, en las negociaciones entre el Gobierno del Estado y el Govern de Catalunya.

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Parecía que había un cierto consenso, incluso entre las fuerzas de la derecha, de que el tema de Catalunya sólo se podría resolver mediante negociaciones, por medio del dialogo. Y ahora resulta que el menor gesto de que dichas negociaciones podrían iniciarse, todavía sólo podrían iniciarse,  la derecha responde con una virulencia inesperada y desaforada.

El dialogo y las negociaciones son imprescindibles, con mediador/relator o sin él. Muchos observadores y comentaristas del tema y, posiblemente, la mayoría de la población en Catalunya y en España aceptan esta afirmación. ¿Cuál es la verdadera razón para esta desenfrenada reacción?

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Ella  indica que los nacionalistas españoles  no están dispuestos a que cambie absolutamente nada en la organización política del Estado, que su única manera de resolver el llamado ‘tema catalán’ es volviendo a la situación anterior, si es necesario reforzando el artículo 155 de la Constitución. ¿Piensan realmente que es este el camino? ¿Están dispuestos a frenar las negociaciones con Cataluña con tal de no aprobar los presupuestos y que el Sr. Sanchez se vea obligado a convocar inmediatamente unas elecciones?

Las negociaciones son una de las formas más frecuentes y eficientes de resolver los conflictos políticos enquistados. Sería interesante que las derechas de este país revisasen un poco las prácticas  habidas en conflictos mucho más difíciles. Aquellos en que las negociaciones llegaron a buen puerto se resolvieron bien, mientras que los que no lo lograron continúan: África del Sur, con un Mandela al frente, o el IRA en Irlanda, son historias de éxito, incluso en la desaparición de ETA  fueron importantes los mediadores internacionales, mientras que  Palestina e Israel continúan en su cruel y desigual lucha permanente. Hasta Trump pide negociaciones para resolver lo que él considera el problema de Venezuela, por no mencionar la UE que las exige con insistencia.

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Todavía es mucho menos comprensible  la reacción de algunos preclaros barones del PSOE, liderados por el ínclito Alfonso Guerra, que de vez en cuando pretende dar muestras de que todavía es importante. La posición de estos barones es escandalosa. ¿No están afiliados a un partido que se considera ‘federal’?  Han exacerbado tanto a sus poblaciones contra Catalunya que ahora no pueden aceptar siquiera que el tema pueda tener una solución que no sea ‘la rendición’ sin condiciones de los independistas catalanes. Poco favor le hacen a su partido, aunque quizá logren ganar algunas  elecciones en sus feudos. Es doloroso percibir como algunos que se autodenominan ‘izquierda’ muestran con tanta claridad sus pequeños intereses personales o locales. No se dan cuenta que con estas posiciones no hacen más que aumentar la distancia entre parte de la población catalana y el resto de España.

Bastantes no independentistas catalanes, nos sentimos interpelados muy negativamente con estas posiciones y nos conducen a preguntarnos ¿están dispuestos a dificultar la solución del tema catalán con tal de intentar impedir que el Gobierno actual continúe en el poder?  ¿Tendrán razón los independistas de que el resto de España no entiende a Cataluña?  Cualquier avance que conduzca a mejorar el clima que permita resolver el problema debiera ser bienvenido y no respondido con tal exacerbamiento y convocando una manifestación que sólo  podrá enconar el tema.

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