Opinión · Dominio público
¿Es Vox un movimiento contrarrevolucionario?
Profesor Contratado Doctor del Departamento de Historia . Universidad de Santiago de Compostela
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Una silla no es exactamente una silla. Una silla puede ser, al menos, tres cosas a la vez. La propia silla, una foto de la silla o una descripción narrativa de qué es una silla. Esta afirmación no es gratuita. Es lo que nos ofrece la famosa obra de arte conceptual One and Three Chairs de Joseph Kosuth. La composición es un modelo de los diferentes planos en los que podemos segmentar cualquier definición. Y es que las explicaciones únicas hace tiempo que están en discusión. Desde hace más de cincuenta años, el postmodernismo nos ha facilitado un campo epistémico para poner en duda las versiones únicas de los acontecimientos y de los conceptos. Trasladando esta reflexión a nuestro presente inmediato, no es demasiado extraño que no sepamos definir exactamente qué es VOX. Hagamos un repaso a algunas de las acotaciones que se han hecho sobre este joven proyecto o movimiento político. Para una parte de la izquierda VOX es un partido fascista que representa los ideales franquistas y que actualiza el odio hacia los musulmanes, los inmigrantes, la memoria histórica y la ideología de género. Desde una izquierda más sosegada se corrige un pellizco el diagnóstico y se encorseta a VOX como una formación de extrema derecha, asimilable a las diferentes vías populistas de derechas que circulan hoy en día en el contexto internacional (Francia, Reino Unido, Estados Unidos, Brasil o Italia). Por su parte, desde posiciones más centristas se empaqueta a VOX dentro de un embalaje nacionalista y rupturista con los consensos alcanzados durante nuestra reciente democracia. Desde una perspectiva más comprensiva, los liberales ven a VOX como un partido de derecha “dura” que recoge parte de una serie de descontentos sociales e intelectuales de nuestraépoca. Por su parte, los conservadores, identifican a VOX como un interlocutor tradicionalista necesario y útil en la búsqueda de pactos y mayorías gubernativas. Por último, tenemos que hacer mención de que ellos mismos se consideran como un “partido patriótico” más allá de los axiomas convencionales de la política.
Como podemos observar, VOX, como la silla de kosuth, parece que tiene diferentes definiciones o planos desde los que lo podemos describir. ¿VOX es todas esas cosas a la vez?, ¿es sólo alguna?, ¿no es ninguna? Es complicado llegar a una conclusión definitiva, sobre todo cuando cada definición parte de un contexto enunciativo cargado de intencionalidades políticas y teóricas. ¿Qué podemos hacer entonces?, ¿debemos de quedarnos con la definición más cercana a nuestra ideología y olvidarnos? Es una opción posible. Si es así, es momento de abandonar el artículo y dedicarse a otras tareas. Si es de otra forma, podemos continuar con nuestra reflexión. Veamos. La crisis del año 2007 no surge de la nada. Nace de una época de excesos, de desatenciones y de optimismo desmesurado. 2007 nos retrotrajo a la crisis de 1929 y nos desplazó a la crisis de los años 70. De ese momento y del famoso 15M surge Podemos, un partido que da cauce a toda una serie de movimientos de unidad popular que enarbolan descontento, malestar, frustración, decepción y fin de una época. Esa nueva izquierda representó un intento revolucionario (concepto al que no se asociaron) antisistémico que había comenzado en aquellas manifestaciones antiglobalización de 1999. Ya en el siglo XXI, el “movimiento de los indignados” se expandió por toda Europa y surgieron partidos instrumentales que canalizaron las desilusiones y buscaron mayorías sociales para gobernar.
En España la crisis fue económica pero también moral y política. La corrupción y la desconexión entre gobernantes y gobernados provocó que en esas fallas supuraran antiguas heridas mal cicatrizadas, especialmente la cuestión catalana. La invertebración de España, su crisis económica, su descomposición política y la evolución de los problemasnacionalistas periféricos han provocado la aparición de nuevos enojos, que ahora se manifiestan de forma contrarrevolucionaria. A saber: defensa de la unidad de España, ruptura de los consensos constitucionales fundamentales (autonomías, sanidad, educación) y énfasis en las guerras culturales (memoria histórica, derechos sociales y género). De alguna forma, VOX es un movimiento que tiene sus pilares en el tradicionalismo, en el esencialismo español y en una idea nacional y mesiánica que lo entroncan con esa razón populista a invención discursiva de la realidad que nos proponía Laclau.
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En un diagnóstico general, nos encontramos por tanto ante un movimiento revolucionario (Podemos) y otro contrarrevolucionario (VOX). Nada nuevo a la luz y los taquígrafos de la historia. Las situaciones de descomposición de los sistemas dan paso a momentos revolucionarios, y estos, construyen movimientos de reacción y nostalgia hacia el antiguo orden que aquellos quieren destruir. Es la idea de continuidad y cambio en la historia. Hasta aquí todo está bien. Y, aquí, antes de comenzar la enumeración de los diferentes identificadores, debemos de precisar una premisa analítica previa, y es que no debemos de caer en “la trampa de la equidistancia”. La aparición de VOX como proyecto contrarrevolucionario no debiera de suponer la construcción de una equidistancia donde la realidad fuese el punto medio entre Podemos y VOX. Ambos son movimientos políticos, instrumentos para el cambio ante una situación de crisis, pero debemos de recordar que España vivió una dictadura de cuarenta años con ideas con parentescos con las de VOX. En ese sentido, una parte de la población reconoce en VOX un retorno al vientre de la bestia autoritaria. Una vez realizada esta salvedad, pasemos a los elementos contrarrevolucionarios que constituyen esa supuesta dialéctica revolucionaria-contrarrevolucionaria:
- a) El programa historiográfico.VOX se quedó a muy pocos votos de lograr un diputado en las elecciones en las que desmochó Podemos. Aquello no fue el fin del partido. Algunos de sus militantes siguieron trabajando y fueron acunados con esmero por algunos grupos mediáticos, especialmente Intereconomía. Allí compartieron jornadas de trabajo con diferentesintelectuales como José Javier Esparza, Román Cendoya o Alejo Vidal-Quadras entre otros. En ese contexto, no es muy difícil de entender la genealogía de la utilización de su discurso. En primer lugar, tenemos el término de la Reconquista. Este concepto fue manoseado durante mucho tiempo como una explicación esencialista en la construcción de la historia de España. En la idea tuvo mucha participación D. Claudio Sánchez Albornoz, medievalista republicano exiliado en el Río de la Plata y que escribió el controvertido libro España, un enigma histórico. Albornoz fue utilizado por la historiografía nacionalcatólica para relatar la idea de la reconquista como un proyecto político católico que habría comenzado en los Reinos Asturianos y que supondría la recuperación del territorio de la antigua gran España, que sería la España visigoda. Esta operación intelectual se denomina neogoticismo y es el segundo concepto en el que nos vamos a detener. La reconquista, por tanto, tiene un fuerte componente esencialista y de aniquilación del enemigo musulmán, y además representa una matriz esencialista y engrandecida de España iniciada en las Crónicas Asturianas, que fueron escritas con una fuerte impronta neogoticista para crear el nuevo reino cristiano sobre el espejo del pasado glorioso visigodo. Reconquista y neogoticismo serían, por tanto, dos ideas contrarrevolucionarias, que tratarían de blandir de nuevo, acompañadas del constante abaniqueo de la bandera de España, una grandeza y una tradición esencialistas. Curiosamente, esas dos tesis están hoy en día en discusión dentro de los medievalistas españoles. Ni el Reino visigodo parece que fuera aquel proyecto político homogéneo, rocoso y centralizado, ni la reconquista sería ese proyecto de recuperación de un pasado inexistente y católico. Hoy en día se utilizaba un más adecuado “expansión territorial” para explicar el movimiento hacia el sur del reino asturiano. Una expansión realizada mediante pactos y guerras y sin un fin político nacional-católico.
- b) El nacionalismo español. Otro rasgo esencial en la ideología de VOX es su nacionalismo español, que ellos lo precisan como “patriotismo español”. Con lo que hemos vivido, es evidente que la identificación con la bandera y la búsqueda en la nación de un interlocutor colectivo, nos hace pensar en un intento de sobreexcitación del ego colectivo. Hasta dónde lo conseguirán será el lugar en el que tengan su límite. Las emociones y los sentimientos son el escenario en el que tiene lugar ese juego de apareamiento entre el movimiento-partido y la gente, la nación y el pueblo, que en este caso estarían oprimidos por las oligarquías progresistas, por lo políticamente correcto y, en general, por el Sistema. En este sentido, es significativo el recursolaclauniano de construir narrativamente la idea de “gente” para reestablecer una idea de España que aseguraría una igualdad y libertad “esencializadas” para todos los españoles, que pasarían a tener una identidad nacional única y no plurinacional. Por tanto, una situación inicialmente apocalíptica se resuelve con más nacionalismo y en esa operación aparecen los nuevos mesías.
- c) La construcción de una distancia política fuera de los ejes tradicionales. Aquí se puede apreciar otro de los olores del populismo, que es intentar mostrarse fuera del eje izquierda/derecha, puesto que la excepcionalidad de la situación requeriría apiñarse para salvar España. En esa operación patriótica de recuperación hay una búsqueda de coincidencia entre los fundamentos del partido y de la gente en contra de los grupos privilegiados y de los enemigos intelectuales y políticos del “pueblo” y de la “gente”.Esa “gente” sería un ente discursivo abstracto que no tendría responsabilidad de nada y que estaría dispuesta a dejarse liberar por la aparición de nuevos mesías, que saben lo que les conviene y hacía dónde van, puesto que actúan en conexión con ellos y con sus problemas.
- d) La extrema derecha. Como hemos visto, se suele clasificar a VOX como partido de extremaderecha, y esta es una de sus identidades, al menos en el discurso. Este ejercicio debiera de abrir la posibilidad de calificar como tales a otros partidos nacionalistas tradicionalistas acostumbrados a ensalzar lo suyo de forma exuberante y esencialista. En un sentido práctica, su asociación a la derecha extrema se refuerza asimilando a VOX a las estrecheces de antiguos partidos españoles, como Fuerza Nueva o Alianza Popular o a sensibilidades políticas franquistas, como el falangismo, el nacionalcatolicismo o los tecnócratas franquistas.
- e) Las guerras culturales o defensa de que “la ideas tienen consecuencias”. Aquí han tenido mucha importancia los medios e intelectuales conservadores. En este sentido, VOX, al contrario de Podemos, no nace en un contexto universitario, con lo que es más difícil buscar sus argumentos teóricos. Algunos dicen que habría que rastrear toda una serie de pensadores y comentaristas citados alrededor de medios conservadores, otros a la escuela de pensamiento de Gustavo Bueno, y no faltan los que asignan al libro del escritor Fernando Sánchez Dragó o a Steve Bannon una importancia sustantiva.Sea como fuere, VOX ha sido adoptado con esmero por algunos grupos mediáticos conservadores y liberal conservadores. La cobertura mediática ha aumentado considerablemente gracias a la incisión del PSOE en su existencia, aunque ellos se han negado a hacer acto de presencia en algunas de las grandes cadenas de televisión y emisoras de radio, en una estrategia que nos recuerda a lo que ha sucedido en otros países con líderes similares.
- f) El ensimismamiento. VOX es un síntoma del ensimismamiento intelectual y político español que es ya antiguo, y que podemos retrotraer hasta, al menos, 1898, y que se reimpulsó desde la Transición, con los excesos de las historias autonomistas primero y luego con la recuperación de la Historia de España en la época del presidente Aznar. Esta autorreferencialidadnos lleva al lenguaje. VOX es un partido que llama la atención por la contundencia y la sencillez de sus mensajes, que impactan y epatan muy bien con sus posibles electores y con sus “odiadores”. Esa facilidad es producto de un proceso de resignificación de las palabras, donde sus propios defensores y críticos ejercen de “desbordadores” de los mensajes (léase las armas,la emigración, etc.).En esa línea, VOX supone una reapertura del expediente ya caduco de que “España es diferente”, en la que habría que salvaguardar toda una serie de tradiciones identificativas, como los toros o la caza. Por otro lado, VOX se ofrece económicamente a partir de una “vistilla” liberal difícil de armonizar en el mundo actual, sin, ni siquiera, un keynesianismo de derechas. Una cosa es la fortaleza del Estado y otra la necesidad de la regulación de lo que sucede dentro de él.
- g) El triunfo de lo imaginario en la construcción de la realidad. Muchos españoles viven el momento actual como constituyente. Y es curioso. Es una mezcla entre el retorno a los años veinte y treinta y el regreso a los textos románticos de Walter Scott. Los excesos a la hora de sobar los egos colectivos y sus consecuentes “desbordes de significado” nos trasladan a un mundo emocional, incluso algunas historiadoras hablan de “comunidades emocionales” (RosalindKrauss), donde lo imaginario ha ganado terreno a lo real para la construcción de la realidad nacional.
- h) Visión simplista sobre el género. Una palabra especialmente ruidosa en relación a Vox es la de género, que entienden como una ideología dentro de las llamadas “guerras culturales”. Hay que precisar que el relevamiento de los conceptos de género y de patriarcado han supuesto una auténtica revolución epistémica en las diferentes ciencias humanas y sociales. Restringiéndonos a la historia y siguiendo a Joan Scott, por supuesto que el género es una construcción cultural, pero en ningún caso es el resultado de un trabajo individualizado para edificar el género masculino y femenino de forma paralela. El género se construye uno en relación a otro; son, por tanto, inseparables.Existen diferentes corrientes y sensibilidades donde se discuten la igualdad y diferencia entre los géneros entre sí, pero no separados.
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Para responder a la pregunta que nos hacíamos en el título, tenemos que añadir que las expectativas electorales cumplidas o no, han llevado a este movimiento a tener un apoyo de más de dos millones y medio de personas. Para unos mucho, para otros no lo suficiente. Aquí se ha puesto sobre la mesa lo que los demás piensan qué es VOX, lo que se consideran ellos mismos y, sobre todo, cómo los ha entendido su electorado.Todos estos votantes han considerado apropiada la propuesta de estrechamiento entre el presente y el pasado de la historia de España que proponía VOX, con el objetivo de buscar ahí un oráculo para el futuro. También han avalado el desentierro de los relatos épicos, que reflejan que “España” era ya en época de los Reinos Asturianos una arcadia feliz constituida por pequeños campesinos-guerreros que comenzaban la gran aventura de la reconquista. VOX es por tanto un partido contrarrevolucionario en relación a Podemos y al problema catalán, pero también contrarrevolucionario en la evolución de la propia historia de España. Desde ambas situaciones, podemos leer a VOX simplemente como un gran metatexto que ofrece una mirada nostálgica a los tiempos donde la historia era sólo un género narrativo, pero también lo podemos percibir como la mera y esquemática representación de la imagen de la mueca (elijan Vds. cual) de un pícaro arrebujado enel embozo de su sábana y predispuesto a que la nueva pasión se convierta en tres comidas al día….
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