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Opinión · Dominio público

Nuevo Gobierno: ahora empieza lo peor

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y los vicepresidentes, Carmen Calvo, Pablo iglesias, Nadia Calviño y Teresa Ribera, en los bancos azukles del Congreso, durante la apertura solemne de la XIV legislatura que preside el rey. EFE/Ballesteros

Pedro Sánchez no aguanta la presión interna y externa, disuelve el Parlamento y nuevas elecciones ¿se lo imaginan?

Pues es lo que aparentemente desearían la mayoría de los españoles si te limitas a leer muchos de los medios de comunicación o a ver sus teles o a escuchar a los dirigentes políticos de derechas. Ya que el nuevo Gobierno quiere hundir España, romperla, trocearla, está en manos de separatistas, comunistas bolivarianos, se ha vendido a la Venezuela de Maduro, está controlado por Podemos, si lo permitimos España será irrecuperable, etc.

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¿Qué ha pasado para que todo valga con tal de atacar al Gobierno?

Varias cosas. Un hecho histórico: por primera vez en nuestras vidas los españoles actuales tenemos un Gobierno de coalición, vivimos un pacto del tradicional centro izquierda (PSOE) con las izquierdas plurales, la autollamada izquierda transformadora, del centro y la periferia, todos juntos en el mismo Gobierno.

Con el PSOE de Zapatero las derechas tardaron años en asimilar que habían perdido las elecciones y gobernaba el centro izquierda. Les llamaron de todo, igual que al Pedro Sánchez gobernante por la moción de censura. Ahora con un gobierno simplemente de izquierdas y progresista, pero con la entrada de los que nunca han gobernado a nivel estatal, están dispuestas a todo. Y todo es todo.

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Saben que el programa que llevará a cabo el nuevo Gobierno será moderado, que no perderán lo esencial de sus privilegios, pero eso no les basta. Las derechas españolas están acostumbradas a tener, o al menos controlar, todo el poder. Durante siglos. Y no están dispuestas a perder nada.

En segundo, está la explicación socioeconómica. Y esta es fundamental. España, como la mayoría de los países posindustriales y desarrollados tiene una estructura social que denominamos sociedad de los tres tercios. Un primer bloque social conformado por la oligarquía, los grandes empresarios y el personal directivo y gerencial de grandes empresas, aproximadamente un 9% de la población, que ostenta el poder real del país (económico, político y mediático) y que vive bien, muy muy bien. El último tercio es aproximadamente un 26% población, los de abajo: el precariado – los nuevos trabajadores pobres, temporales o parciales, parados estructurales y eventuales, pensionistas con ingresos bajos y personas con empleabilidad casi nula (altas discapacidades, mayores de 55 años en paro de larga duración, inmigrantes sin papeles…), este conjunto se mueve por debajo del umbral de la pobreza. El resto es el amplio bloque de las clases medias y trabajadoras, un 65% de la población. Un sector que ha perdido más de cinco puntos desde el comienzo de la crisis. Algunos estudios nos indican incluso que de 2009 a 2014 la población española por debajo del umbral de la pobreza pasó del 20 al 31% (aumento de 11 puntos). El miedo real a pasar de un bloque social a otro inferior es manipulado a diario por los grandes medios de comunicación.

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Los ricos son cada vez más ricos. Las diferencias no han parado de aumentar en los últimos decenios, desde que el neoliberalismo globalizador se hace hegemónico, y aún más desde que comenzó la crisis. Otro dato: el 20% de la población con más ingresos obtenía rentas anuales equivalente a 5,5 veces de las que ingresaban el 20% con menos ingresos, en  2008. En 2015 ese 20% más rico ya multiplica por 7 los ingresos anuales del quintil inferior. En la Eurozona se mantiene en 5,1 durante todo el período con ligeras variaciones (estadísticas de Eurostat, 2016). Hemos pasado a ser uno de los países con más desigualdad de Europa.

Y estos datos se refieren a ingresos anuales, si miramos el patrimonio residencial individual o familiar las diferencias son aún más escandalosas. Conclusión: esa quinta parte superior de españoles vive bien, muy bien y, mayoritariamente, hará lo que sea por mantener su estatus.

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Piensa que tener unos ingresos que multiplican por siete al quinto inferior es lo normal o “inevitable”, aunque realmente nunca haya sido así. Que ganar siete veces más que sus criados, chachas, repartidores, glovos o telepizzariders, y de sus padres de pensiones bajas, no contributivas, es en definitiva porque se lo merecen. O porque el mundo es así y “siempre ha habido ricos y pobres”. O porque cuanto más gano más miedo tengo a perderlo. En última instancia “el ser determina la conciencia” que decía un señor barbudo hace casi dos siglos para resumirlo. Si vives bien o muy bien tu voto va a ser conservador, salvo excepciones.

Así el discurso, por ejemplo, de que no se suban los impuestos a los que ganan más de 140.000 euros anuales ya que la izquierda siempre quiere subir los impuestos a las clases medias y a los trabajadores, dicen los que se consideran de ultra centro.

Las dificultades estarán por todos lados. También en Catalunya

Catalunya: convocatoria de elecciones con finiquito en diferido y no se sabe para cuándo…. Pujol-Mas-Puigdemont-Torra. Otros vendrán que bueno te harán.

Hace veinte años en Catalunya nos quejábamos de Pujol y puso de sucesor a Mas, aparentemente menos corrupto que el anterior. Pero Mas inició la vía soberanista para su partido, Convergencia, cuando vio que les rodeaban las acusaciones de corrupción… la salida era la huida hacia adelante, la lucha por la independencia. Metió al nacionalismo localista en el procés del independentismo. Pero si Mas nos parecía mal... pues designó a Puigdemont de sucesor que, de nuevo, hizo bueno al anterior. No le bastó con empeorar las cosas y hacer la seudo declaración imaginaria de independencia: huyó de España dejando a los sucesores en manos de Torra. Y de nuevo nos hizo recordar el refrán. Antes o después Torra quedará inhabilitado, es lo que ha estado buscando desde el primer día, el que venga ¿será aún peor? Esperemos que el diálogo y Esquerra pongan un poco de sensatez.

¿Que pasó en las elecciones?

La rotura en la izquierda fue pequeña, a pesar de los intentos. Los asesores de Moncloa y los gurús del Sanchismo daban por hecho que una repetición electoral provocaría la subida del PSOE, al menos un leve ascenso, y un debilitamiento de Unidas Podemos por la escisión del díscolo Errejón, apoyada por el propio PSOE. Pero Unidas Podemos resistió y ganó a pulso su entrada en el Gobierno. Errejón fue a por todas. Solo existe una fuerza mayor que el amor: el odio, especialmente en las rupturas. +País se presentó en todas las provincias donde tenía gente para rellenar una lista, sabía que en estas sacaría cero diputados y restaría votos a UP, pero cumpliría su función de fraccionar y dividir. Aun así no consiguieron el mínimo de lo que querían. El abrazo del oso PSOE fue tan evidente que mayoritariamente se visualizó que votar a Más País era tanto como hacerlo a Más PSOE. Resultado: dos diputados en Madrid y punto. Y Compromís se quedó como estaba, con un diputado.  Podrían aprender algo del que podemos llamar ‘Nacionalismo Consciente’ de Ada Colau, en vez del quiero ser cabeza de ratón antes que cola de león. Ada Colau ha resistido el envite, ha sabido estar en su sitio, sin sectarismos y egoísmos frustrantes, gobierna Barcelona con apoyos de toda la izquierda responsable y con un ministro simpatizante en Madrid, Castells, el sociólogo español mundialmente más conocido desde hace casi medio siglo, y que ha sido presentado como “uno de Podemos” por cronistas desinformados.

Los cambios han sido rápidos.

Inevitablemente el paso de las calles a los parlamentos infringe y exige cambios. La ciudadanía lo que quiere es respeto, seriedad, coherencia y que se gobierne bien. Que se sea eficaz en lo concreto. En lo que les afecta directamente, como el salario mínimo ya afortunadamente revalorizado. Los abrazos y algunas declaraciones grandilocuentes sobran. Es innecesario pasar del insulto al amancebamiento.

Todos contra el gobierno

Esto no ha hecho nada más que empezar. Estamos en tiempos de francotrumpismo y los tiros serán disparados desde múltiples lugares. Desde los 360o del arco político. Desde los ultras más ultras y guerracivilistas, pero también desde las izquierdas más de izquierdas. Ya están lanzando ásperas críticas por los nombramientos.

Sapos, y muy grandes, tendrán que tragarse los ministros y partidos del Gobierno. Por experiencia local lo dije hace años, gobernar es como meterse en un saco lleno de mierda: no trates de no mancharte, no pienses que vas a salir impoluto después de años de gobierno. Trata simplemente de salir con las menos manchas posibles, con las menos cicatrices… al menos trata de actuar y salir con la conciencia tranquila de no haberte corrompido, de mantener un mínimo de coherencia (no hacer lo contrario que antes) y de haber hecho bien algunas cosas. Unas pocas. Hay que pactar y pactar y, sin mentir, tragar con cosas que no te gustan para poder salvar lo principal.

Las tortas empiezan por los tuyos, donde hay verdaderos “enemigos”. No han perdonado a Sánchez desde su no es no y menos sus cambios y vaivenes posteriores, sus malabarismos para seguir dirigiendo al PSOE y al País por igual. Ahí están los restos del felipismo, el guerrismo y baronías varias. El caso más llamativo ha sido el barón extremeño, travestido en oposición a la subida del salario mínimo, incluso aunque tres telediarios antes estuviera a favor.

Las situación política se pondrá más caliente, mucho más, confluyendo los principales adversarios del Gobierno de coalición:

  • oposición interna (en el PSOE pero también desde la izquierda radical) y oposición política externa (trifachito, cada día más bifachito, con un Cs en vías de extinción),
  • buena parte del poder judicial (con mayoría conservadora desde siempre, no es que haya franquistas, los hay del Cid Campeador),
  • la Iglesia católica (mayoritariamente),
  • y las movilizaciones de sectores económicos empresariales fácilmente cabreados y encabritados: agricultores, transportistas, pequeño empresariado y comercio… autónomos en general.

Estos sectores son más fácilmente movilizables que otros. No hace falta ser adivino para hacer algunos diagnósticos de prospectiva sociológica. Por un lado en el ámbito rural la derecha tiene redes sociales bien consolidadas, cruzadas y sumadas a las caciquiles de siempre. El transporte -los camioneros- fácilmente paralizan un país: el precio de los carburantes no lo toques que la lío. La transición ecológica está bien, pero deja para 2040 lo de la reducción de los motores de combustión, y no hagas anuncios hasta que no se acerque la fecha, que cualquiera sabe quién gobernará para entonces.

A favor tendríamos que si el nuevo gobierno consigue bajar un poco el precio de la electricidad (de lo más caros de Europa) se ganará simpatías no solo entre la mayoría de las familias, también entre el empresariado productivo, ya que el desorbitado precio de la electricidad aumenta los costes de comercialización y producción -resta eficiencia y competitividad.

España y el mundo cambian rápido: el tsunami de la ultraderecha puede ir a más (Trump, Bolsonaro,...) o a menos. El imparable Salvini acaba de perder estrepitosamente en la región Italiana de la Emilia-Romagna, contra los pronósticos de hace unos meses. Para muchos italianos Salvini es ya el pasado.

¿Cambiarán las derechas de estrategia y pararán la ofensiva guerracivilista en algún momento? Solo lo harán por una única razón: si ven que seguir con esa oposición ultra agresiva les puede perjudicar y, hoy por hoy, no lo ven.

Tratarán de crear una situación de violencia grave, de inestabilidad social, siempre necesaria para sus fines: que o bien una parte de la población tenga tanto miedo y deje de votar a la izquierda o, segunda opción, se propicie un golpe de Estado o una intentona, amenaza real desde el poder militar. El caso es provocar miedo. Para esto necesitan la oposición activa de los cuatro sectores citados y, además, que Cataluña sea un polvorín. Como antes con el terrorismo de ETA, las derechas ultras necesitan que se hable de Catalunya cada día y a cada hora, y que se retransmita el mensaje de que el Gobierno de España lo que quiere es darles la independencia, aunque sea a escondidas, destrozar España y la Constitución por “la puerta de atrás” como ya han dicho. Los separatistas ultras catalanes, empezando por los corruptos de la exConvergencia, son sus mejores aliados y los fomentarán día a día.

Con una amenaza real y concreta de golpe de Estado volveríamos al escenario anterior: pérdida de voto activo para las izquierdas por el miedo. O no. Esa es la duda en la que se mueven sus estudios sociales. En una situación de inestabilidad y ante un pacto con los separatistas más moderados, las izquierdas pueden plantear reformas legales importantes para solucionar de forma estable el problema catalán, dando más autonomía a esta región y al País Vasco. Para esto solo necesitan mayoría en el Congreso -que la tienen- y un tribunal constitucional que no bloquee. Ni siquiera habría que reformar la Constitución y esto es lo que temen las derechas: un acuerdo en Cataluña y la superación del conflicto. Aunque quede, inevitablemente, una minoría en contra.

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