Opinión · Dominio público
Los otros camaradas
Profesor de Historia de la Universidad Complutense de Madrid
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La historia del PCE ha sido abordada desde maneras muy distintas hasta nuestros días. Ha recibido atención, como la mayor parte de los movimientos sociales y políticos contemporáneos, sobre todo desde la militancia. Se ha escrito mucho desde la apología y la defensa cerrada como también desde la crítica y el repaso visceral de aquellos que abandonaron sus filas. Atrapada entre la versión oficial y su antítesis, se ha ido creando una historia del comunismo español, centrada muy claramente en dos momentos: la Guerra Civil y la Transición. Y en ambas etapas tan distintas entre sí, sin embargo, se han conseguido deslizar los mismos prejuicios sobre un pasado monocolor: buenos y malos, traidores y mártires, ortodoxos y disidentes. Un relato acomodado realmente a nuestro presente más que al pasado en el que se desarrollaron sendos procesos históricos. En los últimos años ha crecido el interés, dentro del marco de la reconstrucción de la historia sobre el propio franquismo, por comprender la extensión de los movimientos contra la propia dictadura. Existe un notable cuerpo de trabajos sobre la oposición y la actividad clandestina antifranquista centrados en los años sesenta y setenta, pero la primera etapa de postguerra, salvo honrosas excepciones, sigue siendo un erial político.
Los otros camaradas, el PCE en los orígenes del franquismo (1939-1945), recientemente publicado por la Universidad de Zaragoza, sortea con fortuna ambos problemas, la falta de estudios y la dialéctica amor/odio que preside la historia de las organizaciones políticas y sindicales de nuestra historia reciente. Y lo consigue por dos motivos fundamentalmente: por la ingente cantidad de fuentes de archivos militares que maneja y por desplazar el foco de interés hacia la base social, rompiendo la dinámica impuesta hasta ahora en mostrar la genealogía de los cuadros dirigentes. Fruto de una tesis doctoral y de una larga investigación posterior en la que su autor, Carlos Fernández, lleva trabajando más de veinte años, el libro es, en realidad, la intrahistoria de unos hombres y mujeres que dejaron su vida y la de sus familias, por continuar una lucha, colectiva, social y política, que no concebían de otra manera sino en términos de reorganización del Partido. Una lucha clandestina contra la dictadura protagonizada durante los años más duros de la represión, que desembocó en detenciones, destierros, cárceles y miles de fusilamientos. Unos años en los que, como en otros partidos y organizaciones antifranquistas, surgieron numerosas tensiones internas, especialmente con las diferentes direcciones del exterior. Situación agravada en el seno del PCE ya que socialistas y anarquistas mantuvieron sus ejecutivas dentro de España a lo largo de período.
Un conflicto que este trabajo monumental no afronta desde el debate ideológico entre ambas posturas sino desde el análisis de las estructuras que las distintas organizaciones trataron de conformar desde la militancia de base y sus disensiones internas por el control del Partido. Una lucha marcada por las constates acusaciones de herejes y desviacionistas, truncada por la caída de los diferentes equipos directivos que fue provocada, en muchos casos, por las delaciones y los confidentes de la policía. La tortura, la coacción y la infiltración marcaron todo proyecto de supervivencia de estos años, enturbiando a menudo, las relaciones con los otros grupos políticos. Un distanciamiento sostenido sobre todo por las líneas directrices del exterior, ya que en el interior la presión de la policía política del franquismo forzaba a la militancia clandestina a cooperar cada vez de manera mas estrecha y a superar las graves desavenencias que marcaron el final de la guerra. Su objetivo común era expulsar a Franco del poder, por lo que crearon distintos instrumentos de cooperación que eran periódicamente desmantelados. Los otros camaradas viene a desterrar muchos tópicos y a poner rostro a un colectivo doblemente olvidado: por el franquismo y, en cierto modo, por su propia tradición. Una realidad que apunta también al grado cada vez mas alto de eficacia de los métodos de la dictadura no solo en erradicar cualquier atisbo de oposición sino en conseguir normalizar su persecución. Sus consecuencias ya no forman parte sólo del pasado, se integran, ahora sí, en nuestro presente.
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