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Opinión · Dominio público

Elecciones en Madrid: la izquierda en busca del vuelco electoral

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Concluida la campaña electoral ya solo queda que la ciudadanía decida en las urnas el futuro de la Comunidad de Madrid tras varias semanas de ruido y provocación. Estos días serán recordados por la eclosión en forma de amenazas de muerte tras la crispación inculcada durante este último año de pandemia.

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La existencia de este clima tensionado por parte de la derecha más radical ha sido disfrazado por diversos medios de comunicación como polarización. De la misma forma, se ha pretendido generar similitudes entre Vox y Unidas Podemos, cuando el primero de ellos se ha mostrado abiertamente a favor de deportar ciudadanos españoles por cuestiones raciales. Un intento burdo de llevar la problemática al eje izquierda-derecha donde lo que ha estado en entredicho es la propia idea de la democracia y la convivencia frente a los posicionamientos más reaccionarios.

A poco más de 24 horas para conocer qué deparará el resultado, las tres fuerzas de izquierdas aspiran a materializar un vuelco electoral que ningún sondeo ha vaticinado antes del apagón demoscópico. El PSOE llega a la cita electoral después de una campaña desigual, que primero estuvo enfocada en salvaguardar y captar al votante más moderado y que, posteriormente, se rectificó para mantener la movilización de su electorado tradicional de izquierda. Su objetivo ha sido intentar alcanzar el gobierno madrileño y no ver mermado su espacio político.

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Una de las incógnitas en estos momentos es saber hasta dónde alcanzará el ascenso de Más Madrid, cuyas aspiraciones han terminado en trayectoria ascendente. Tras el shock inicial provocado por el anuncio de la candidatura de Pablo Iglesias, la formación errejonista ha sabido recolocar su estrategia y su proyecto para acabar captando voto del Partido Socialista. Una campaña de menos a más, en la que su candidata, Mónica García, ha crecido políticamente durante estas semanas, tanto en las entrevistas concedidas como en el debate de la televisión pública madrileña. A esto hay que sumar buenos spots y un formato de mitin pequeño en el que Errejón ha destacado asumiendo un papel secundario.

Por su parte, la campaña de Unidas Podemos se ha caracterizado por una apelación a la movilización del bloque de izquierdas más que al reclamo del voto para su propia formación. El ‘efecto Iglesias’ ha sido más su propio protagonismo en campaña que un mayor crecimiento en votos, aunque ha servido para asegurar la presencia de Unidas Podemos en la Asamblea madrileña. Iglesias sigue siendo un excelente jugador pese a que las cartas de la partida no le acompañen para ganarla.

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En el bloque de la derecha, el principal referente, la presidenta autonómica, Isabel Díaz Ayuso, ha dominado el marco del debate salvo en dos momentos puntuales. El primero, el anuncio de Iglesias de competir en Madrid. El segundo, tras el debate en la Cadena Ser, al cual, además, no acudió. En los últimos días se ha mostrado excesiva en sus intervenciones con el propósito de recuperar el epicentro de la contienda mediática. Su relato se ha vendido bien entre su potencial electorado, porque ha sabido ofrecer un horizonte en el que la libertad supone la vuelta a la vida pre-pandémica. Ahora bien, ha llevado la construcción de una identidad madrileña hasta el ridículo.

La omnipresencia de Ayuso ha condicionado a la ultraderecha. Vox, desaparecido hasta el acto de Vallecas y condicionado por su debilidad competitiva frente a la presidenta, ha realizado una campaña agresiva en un intento desesperado por llamar la atención. Esto le ha llevado a obtener una gran visibilidad mediática durante las últimas dos semanas, que se traducirá en que buena parte de sus votantes no le cambie por el PP.

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Por último, Ciudadanos ha afrontado la campaña más difícil de todas. Con una perspectiva electoral nefasta y con el partido roto tras una estrategia errática a nivel nacional, sumado a las deserciones de diversos cuadros intermedios que han optado por asegurarse un sillón en las filas del Partido Popular. Edmundo Bal ha sido un buen candidato en unas circunstancias adversas. Ante la práctica totalidad de los sondeos que les dejan fuera del parlamento autonómico, en su estrategia se ha echado en falta una mayor contraposición a Ayuso y al PP, dado que es hacia donde se están yendo sus votantes.

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