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Opinión · Dominio público

La copa de las reinas

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El pasado mes de abril, el Camp Nou acogió un récord mundial para el deporte femenino con 91.648 aficionadas y aficionados asistiendo al Barcelona – Wolfsburgo de semifinales de la Liga de Campeones. Sólo 2 años antes, en 2020, se firmaba el primer convenio colectivo de fútbol femenino.

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Algo se mueve. El fútbol femenino gana apoyos todos los días. Conquista espacios en las tertulias deportivas que históricamente eran un coto exclusivo de las categorías masculinas. Avanza en derechos, a pesar de que estos sean todavía insuficientes y quede muchísimo por hacer. También despierta pasiones entre las aficiones, como demuestra los impresionantes números en la venta de camisetas del balón de oro, Alexia Putellas.

La llegada de la fase final de la Copa de la Reina a Alcorcón ha ilusionado a toda la ciudad. Deportistas, hosteleras, comerciantes, vecinas y clubes de base, entre otros sectores, se han implicado para acoger este evento. Un ánimo colectivo que habría sido impensable hace 5 años y que sería difícil de explicar sin los avances culturales impulsados por el movimiento feminista durante los últimos años.

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Su propio Gobierno municipal se ha puesto manos a la obra para convertir el domingo, en el que se acogerá la final entre el Barcelona y el Sporting de Huelva, en una gran jornada festiva y repleta de actividades que afirmen el orgullo que supone para Alcorcón acoger este evento.

Sin embargo, los éxitos del fútbol femenino contrastan con las condiciones de partida que suelen tener tanto los clubes como las deportistas. A pesar de los grandes avances protagonizados durante estos últimos años, la desigualdad respecto a las categorías masculinas sigue siendo evidente.

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La dura lucha por la visibilización reposa sobre una carencia generalizada de infraestructuras, medios y ayudas para que las mujeres podamos practicar deportes y dedicarnos a ello de manera profesional. Unas carencias que, si ya son patentes en los clubes de primera categoría, se agravan hasta límites insospechados en la base, disuadiendo a potenciales deportistas de iniciar una carrera profesional en este ámbito.

Esta realidad coloca sobre la mesa la necesidad de poner en marcha soluciones que pasen por políticas de inversión y de profesionalización del deporte, que proporcionen derechos laborales a las jugadoras al nivel que se ha conseguido en los equipos masculinos, así como de fomento y de reconocimiento del deporte femenino en todas sus categorías y etapas.

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Una tarea fundamental es la construcción de una cultura de apoyo al deporte femenino que se perciba en la grada. Dar visibilidad a las competiciones femeninas pasa necesariamente por apoyarlas a pie de estadio, popularizando las convocatorias y organizando la asistencia como afición.

En este sentido, la concejalía de feminismo de Alcorcón está impulsando un proyecto de "hinchada alfarera", donde se potencia la asistencia de vecinas y vecinos de la ciudad a las convocatorias más importantes de cada club, a la vez que se anima a las deportistas de diferentes categorías para se apoyan entre ellas, dando respaldo, pero también visibilidad, a la actividad deportiva femenina en el municipio. Esta iniciativa sirve de espacio socialización, facilitando que las mujeres se animen a practicar el deporte que más les guste y disfruten de la asistencia a partidos como una forma más de ocio.

Los avances históricos que está protagonizando el deporte femenino en los diferentes ámbitos no deberían quedarse como episodios aislados. Al contrario, deben servir para impulsar un gran compromiso por parte de instituciones y clubes para la dignificación de las deportistas.

Hablamos de becas suficientes, de instalaciones en condiciones, de espacios en los centros educativos y en los barrios para desarrollar el talento deportivo desde pequeñas o de llevar la cultura del deporte femenino a cada rincón del país, generando referentes que inspiren a una nueva generación de deportistas que conquisten derechos desde el terreno de juego.

Es el momento de hacer una apuesta valiente y ambiciosa por la igualdad. El deporte femenino demuestra, día tras día, que no sólo compite a un gran nivel, sino que es capaz de generar afectos, pasiones y referencialidad para decenas de miles de mujeres y hombres. Es de justicia que estos esfuerzos sean correspondidos con inversión, apoyo y reconocimiento para que la igualdad, de una vez por todas, se abra paso en el mundo del deporte.

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