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Opinión · Dominio público

¿Pero la "gente de bien" duerme por la noche?

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Pablo Casado, expresidente del PP, flanqueado por Cuca Gamarra (d) y Javier Maroto.- EFE

Una que se dedica desde hace 26 años a informar sobre la política y los partidos, que no es lo mismo, todavía mantiene la capacidad de sorprenderse con el nivel de anulación de la conciencia que pueden sufrir los dirigentes, cargos intermedios y hasta militantes y votantes de estas formaciones.

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La vicepresidenta Yolanda Díaz -de la que no debería extrañar que reniegue del modelo clásico español de partidos y ojalá tenga éxito y nos muestre algo nuevo que funcione sin triturar a la gente propia y ajena por intereses execrables (¿o excretables?)- ha llamado "fariseos" a los dirigentes del PP este martes en el Senado. Lo cierto es que, con lo que hemos conocido estos días atrás sobre el asesinato político de Pablo Casado -muy bien filtrado por su entorno y él mismo a un año de aquella tragicomedia gore a la que asistimos en directo- seguramente la gallega se ha quedado corta.

Después de conocer los mensajes de WhatsApp que miembros de la cúpula enviaron a Casado tras acusar este a Ayuso de corrupción en una emisora de radio, duelen los ojos más insensibles cuando en la Cámara Baja los senadores asumen con total normalidad que Javier Maroto ("Pablo, siempre ganas cuando, además de con la razón, hablas con el corazón. Hoy lo has hecho. Enhorabuena”), portavoz del PP en ese ámbito, se sienta al lado de Alberto Núñez Feijóo, también senador y presidente del partido. El mismo Feijóo que, gracias a Maroto y otros/as cuantos tartufos, asestó el golpe final a Casado al ponerse del lado de Isabel Díaz Ayuso, su hermano y los beneficios de éste de cientos de miles de euros con las mascarillas en plena pandemia.

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Todo esto ha salido a la luz, y me dicen que faltan cosas "muy jugosas" por conocer de otros seres inclasificables de partido. Porque si Feijóo fuera diputado en vez de senador, se sentaría en el Congreso con Cuca Gamarra (“Gran entrevista. Con claridad, seriedad y verdad”) a su derecha, como portavoz del PP en la Cámara Baja. Igual que con Casado, pero sumando el cargo de secretaria general del partido. Feijóo sí paga traidores.

No tengo claro que esos políticos y políticas deban de llamarse así, porque sigo considerando que la política es una actividad digna y dura, probablemente la más ingrata, y esa traición tan descarada y burda, tan propia de seres sin escrúpulo alguno, me lleva mejor a denominarlos partidistas y, si quieren, partidistos. ¿Qué serán capaces de hacer estos y estas partidistas con ciudadanos y ciudadanas si ven peligrar sus puestos o al partido mismo, que es su garantía de supervivencia, como nos demuestran a diario? ¿ Y esta es la "gente de bien"? ¿Cuál es entonces la gente de mal, los seres mitológicos del inframundo griego? 

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Las guerras internas de los partidos nunca se habían publicitado con tanta crudeza y es difícil imaginar mayor crueldad que la de quienes siguen siendo dirigentes del PP de Feijóo contra Pablo Casado, aunque seguramente exista ... En realidad, sí, existe y me consta. Lo que nos queda a los ciudadanos y ciudadanas que confiamos en la política para mejorar nuestras vidas y/o las de otros más vulnerables es cruzar los dedos: si las dinámicas de los partidos siguen por este camino de destrucción personal (o intento, como mínimo) cuando los intereses, individuales y/o de formación sectaria, ¿quién querrá dedicarse a la política? Se me ocurren pocas posibilidades, más allá de seres sin escrúpulos, sin formación, experiencia ni compromiso público; gente sin oficio donde recalar si no es un partido que exige incluso traicionarse a uno/a misma por mantener el estatus, por miserable que éste sea. Esos serán todos los/as que, en un futuro no muy lejano, gobiernen o nos quieran gobernar, así que todo bien, al menos, ya conocemos sus prioridades.

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