Opinión · Dominio público
La llorona
Escritora, poeta y periodista
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Una mujer que podría ser yo sale de la sala en la que acaba de terminar la función y exclama que pocas veces ha presenciado algo tan insoportable como el video que aparece en la obra y que entiende que algunas personas se hayan salido a la mitad. Otra mujer en la puerta la escucha y le recrimina: “Insoportable es vivirlo”. Lo dice ella, una de esas madres. ¿Qué vieron, quiénes lo vivieron?
En la pantalla se ve cómo la madre a la que le han arrebatado la custodia de su hija, habla por teléfono con su pequeña en una tarde oscura como todas las tardes desde que se la quitaron, le promete que estarán juntas, que se va a solucionar; la niña habla con monosílabos, llora y balbucea sin entender nada.
Esta es solo una de las piezas, entre legajos, expedientes, grabaciones y todo un archivo de la sordidez institucional usado en escena por las performers para herir de por vida la susceptibilidad del espectador, incluso del más distante. Es el dolor hondo, vivo, testimonial, explícito, el de muchísimas madres, sobre todo migrantes, precarias y, como en el caso de Linda Porn Sánchez, putas. Es decir, carne de criminalización.
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Un viernes de 2017 por la tarde, Linda recibe una llamada de los Servicios sociales en la que le indican que le han retirado la tutela de su hija, que ha sido trasladada de su colegio a un centro de acogida después de someterla a un largo y doloso interrogatorio sobre su madre. Sin saber qué hacer, impotente ante el sufrimiento de su hija Frida, solo puede pensar en buscar a sus compañeras putas, otras como ella marcadas por pobres, por criar solas y por trabajadoras sexuales, las únicas capaces de acogerla y de luchar a su lado. Su arma será el teatro. La llorona aborda el maltrato sistémico contra madres e hijxs migrantes a través de la quita de tutelas en España.
Hace unas semanas, la obra estuvo de paso por La Parcería de Madrid para enseñarnos a escupir la rabia y a exorcizar los demonios blancos. En el imaginario colonial mexicano una llorona es el arquetipo de una madre que hace daño a sus hijos, la villana que quiere el patriarcado racista. Se origina en el mito blanco de la indígena que asesinó a sus hijos despechada por el abandono de un hombre blanco. Pero hoy sirve para hablar de cualquier madre a la que separan de sus hijxs.
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Frida Trejo y Linda Porn, hija y madre, entran y salen en escena de distintos personajes y gremios, como el de las mujeres blancas o el de las técnicas y trabajadoras sociales. Desde el inicio el montaje que homenajea el teatro campesino, hace un recorrido histórico y nos coloca en el contexto de una España que ya ha robado niños otras veces, durante el saqueo colonial y después en el franquismo. El Patronato de la mujer, de hecho, fue creado por Franco para explotar a las putas y quitarles a sus bebés, con la excusa de estar ayudándolas. Este dispositivo se ha actualizado mil veces. Y siempre lo pagan lxs niñxs. Ahora, desde Madrecitas, el colectivo creado por Linda y otras compañeras, se quiere hacer justicia a lxs niñxs racializadxs, hijxs de migrantes, que han sufrido este tipo de violencia racista con la máxima impunidad: “Todo el mundo está en contra del sistema, hasta que el sistema dice que tú eres el malo”, exclama Frida en una entrevista en Agenda subversiva. Le enfurece que algunas trabajadoras sociales vayan a ver la obra incrédulas: “Que me digan que no es cierto algo que yo viví es muy injusto”. Se refiere a su paso por los centros de menores y a sus entrevistas periódicas con trabajadoras sociales y su infinita superioridad moral. Mientras su madre también es sometida al reglaje y a la sombra.
Familias rotas, comunidades golpeadas y vulnerabilizadas, personas culpabilizadas y mutiladas, niñxs traumatizados, medicalización forzosa. Madres e hijxs haciéndose daño a sí mismxs. Ese es el tremendo saldo. Si eso ocurrió y sigue ocurriendo en un gobierno socialista, ad portas de las elecciones y aún sin el panorama del todo claro: ¿a qué serán capaces de llegar si gobiernan en España la derecha con la ultraderecha? ¿Qué les espera a las familias de migras, a las putas, a lxs niñxs racializadxs?
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Pero la madre convertida en leona tras su cachorra muerde y morderá a todo el que se le ponga por delante, también a ti y a mí, a Vox y al PP, hasta recuperar a su hija, para no vagar como La llorona buscándola por toda la eternidad. De una manera generosa y contundente, Linda y Frida se vuelven a rasgar la piel herida, reabren la cicatriz de unos cuantos tajos para que podamos ver la dimensión del daño que grita reparación.
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