Opinión · Dominio público
Las memorias de Greenspan y de Pedro Solbes. El neoliberalismo en España, incluyendo Catalunya
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Vicenç Navarro
Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
Paul Krugman, Premio Nobel de Economía y columnista del The New York Times, ha escrito en su blog un artículo, “Alan Greenspan, Doing His Best to Make Things Worse”, sobre el que fue Presidente del Banco Central Estadounidense (the Federal Reserve Board, FRB), Alan Greenspan, que podría aplicarse, palabra por palabra, a Pedro Solbes, que fue Comisario de Asuntos Económicos de la Comisión Europea, y más tarde Ministro de Economía y Hacienda en el gobierno Zapatero.
Greenspan, uno de los personajes más poderosos de Estados Unidos durante el periodo de su mandato (11.08.87 a 31.01.06), fue el guardián de la ortodoxia neoliberal en aquel país. Promovió la postura de que el gobierno (con lo cual quería decir el Estado federal) tenía que minimizar su intervención en la economía, indicando que era excesivo su papel en el espacio económico. Y fue un activo promotor de las políticas públicas de claro corte ultraliberal que incluían desde la desregulación de la banca (que benefició enormemente a la banca y a sus actividades especulativas) hasta las reformas del laboral, orientadas a reducir los salarios y la protección social. Greenspan fue puesto en un pedestal por el establishment financiero (que tiene una enorme influencia en los establishments políticos y mediáticos de EEUU) y sus declaraciones (que consistían en meras reproducciones del dogma neoliberal) eran promovidas por la gran mayoría de los medios de información, presentándolas casi reverencialmente como productos de una gran sabiduría y conocimiento económico.
Como bien escribe Krugman, el coro de alabanzas por parte de los diseñadores de las cajas de resonancia de su mensaje, excluía todas las voces críticas con el pensamiento de Greenspan, ignorándolas o marginándolas, considerándolas como excesivamente radicales para poder tenerse en cuenta.
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Pues bien, esas políticas públicas promovidas por Greenspan crearon uno de los desastres financieros y económicos más grandes conocidos a los dos lados del Atlántico Norte. La evidencia de que ello es así es abrumadora. Con la excepción de los gurús ultraliberales que continúan teniendo gran presencia mediática, la mayoría de analistas de la situación actual reconoce que el origen de la enorme crisis actual (que ha alcanzado niveles semejantes a la Gran Depresión de principios del siglo XX) está en la aplicación de tales políticas.
Como era de esperar, Alan Greenspan acaba de escribir ahora sus memorias y niega cualquier responsabilidad en aquel desastre. En realidad, sostiene que la crisis se debió a que no se aplicaron incluso con mayor intensidad sus recetas ultraliberales. Y lo que es sorprendente –dice Krugman– es la atención que todavía recibe de los fórums –como el The Washington Post- donde la sabiduría convencional se genera y reproduce. Imagínese el escándalo que supondría que un médico famoso hubiera estado promoviendo un fármaco (producido por una empresa farmacéutica en la que dicho médico tuviera invertido todo su dinero) que hubiera resultado dañino para la población, matando a los pacientes que habrían sido embaucados con los supuestos éxitos del fármaco. Y que una vez descubierto el caso, el médico famoso continuara teniendo la atención mediática, presentándolo como un profesional de gran competencia. Pues esto, por terrible que parezca, es lo que ha pasado con el Sr. Greenspan. A uno de los personajes más responsables del enorme sufrimiento creado a la mayoría de la población estadounidense, debido a la Gran Recesión, se le continúa presentando como el “gran experto”, tratándole incluso reverencialmente.
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Las memorias de Pedro Solbes
Una situación idéntica ocurre en España con Pedro Solbes, el cual fue el guardián de la ortodoxia ultraliberal cuando fue Comisario de Asuntos Económicos en la Unión Europea, uno de los cargos más influyentes en el establishment financiero y económico europeo. Durante su mandato promovió cada una de las políticas que, al otro lado del Atlántico, promovió Greenspan. Respondiendo a la actitud ultraliberal, indicó que los Estados de la UE tenían que reducir sus déficits y deudas públicos, siendo España uno de sus mejores discípulos. España, antes de que se iniciara la crisis, mostraba un superávit en sus cuentas del Estado y una deuda pública de las más bajas de la Unión Europea de los Quince. En realidad, España se convirtió en el “modelo” que otros países tenían que seguir.
Pedro Solbes, como Comisario de Asuntos Económicos, enfatizó que la reducción de los déficits públicos de los Estados tenía que hacerse a base de recortar el gasto público, y no a base de aumentar los impuestos. En realidad, favorecía la rebaja de impuestos, incluyendo el de sociedades, y también la reducción de las cotizaciones sociales como medida para liberar las energías del mundo empresarial, siendo también favorable a las reformas laborales orientadas a disminuir los salarios. Era, pues, lógico que fuera enormemente apreciado y respetado por los establishments financieros y económicos del país, los cuales lo presentaban como el parangón de respetabilidad y sabiduría (como lo había sido antes Carlos Solchaga, o más tarde Miguel Sebastián).
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Esta buena fama explica que Zapatero, el Presidente del Gobierno del PSOE, le invitara a que dirigiera la política económica y fiscal de su gobierno, llevando a cabo las políticas que había promovido como comisario europeo, dando un tinte neoliberal al gobierno Zapatero. La famosa frase de “bajar impuestos es de izquierdas” del Presidente Zapatero era un indicador de la cultura económica neoliberal dominante en aquel gobierno. Otro indicador de ello fueron las declaraciones de Pedro Solbes, al final de su primer mandato como ministro, en las que indicó que la política pública de la cual estaba más orgulloso era “no haber aumentado el gasto público”, dicho y hecho en el país de la Unión Europea de los Quince que tiene uno de los gastos públicos por habitante más bajos (ver entrevista a Pedro Solbes en el diario El País, 22.07.2007)
Esta ortodoxia neoliberal no sirvió de nada para proteger a España frente a la crisis. En realidad, facilitó la aparición de la crisis. Y los datos hablan por sí mismos. Cuando la crisis se inició en España, el año 2007, España tenía, como he dicho antes, un superávit en sus cuentas públicas, y su deuda pública era una de las más bajas de la UE-15. Cuando explotó la burbuja inmobiliaria, resultado de que la banca alemana (contaminada de productos tóxicos americanos) dejara de prestar dinero a la banca española, el déficit público aumentó espectacularmente, y ello resultado de que la bajada de impuestos, consecuencia de la reforma fiscal del 2006, había creado un enorme agujero en las cuentas del Estado. Y el elevado desempleo acentuó el déficit público, pues los ingresos al Estado dependen primordialmente del mundo de trabajo y muy poco de las rentas del capital, tal como había estado sugiriendo Solbes.
En realidad, las políticas de Pedro Solbes, y más tarde de Elena Salgado, establecieron las bases para el pleno desarrollo de las políticas ultraliberales llevadas a cabo por el gobierno Rajoy. Así lo reconoce y lo aplaude Solbes en su entrevista a El País de este pasado domingo (17.11.13) cuando apoya las políticas públicas del gobierno Rajoy. Solbes indica que “el PP ha continuado, ampliando y profundizando en una necesaria política de ajuste, que ya inició el gobierno Zapatero a partir de mayo de 2010, y que tiene a su favor contar con una oposición mucho más leal que la que el PSOE tuvo en los momentos más duros de la crisis”. En otras palabras, el PP está haciéndolo bien (en realidad, según Solbes, incluso mejor, pues está llevando a cabo medidas que Solbes había querido que Zapatero impusiera –como una reducción más notable de los salarios que la que Zapatero estaba dispuesto a aprobar- y que el Presidente no quería hacer suyas por el miedo a dos huelgas generales). Y en sus memorias, Solbes, reproduciendo la sabiduría convencional, señala que Zapatero fue responsable de que la crisis se agravara por no haber tenido más coraje y haber implementado las políticas neoliberales antes y más profundamente.
Frente a este diagnóstico de agravamiento, la pregunta lógica que debería hacerse –y que el entrevistador de El País no hace- es, ¿si esta es su lectura de lo ocurrido, cómo es que cuando el gobierno del PP expande estas políticas neoliberales que usted propone, la crisis se agudiza todavía más creando otro millón de parados? El periodista de El País no le hace dicha obvia pregunta. Y, como era de esperar, están apareciendo gran número de comentarios alabando la sabiduría de Solbes –como está ocurriendo en EEUU con Greenspan–, continuando silenciando a aquellos que mostramos la falsedad de sus supuestos, y ello a pesar de la enorme evidencia que muestra el desastre creado por tales políticas.
La situación en Catalunya
En Catalunya ocurre algo semejante. Uno de los gurús neoliberales con mayores cajas de resonancia en los medios públicos y privados, considerado como el “sabio” en temas económicos, continúa gozando de gran prestigio a pesar del desastre que las políticas que ha estado proponiendo han alcanzado. Tenía hasta hace poco un programa semanal de casi una hora en la televisión pública, TV3 (pagada por todos), esparciendo su dogma ultraliberal (semana tras semana) en un programa dirigido por el periodista, un gran fan suyo, que transmitió el acto pro independencia desde TV3 en el estadio del Barça. Y hace unos días, el conseller de Economía y Conocimiento del gobierno catalán indicó que la Catalunya independiente bajará los impuestos (Catalunya, como el resto de España, es uno de los países con menos gasto público social por habitante en la UE-15). Y no es de excluir que, en caso de independencia, el gran gurú ultraliberal fuera el futuro Ministro de Economía, y que privatizara las pensiones, tal como ha estado proponiendo. Lo cual me lleva a concluir con la obvia observación de que los medios de información, al servicio de los poderes empresariales y financieros que los dominan, promueven –a los dos lados del Atlántico Norte- las figuras del mundo económico que mejor sirven a los intereses de tales empresas y de la cultura económica que sostienen.
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