Opinión · Ecologismo de emergencia
2021: la lucha climática se hizo ley
Diputado de Unidas Podemos y coordinador federal de Alianza Verde
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Tras casi dos años de una pandemia que ha cambiado nuestras vidas, frenado muchos planes y alterado nuestras prioridades, cerramos un año de intensa actividad política y legislativa en lo que se refiere a la lucha contra el cambio climático y el impulso de las políticas verdes. La crisis sanitaria que estamos viviendo nos está dejando muchas lecciones y, sobre todo y entre ellas, la constatación de una evidencia relativa a la repentina aparición de virus desconocidos en las sociedades: el ser humano y sus acciones sobre el medio ambiente favorecen que este tipo de organismos, ocultos en la naturaleza, entren en contacto con las sociedades. Por eso, no es de extrañar que la lucha contra la crisis ecológica haya pasado a un primer plano de la agenda política, pero también de la conciencia social.
Además, este año ha puesto de manifiesto, en nuestra propia cara, lo que la comunidad científica lleva décadas advirtiendo, y es que el cambio climático no es una teoría lejana, sino una evidencia de la que ya sólo han decidido quedar al margen los negacionistas más reaccionarios y populistas. Hemos vivido olas de frío y de calor extremas, en partes del Planeta que parecían muy remotas pero que nos alertan de lo que está por venir: la Organización Meteorológica Mundial (OMM) validó recientemente los 38 grados centígrados medidos el 20 de junio de 2020 en la localidad rusa de Verjoyansk como la temperatura más alta de la que se tiene registro en la región ártica. Pero no hace falta irse tan lejos para ver los impactos más brutales del cambio climático. Europa batió su récord de temperatura este verano en Sicilia, que alcanzó los 48,8ºC; la ola de calor que azotó el noroeste de América se saldó con un importante incremento de la mortalidad debido a las altas temperaturas y las inundaciones en Alemania y Bélgica dejaron víctimas y destrozos a su paso.
Esto, a pesar de los negacionistas y sus mantras habituales sobre “la religión progre del cambio climático” (en verano hace calor, y en invierno, frío, y “aquí no pasa nada”), no son hechos aislados y, cada vez más, será lo que ya conocemos como “nueva normalidad”. Y así lo validó el sexto informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) que se hizo público este mismo verano. Las temperaturas medias globales aumentan mucho más rápido de lo previsto, y los eventos climáticos extremos se están acelerando, y lo harán más si continúa esta tendencia.
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Si de algo ha servido esta imparable sucesión de noticias sobre catástrofes climáticas, récords de temperaturas y fenómenos meteorológicos extremos, es para poner en el foco la lucha climática y ambiental y hacer protagonista la información que durante tantos años había quedado relegada a un rincón para expertos o activistas, pero sobre la que muchos llevamos décadas trabajando… y advirtiendo.
Quizá por eso, no es de extrañar que las políticas verdes hayan salido también “del rincón de pensar” y hayan pasado a ser prioridad para los gobiernos, dado que el grado de conciencia social es muy grande. Así, desde Unidas Podemos, que siempre hemos puesto la lucha ecologista en el centro, hemos impulsado una agenda profundamente verde para marcar la acción de este gobierno de Coalición, y así se reconoce en gran parte de la acción legislativa de la que estamos siendo protagonistas.
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Sin duda, el gran hito para la lucha contra la crisis climática ha sido la aprobación de la primera ley de cambio climático y transición energética de nuestro país. Una ley que llegó con mucho retraso, pero que ha sido posible cuando ha habido un gobierno con voluntad política para llevarla adelante. Es una ley, por tanto, valiente, con medidas que sin duda han hecho historia y que llevan el sello verde de Unidas Podemos, como la prohibición definitiva de la minería del uranio, que ha finiquitado el proyecto de Berkeley de abrir la que hubiera sido la mayor mina de uranio a cielo abierto de Europa en Retortillo (Salamanca), en lo que tenía visos de ser un desastre ambiental sin precedentes. O el fin de la exploración y explotación de gas, que acabó con las pretensiones del gobierno vasco de extraer gas en Subijana, a las mismas puertas de Vitoria.
Con esta ley, España fue de los pocos países que llegó a la COP26 de Glasgow con sus deberes hechos y sus objetivos de reducción de emisiones plasmados en un texto legislativo. Aunque, y precisamente desde la Cumbre de Glasgow a la que acudimos una delegación parlamentaria, desde Unidas Podemos aprovechamos para reclamar un aumento de la ambición de estos objetivos, y en ello vamos a seguir trabajando, es una ley que, sin duda, nos pone en cabeza de la lucha global contra el cambio climático.
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Y hemos cerrado el año con otro gran proyecto que, a falta de sus últimos trámites parlamentarios, ha salido, por fin, adelante: la aprobación de la ley de residuos, que nos pone en el camino de cumplir los objetivos de reciclaje de la Unión Europea, de los que España está muy lejos por culpa de una legislación desfasada y obsoleta, y de una gestión muy poco eficaz. Gracias a esta ley, con el empuje de la sociedad civil a través de organizaciones como Retorna, desde Unidas Podemos impulsamos la puesta en marcha del Sistema de Depósito, Devolución y Retorno de envases (SDDR), un sistema alternativo al actual monopolio del cubo amarillo de Ecoembes, y que ahí donde está ya implantado, como en Alemania, garantiza tasas de recuperación y reciclaje por encima del 95 %. Pero esta ley nos acerca también a un horizonte de economía circular, al priorizar por primera vez la prevención cumpliendo la máxima de que “el mejor residuo es aquel que no se genera”.
Pero más allá de estos grandes proyectos legislativos, nuestra acción política verde ha sido muy intensa. Y capítulo aparte, por su importancia tanto práctica como simbólica para la protección de nuestra biodiversidad, merece la esperadísima protección del lobo ibérico. Tras mucho tiempo de persecución injustificada, la orden que lo introduce en el catálogo de especies de protección especial es una gran noticia, esperada y que hace justicia a esta especie, que es símbolo de nuestra biodiversidad y nuestra fauna ibérica. Ahora toca trabajar para hacerla efectiva por parte de todas las administraciones y desarrollar las estrategias para la convivencia efectiva, pero, sin duda, es una noticia que hemos celebrado este año.
Un año en el que la lucha climática, la protección del medio ambiente y las políticas verdes se han hecho centrales, y que nos pone muchos retos por delante para el que viene, que debemos afrontar con fuerzas renovadas para que la transversalidad que parece haber adquirido nuestro mensaje, no sea un simple eslogan para cubrir el expediente de todos los que se reivindican como verdes. Como hemos dicho siempre desde Unidas Podemos, el ecologismo no se dice, el ecologismo se hace, y especialmente ahora con el impulso de Alianza Verde, vamos a seguir trabajando para estar a la vanguardia de los cambios y de la transformación verde que necesita el país.
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