Opinión · El 4º Poder en Red
The Intercept: la web prohibida en el ejército de EEUU
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Daniel Martín
Miembro de la comunidad editorial del 4º Poder en Red
Hace unos días Público se hacía eco de la preocupación del Gobierno de EEUU sobre nuevas filtraciones de documentos clasificados desde el seno de su administración. Actualmente se encuentran investigando la existencia de un “nuevo Snowden”.
Esa sospecha de la irrupción en escena de un nuevo whistleblower nace a raíz de la publicación en The Intercept del libro de reglas del Gobierno para etiquetar a la gente como terrorista. La “preocupación” del Gobierno estadounidense llega a tal punto que el ejército ha prohibido a sus empleados visitar esta web.
En una demostración de lo que debe ser el periodismo de código abierto, esta página no sólo se limitó a contar la historia y ofrecer una muy útil visualización de los datos que la componen sino que, además, puso la fuente original al alcance de todo el mundo. El libro de reglas está, en su versión íntegra de 166 páginas, colgado en la web para que cualquiera pueda corroborar la información o incluso extraer otras conclusiones y contar nuevas historias.
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¿Quién está detrás de The Intercept?
The Intercept es una revista electrónica lanzada en febrero de este año por los periodistas Glenn Greenwald, Laura Poitras y Jeremy Scahill. Los dos primeros fueron quiénes sirvieron de soporte a Edward Snowden en sus filtraciones sobre el espionaje masivo de la NSA. El tercero es un reputado periodista de investigación, autor de varios libros sobre el negocio de la guerra y los mercenarios.
El trabajo de estos profesionales llamó la atención del multimillonario Pierrre Omidyar, dueño de eBay. En una época en la que el modelo de negocio del (viejo) periodismo está más cuestionado que nunca, el magnate franco-iraní puso 250 millones de dólares en manos de estos periodistas para el lanzamiento de la revista electrónica. Una inversión en credibilidad y en periodismo de rigor con valor de servicio público, una práctica muy poco extendida.
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La doble misión de The Intercept
En un primer término, esta web tiene el objetivo servir de plataforma para que los documentos filtrados por Edward Snowden puedan seguir siendo convenientemente expuestos y explicados ante la población. En este sentido, la web está desarrollando una infraestructura que permita albergar y visualizar de manera adecuada la inmensa cantidad de documentos que el exanalista extrajo en su puesto de trabajo.
A largo plazo, el objetivo de The Intercept es, según dicen ellos mismos, “acabar con el miedo” en el periodismo. Para ello, se comprometen a garantizar la libertad editorial de los profesionales con los que colaboren así como a animarlos a seguir sus pasiones y publicar historias que sirvan para dar voz aquellos que la merecen. Es decir, poner en alza el valor primordial del periodismo dotándoles de los recursos y el apoyo que necesiten para imponer transparencia y rendición de cuentas en los más poderosos organismos gubernamentales.
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Prohibida entre los militares
El ejército de los Estados Unidos, en un aparente esfuerzo por censurar a The Intercept, ha prohibido a sus empleados el acceso a esta página web. Ni siquiera aquellos con permiso para manejar documentos clasificados como top-secret se libran de esta prohibición.
Así lo muestra este fragmento de un email interno publicado hace unos días por The Intercept:
En su afán por evitar que el coraje de los filtradores se contagie entre sus tropas, los mandos del ejército han hecho circular una nota en la que se advierte que acceder a los contenidos clasificados alojados esta página es una violación de seguridad que puede acarrearles “problemas”.
Lejos de amilanarse, Greenwald ha recibido este mensaje del ejército como “el primer premio de The Intercept” y ha recordado que tanto Wikileaks como The Guardian fueron objeto de medidas similares.
Mientras tanto, los periodistas que trabajan en The Intercept siguen recibiendo filtraciones y publicando la información que les llega. La existencia de nuevos whistleblowers es ya evidente y parece que aún hay más por llegar. Así lo dejan ver las declaraciones de Greenwald en Twitter hace unos días: "No tengo dudas de que habrá otras fuentes dentro del gobierno que ven maldad extrema y que se inspiran en Edward Snowden".
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