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Opinión ·

El destino de la presión es China

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Algunos gobernantes occidentales se apresuran a anunciar sanciones contra el régimen militar de Myanmar. Es el típico juego de las apariencias. Que parezca que estoy indignado. Todo es inútil. Si de verdad pretendemos presionar a una de las dictaduras más antiguas del planeta, el embajador chino en Madrid debería recibir una llamada de nuestro ministro de Exteriores.

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Como todo imperio, China necesita mantener un flujo estable de materias primas para su industria y de mercados para sus productos. Todo lo demás, incluidos los derechos humanos en esos países clientes, es prescindible. Pekín protege a los militares birmanos porque rechaza por principio las injerencias en materia de derechos humanos. Por el principio de autoprotección. Hoy es Myanmar, mañana puede ser Tibet y al mes siguiente la propia China. Además, tal y como está haciendo en África, juega el papel de benefactor de muchas dictaduras: hagamos negocios juntos, pero sin hacernos preguntas.

Por primera vez en décadas, China es vulnerable a las presiones del exterior y la razón son los Juegos Olímpicos. Cada gobernante de EEUU y la Unión Europea que condene los sucesos de Myanmar debería escuchar estas preguntas en una conferencia de prensa. ¿Qué mensaje recibirá Pekín de su Gobierno en relación a las violaciones de derechos humanos en Myanmar? ¿Son más importantes las relaciones comerciales con Pekín que los crímenes de la dictadura birmana?

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Iñigo Sáenz de Ugarte

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