Opinión · el pingue
The Harwood Arms. Gastropub.
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Si alguna vez tengo una casa en Londres quiero que sea en el barrio de Fulham, donde viví hace unos años. Quiero que sea allí, en una de sus casas con jardín, donde las piedras de las paredes estén repletas de musgos verdes, haya árboles frondosos y jardineras llenas de tulipanes, margaritas, albahaca,...Definitivamente si viviera allí querría, que mi cocina estuviera repleta de ventanales con una alacena vieja de madera encerada, una mesa maciza llena de llagas, y mi salón tuviera una chimenea que pudiera contemplar mientras abro la puerta un día de enero....
Dar de comer en un ambiente agradable, una cocina sencilla pero suculenta, poner pocos impedimentos para que la gente del barrio pueda acercarse a comer incluso con el perro y las zapatillas, tener buen pan y ausencia de parafernalia clásica, precios ajustados, raciones generosas en los platos principales, menú del día, anuncio a diario de éste a través de su página web y amabilidad, imagino que es lo que vieron los muchachos de la Michelín en el Harwood Arms para condecorar a este "gastropub" londinense con una estrella.Y estoy de acuerdo.
Pensaba, mientras comía mis carrilleras y rapiñaba el "English mutton"del plato de ella, que quizá es lo que comería en casa, o en un restaurante de nuestro país que se dedicara al menú del día o tuviera una carta corta pero resultona. Pero en esta cocina hay algo más.
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Han dejado de lado las hamburguesas recocinadas, el fish and chips grasiento, la pasta con sabor a tomate de bote y los escalopes milanesa, para dar comida de pub a un precio irrisorio para lo que sería un restaurante estrellado y situado en otra ciudad, o en la misma pero en un hotel de lujo.
Pero aún hay algo más y es la importancia que se dan a los detalles. Diferencias con otros que vienen marcadas por la ausencia de mantel pero la presencia de una servilleta de trapo suave, la ausencia de panes recalentados y el lujo del pan de masa madre cortado al momento, la loza caliente, los platos en su punto de sazón, las cocciones perfectas y el rechazo al "detalle impostado". Cocina de oficio, reconfortante, quizá ganas de cambiar el rumbo de la "deplorable" comida que se hace en algunos pubs -doy fe de ello- y una apuesta por una cocina más ligera, con mejor producto, sin complejos: ellos son un pub, según los críticos un "gastropub".
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Me pregunto si los de la guía roja saben que esto se lleva haciendo algunos años en muchos restaurantes de distintas ciudades y pueblos de España, sin ni siquiera una mención es su librillo.
P.D: Quiero mandar un abrazo bien fuerte y mucho ánimo a la gente de Mugaritz. Espero que pronto vuelvan a funcionar tras el incendio de hoy.
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