Opinión · El tablero global
Esta es ahora la guerra de Obama, y no la puede ganar
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Aún no sabemos si Barack Obama nos acaba de presentar una campaña bélica de victoria, endulzada con el anuncio de un corto plazo de repliegue; o un plan de retirada total, edulcorado con una gran ofensiva militar previa. En cualquier caso, esta es ahora su guerra, aunque trate de ponerle fecha de caducidad, y lo peor de todo es que es una contienda que no se puede ganar. Así que, a partir de este momento, todas las víctimas del conflicto serán inútiles; todos los desastres y sufrimientos, plena responsabilidad del hombre que va a recibir el Premio Nobel de la Paz dentro de cuatro días.
Más aún, esta es una guerra que Estados Unidos ya ganó rápidamente hace casi ocho años... y esa victoria fue tan dulce para la Administración de George W. Bush que antes de que los combates cesaran ya estaba planeando reproducir ese modelo en Irak. Así lo hizo, sin darse cuenta de que el triunfo de las armas en Afganistán no era más que un espejismo, el mismo que suele engañar a las superpotencias cuando derrocan con facilidad a un régimen tercermundista y luego se enfangan en una ocupación militar para la que no hay estrategia de salida. Situación que genera una insurgencia guerrillera local, invencible porque es interminable.
Ahora, Obama pretende convencernos de que con enviar unos 40.000 soldados más (incluidos los de los países aliados que accedamos a ello) a ese remoto, agreste e inmenso territorio lograremos vencer en un año escaso a las tribus de feroces y fanáticos guerreros que han puesto de rodillas a todos los imperios desde hace más de 2.000 años. Además, les estamos dando nuestro calendario, para que se puedan limitar a retirarse temporalmente a sus inaccesibles guaridas en las cumbres, con vistas a regresar fortalecidos a los valles en cuanto nos vayamos de allí. ¿No es un despropósito hacer ese anuncio? Eso mismo le preguntó al propio La victoria inicial en Afganistán no fue más que un espejismo, que Bush repitió en Irak Obama pretende hacer en un año, con 40.000 tropas más, lo que ningún imperio logró jamás La única estrategia viable es la que no puede asumir: admitir la derrota y dar orden de retirada Obama, en un almuerzo restringido previo a su discurso ante los cadetes de West Point, el periodista David Ignatius, de The Washington Post.
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“Si nos ciñésemos a la lógica, nunca nos iríamos de allí –le respondió al instante el presidente, que esperaba esa pregunta–. Así que, en realidad, estaríamos rubricando la transformación de Afganistán en un protectorado indefinido de Estados Unidos”.
En cuanto a dar un plazo fijo de retirada –algo que parece suicida en términos de estrategia militar– Obama argumentó en esa comida (en la biblioteca del sótano de la Casa Blanca, con otros columnistas washingtonianos, como Joe Klein, de la revista Time) que era la única forma de forzar la cooperación del presidente afgano, Hamid Karzai. “En mi larga conversación telefónica con él, ayer”, explicó el presidente de EEUU a esos periodistas, “pude exponerle con precisión qué va a tener que hacer en los próximos dos años para prepararse para esa transición”.
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Después, en el histórico discurso en el que por primera vez un premio Nobel de la Paz ha llamado a la guerra sólo días antes de recoger ese galardón, Obama explicó: “El compromiso de nuestras tropas en Afganistán no puede ser indefinido, porque la nación que más interés tengo en construir es la nuestra”.
Antes habló del billón de dólares que EEUU se había ya gastado en las guerras iraquí y afgana antes de que él llegara a la Casa Blanca, de la “discordia con gran parte del mundo” que le costó a Washington la invasión para derrocar a Sadam y, sobre todo, de que comprende que los estadounidenses no quieran seguir por ese camino tras “años de debate sobre Irak y el terrorismo que han hecho jirones nuestra unidad en temas de seguridad nacional”.
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En definitiva, un excelente discurso para consumo interno, dirigido a las emociones en vez de a la razón, sin aportar la verdadera solución externa: hay que irse de Afganistán porque allí la victoria militar a largo plazo es imposible. La única estrategia viable es también la única que Obama no puede asumir: reconocer la derrota y dar la orden de retirada inmediata.
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