Opinión · Tierra de nadie
Rosa por los cuatro costados
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Se ha dicho que es autoritaria, que es más falsa que un billete de 12 euros y hasta que tiene muy mal gusto para elegir sus botines, pero habrá que reconocer que lo de Rosa Díez tiene algún mérito. Hace algo más de dos años se presentó con UPyD a unas elecciones generales que, según se presumía, certificarían su defunción política. Hoy lidera la tercera fuerza en 32 capitales y administra un caudal de 450.000 votos, que le permite mantener representación en el Congreso, en el Parlamento vasco y en Estrasburgo. Y sigue subiendo en las encuestas. ¿Alguien da más?
No hay una sola razón que explique su éxito. Ha sabido aglutinar a los descontentos de izquierda, hartos de los juegos malabares de Zapatero con los nacionalistas, y a los de derechas, tanto a los que repudian a Rajoy por su flojera como a los que se niegan a aceptar que el ideario del PP sea un misal, en el que el aborto es un crimen y no existe más familia que la compuesta por un papa, una mamá, y los hijos que Dios disponga. Se ha aprovechado del sectarismo de los medios de comunicación, que tardaron en identificar cuál era su electorado. Finalmente, ha utilizado un lenguaje directo que la gente entiende, sin subterfugios.
Democráticamente, es muy saludable que un pequeño partido nacional se afiance. Y no sólo porque miles de personas encuentran unas siglas a las que votar o pueden empezar a hacerlo sin taparse la nariz, sino porque atenúa el bipartidismo y resta influencia a partidos nacionalistas, cuyos legítimos intereses no suelen trascender de su territorio. A primera vista, tanto por la extracción de muchos de sus cuadros como por su propio ideario, UPyD podría situarse en la izquierda, salvo que se entienda que defender la devolución al Estado de algunas competencias autonómicas o reconocer el derecho a la enseñanza en castellano en cualquier punto de España lo escoran necesariamente en la dirección contraria.
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Díez será elegida hoy presidenta en el primer Congreso de un partido que es un exaltación del rosa hasta en su página web, tan personalista que sus críticos han debido de estar ciegos para ir a descubrirlo ahora. De su habilidad para dar protagonismo a toda la organización dependerá su consolidación definitiva. El CDS no pudo sobrevivir sin Suárez y UPyD no lo haría ahora sin Rosa Díez. O se comparte el paraguas o se comparte la lluvia.
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