Opinión · Tierra de nadie
El último que dé la luz... si puede
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Las eléctricas son empresas muy particulares. A diferencia de unos grandes almacenes, a los que no se les ocurriría pedir a sus clientes que fueran prudentes cuando tiran de visa para comprarse pantalones, los señores del enchufe aconsejan continuamente a los abonados un consumo responsable, como si la energía fuera whiskey de malta y provocara cirrosis. En Cataluña, sin embargo, los apagones han elevado el listón de la exigencia. La culpa de que miles de personas lleven una semana a oscuras es de la pertinaz nevada, de que falta la interconexión con Francia o de esos consumidores compulsivos y saboteadores que encienden a la vez la lavadora y el microondas, lo que provoca que salten los plomos de toda la comunidad autónoma. ¿Qué puede hacer Endesa ante tanta fatalidad reunida?
Lo de esta compañía es verdadera mala suerte. Cuando no es la nieve, son los incendios o las filtraciones de agua. Los mismos elementos que hundieron la Armada Invencible se han aliado contra Endesa, y esa es la razón de que periódicamente deje a oscuras a Cataluña, Canarias, Extremadura o Andalucía. Puede que la empresa haya invertido menos en sus redes que la ONCE en televisores, pero no podemos olvidarnos de lo bien que ha tratado a sus accionistas desde la época de Pizarro, la Agustina de Aragón del kilovatio. ¿Que por qué los apagones de Endesa duran días y los de Iberdrola se resuelven en unas horas? Simple infortunio.
La historia de Endesa es muy novelesca. El Gobierno quiso que se la quedara Gas Natural a precio de saldo, pero la cosa se complicó, y para impedir que cayera en manos alemanas se buscó la ayuda de un constructor llamado Entrecanales y de Berlusconi. Hoy es propiedad de la pública italiana Enel después de que Entrecanales se marchara con una mano delante y 1.700 millones de euros de plusvalías en la de atrás. Hay un busto encargado para quien convenza a los italianos de que tienen que seguir metiendo pasta y renovar algunos cables.
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Los apagones se resolverían con multas ejemplarizantes o, en último extremo, con nacionalizaciones del servicio. En vez de eso, y como la experiencia con los constructores salió tan bien, ahora se favorece que Florentino Pérez (ACS) y Luis del Rivero (Sacyr) se hagan con el control de Iberdrola y de Repsol. El último que dé la luz, si es que puede.
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