Opinión · Tierra de nadie
Gadafi nos ha salido rana
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De buenos e ingenuos que son nuestros líderes, abusan de ellos. Ahora es muy fácil decir que Gadafi es un sátrapa despiadado pero en 2003, cuando Aznar quiso ser el primer mandatario que pisara Libia tras el levantamiento de las sanciones de la ONU, sólo se sabía que era un poco terrorista. El entonces presidente corrió a darle la bienvenida a la comunidad internacional no por el petróleo, que nuestra diplomacia jamás se mueve por intereses tan viles, sino por la inextinguible amistad hispano-libia, y Gadafi le regaló un pura sangre. ¿Cómo no vas a fiarte del buen corazón de quien te regala un caballo? Ya lo decía ese sabio del PP en política exterior que es Gustavo de Arístegui: no se podía comparar a Gadafi con Sadam Husein porque el iraquí había matado a cientos de miles y el libio sólo a miles.
Con esas gafas de sol que impide mirarle a los ojos, Gadafi engañó a Aznar, a quien después de dejar el poder siguió invitándole a cordero. Y también a Zapatero, que le dejó los jardines de El Pardo para que instalara su jaima en la visita que hizo a España en 2007. Zapatero quiso entonces preguntarle por los derechos humanos en Libia, pero entre la cena de gala y la firma del acuerdo de protección y promoción de inversiones que tanto bien hizo a Repsol el tiempo pasó volando. Se abrían, según se explicó entonces, expectativas de negocio por valor de 12.000 millones de euros. ¿Era o no era aquello alianza de civilizaciones?
Para estrechar aún más los lazos, el Rey visitó Trípoli en 2009. Coincidió casualmente con una amenaza de Gadafi de nacionalizar algunas actividades petrolíferas que quedó en nada. El año pasado en junio fue Zapatero quien se encontró con él en Libia, con los camellos pastando al lado de la tienda. Meses después volvería a hacerlo en la cumbre de la UE y la Unión Africana. ¿Quién podía sospechar que aquel anfitrión tan obsequioso y que tanto luchaba contra la inmigración ilegal era un dictador sanguinario?
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La salvaje represión de estos días debe de tener desconcertados a nuestros dos prohombres. De Aznar no hay noticias, pero se ve que Zapatero ha aprendido la lección y no habrá otro dictador que se la dé con dátiles. Ha dicho que Túnez y Egipto no se pueden comparar con Marruecos, “un país que ha hecho reformas”. Se nota que es un estadista.
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