Opinión · Tierra de nadie
Pedro Sánchez y la flor en el culo
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Desde que Zapatero la perdiera no se había vuelto a tener noticias de eso que se dio en llamar baraka y que con mucho acierto se ha venido en traducir como “tener una flor en el culo”. Aunque es pronto para lanzar las campanas al vuelo, los aficionados a la botánica están de enhorabuena porque una semilla de este inusual tipo de angiosperma parece haber germinado al final de la espalda del líder del PSOE, Pedro Sánchez. Ya se sabe que la naturaleza se abre paso hasta en el más duro de los asfaltos.
Puede que estemos ante la clásica flor de un día, que todo puede suceder con este tiempo tan raruno, pero por el momento, para sorpresa de extraños y sobre todo de los propios, es probable que lo que se creía un simple capullo sin esperanza de vida acabe finalmente brotando en medio del estupor general.
Sánchez no es precisamente un cálido invernadero aunque hay que reconocer que algo de suerte está teniendo el tío. Quienes forman parte del núcleo duro y que hoy mismo Manuel Sánchez describe como “los exchicos de Pepe Blanco”, es decir Oscar López y Antonio Hernando, recordarán una comida en un restaurante muy próximo a la sede socialista de Ferraz en la que el entonces diputado les anunció su intención de competir en las primarias a la secretaria general del partido. La comida, según se cuenta, acabó muy malamente y con Sánchez dando un portazo porque los supuestos amigos se empeñaron en quitarle la idea de la cabeza en un tono bastante despectivo y frases del estilo “estás loco, Pedrito”.
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Todo apuntaba en efecto a que el ganador de las primarias sería Eduardo Madina pero la influencia de los barones y especialmente de la baronesa andaluza sobre la militancia fue tan efectiva que no hubo que buscar a Claudio tras las cortinas para hacerle emperador porque “Pedrito” se había presentado, era conocido por los afiliados de sus dos años dando tumbos de agrupación en agrupación y se suponía entonces que sería tan manejable como el mando de un scalextric.
No contaban sus padrinos con que Sánchez se creyera aquello de ser un secretario general elegido directamente por la militancia y apenas unos meses después empezaron las artimañas para darle cristiana sepultura política. No pudo ser en las municipales y autonómicas, donde tras su manotazo en la federación de Madrid logró salvar los muebles. El golpe de Estado, tal y como se ha contado aquí mismo, se preparaba para las generales y de no haber mediado el resultado de todos conocido y que, asombrosamente, le permite ser el único candidato con posibilidades de formar gobierno con sus escasos 90 diputados, de las únicas flores que estaríamos hablando ahora serían las de una corona mortuoria con cinta morada incluida: “Susana y los tuyos no te olvidan”.
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Las maniobras internas se han sucedido desde entonces hasta el punto de que la competición para ponerle palos en las ruedas ha adquirido tintes olímpicos. Descartada la “gran coalición” y achicado su campo de juego con la línea roja del referéndum catalán, sus detractores se han sentado a esperar una repetición de elecciones en las que puedan imponer otro candidato socialista.
Todo parecía conducir a ese escenario. Una vez constatado que el PSOE no está dispuesto al suicidio definitivo apoyando un gobierno del PP, la repetición habría sido un mal menor para Rajoy que también aspira a mantenerse en el machito y hacer bueno el voto útil contra Ciudadanos. Y, al menos a prioiri, habría beneficiado a Podemos, que en medio de la descomposición interna del PSOE hubiera intentado el sorpasso para convertirse en la primera fuerza de la izquierda. Los de Pablo Iglesias contaban además en la repetición de los comicios catalanes, donde confiaban en cobrar impulso emulando los resultados de las generales.
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La formación del nuevo Gobierno catalán ha desbaratado estos planes y lejos de aumentar la presión sobre el PSOE para aceptar la dichosa ‘gran coalición’ con el PP abre a Sánchez nuevas posibilidades a la hora de negociar con Podemos una alternativa a Rajoy. ¿Entendería un votante de izquierdas que la celebración de un referéndum en Cataluña fuera un requisito sine qua non para formar Gobierno en España cuando los inquilinos de la Generalitat ya han decidido seguir el camino de la declaración unilateral de independencia? ¿Asumiría ese mismo votante que por ese motivo se rechazara la posibilidad de echar abajo las grandes leyes del PP, no se acometieran los planes de emergencia social que tanto se han pregonado y se diera la oportunidad a la derecha de reorganizarse?
Si no destroza la flor con una mala postura en el sofá de casa, Sánchez está en condiciones de esgrimir estos argumentos a sus potenciales aliados y ante la opinión pública. En el manejo de los tiempos y en su habilidad para trasladar que no será el PSOE el culpable de una ruptura de las negociaciones que den al traste con un hipotético gobierno de izquierdas tiene “Pedrito” la oportunidad de salvarse. Llegados a ese punto, es muy posible que el pacto sea inevitable. Veremos entonces si la baraka era real o de mentira.
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