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Opinión · El grito en el suelo

Fukushima

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1.

Lo nuclear que andaba tan pujante

que le doblaba el pulso a Zapatero

(firmaré, declaraba, aunque no quiero)

se chernobilizó, Luzbel mediante.

Al infierno se han ido en un instante

por culpa del seísmo traicionero

los nuevos alquimistas del dinero

que convierten el átomo en diamante.

Yo me pongo en la piel de Murakami

que tiene que lidiar con un tsunami

apocalíptico según san Juan.

La isla del espanto de Hiroshima

hoy afronta el horror de Fukushima

como un Mishima enfrente del Big Bang.

2.

Pobrecito Japón tan educado,

tan estajanovista de la empresa,

tan imperial, Pearl Harbor con princesa,

tan samurai, tan geisha, tan Mikado.

Tan críptico para el recién llegado,

tan Nikon, tan lunita japonesa,

tan pasado que abriga pero pesa,

tan posmoderno, tan desesperado.

Einstein, cuando fue aprendiz de brujo,

blasfemó viendo el hongo que produjo,

horrorizado ante el último tren.

Akihito es el candado, no la llave,

los expertos no saben lo que saben,

nuclear es el miedo todo a zen.

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