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Opinión · El grito en el suelo

Las nueces y el ruido

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Se desangró la infamia del pepino

a mitad de camino

del infierno,

la Merkel se desdijo tarde y mal

soplando el vendaval

del desgobierno.

Cómo meterle mano al Partenón

con luces de neón

pasteurizadas,

Irlanda y Portugal, polka y saudade,

malecón de humedades

disecadas.

Diccionario Biográfico, qué burda

colección de palurda

hagiografía,

Franco el autoritario no dictaba

las muertes que firmaba

a sangre fría.

Imputados en las instituciones

los primos de Al Capone

cinco estrellas,

ladrillo y comisión a plazo fijo

ponen un crucifijo

en la paella.

Intereconomía pasa el cepillo

que anuncia un monaguillo

en La Gaceta,

¿qué coño pinta Pablo Castellanos

cambiando de villano

y de chaqueta?

Pues anda que la Alberdi, cruz de guía

de la misantropía

del socialismo,

ella que quiso ser la Bachelet,

rojísima starlet

del feminismo.

En la bancada azul del Parlamento

conviven el portento

y el mendrugo,

las nueces y el ruido son excesos

del corazón sin hueso

de Jabugo.

Anuncié otro domingo que el Perú

se rinde a Belcebú

memento mori,

Vargas Llosa inclinó a favor de Humala

su prosodia antibalas

Fujimori.

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