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Opinión · El grito en el suelo

Y sin embargo Anita

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Y sin embargo es mi canción de amor

menos contrita,

doméstica bolita de alcanfor,

agua maldita,

canita al aire para respirar

versos impuros,

cuando la sopa boba conyugal

sabe a bromuro.

Es una historia de azufre indolente

chapada en oro,

si se me olvida la letra la gente

se inventa el coro.

Nunca soñé deshojar en Las Ventas

la margarita,

ni que quisiera endulzar mis tormentas

la dulce Anita.

Como un delfín del sur que pierde el norte

viajó mi son

y mi bombín por fin brilló en la corte

de faraón.

Mientras el cuore y la telengañifa

venden zurrapa,

a mí me toca bailar en la rifa

con la más guapa.

Vecino soy de la calle del Oso

donde creció,

por eso nunca le digo a su esposo:

Víctor soy yo.

Como mi lengua rima en consonante

con su postigo,

ahora que mengua la luna menguante

cuenta conmigo.

Cuando indignada la airada protesta

viene empujando,

sepan ustedes que la Pili Cuesta

sigue cantando.

Y sin embargo este infiel trovador

sentimental

que en el pasado fue más pecador

que musical

sin desmentir que el edén se la sopla

se pone a cien,

cuando le dicen que canta sus coplas

Ana Belén.

Gocen ustedes de sus gorgoritos,

mi la re do,

sin olvidar al póstumo flaquito

que los soñó.

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