Opinión · Entre leones
Ganó la democracia
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En el debate ‘a tres’ de El País ganó fundamentalmente la democracia y perdió el PP, que no acaba de enterarse muy bien de qué está pasando y pensando la calle.
Tras más de treinta años de elecciones libres y democráticas en España, los debates electorales deberían ser un derecho de los ciudadanos y una obligación de los candidatos.
Sin embargo, una vez más –Aznar y Rajoy eludieron debates ante Felipe González y Rodríguez Zapatero cuando se vieron como claros ganadores-, el PP ha cerrado la puerta al salto de calidad que representan los debates electorales.
La ausencia de Mariano Rajoy supone en sí misma un desprecio a la propia democracia, que, como se ha podido apreciar en los últimos años, ha inaugurado un nuevo tiempo político en el que los ciudadanos no son agentes pasivos, sino proactivos que quieren saber y comparar.
Como decía Iñaki Gabilondo, Rajoy ha pasado del plasma al ectoplasma, y, en línea con lo dicho por Pepa Bueno, se ha escondido tras Soraya Sáenz de Santamaría, que le sustituirá en el debate ‘a cuatro’ de Antena 3, como Mas lo hizo tras Romeva y dos más.
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En cuanto al debate en sí, el candidato socialista Pedro Sánchez, que era el que más arriesgaba en teoría al aceptar debatir con Iglesias y Rivera sin Rajoy, encontró su hueco ante los tiros cruzados de los líderes de Ciudadanos y Podemos, y salió más curtido, más hombre de Estado y, sobre todo, más limpio, más valiente y más solvente.
De todos, sin ningún género de dudas, de cara a la pelea ‘a dos’ que dirimirá estas elecciones, fue quien más ganó a pesar de que las votaciones poco rigurosas en el periódico indicaran lo contrario. En el debate de Antena 3, es previsible que los réditos sean mayores.
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Rivera logró situarse en el centro gracias a su estrategia de eludir criticar abiertamente al PP y a Rajoy. Pero despidió con ello un tufillo a nueva derecha por los cuatro costados, y por momentos, sus dotes de encantador de serpientes quedaron eclipsadas por su pose de joven opositor a secas.
Por su parte, Iglesias completó toda la noche un notable ejercicio de moderación, que sin duda tenía como principal objetivo arañar votos en el centro a costa de dejarse en la gatera esa radicalidad que le aupó meses atrás como la estrella más emergente de todo el universo político español. Al final, quedó como un buen profesor universitario a secas.
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Los tres serán actores principales en esa nueva España que estamos obligados a construir para salvarnos todos.
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