Opinión · Comiendo Tierra
Trump ha perdido: las fake news hoy no mienten
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Hoy hemos visto en la patria de los derechos humanos y la libertad, a corresponsales de la CBS cubriendo el recuento electoral con chalecos antibalas.
Hubiera sido mucho mejor que antes de tener que ir a unas elecciones como en otros países se va o a la guerra o a enfrentarse con pistoleros, los medios de comunicación no hubieran dado tanto espacio a un tipo que ha hecho que las elecciones norteamericanas se vean a la altura de las de Sierra Leona cuando se presentó Charles Taylor.
Ha estado bien que los principales canales de televisión norteamericanos rotularan mientras hablaba Trump desde la Casa Blanca diciendo que todo lo que estaba afirmando eran mentiras. E incluso ha estado bien que hayan cortado la transmisión porque estaba alentando disturbios en las calles.
En España, estamos acostumbrados a que los mismos que han invitado a la Fundación Francisco Franco hasta la saciedad, los mismos que invitan a sus espacios a mentirosos como Inda, los mismos que dan pábulo a las mentiras difundidas por Villarejo y las cloacas con ayuda de los medios de comunicación vinculados a Villarejo, corten la comunicación cuando Pablo Iglesias está hablando en el Parlamento.
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El comportamiento de los grandes medios norteamericanos no es una señal de honradez. Es la prueba de que Trump ha perdido, porque los grandes medios no confrontarían con Trump si pensaran que iba a repetir como Presidente de los Estados Unidos. Hasta Fox News, del desecho periodístico que es Murdoch, el que se inventó y progagó la mentira de las armas de destrucción masiva en Iraq, ha discutido con Trump. Por cierto, las mentiras de Murdoch en España las propagaron, con ayuda de Aznar, prácticamente el cien por cien de los medios de comunicación.
Esos mismos medios son los que hoy están diciendo que el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos está construyendo un Ministerio de la verdad. Los medios que, por cierto,defendieron la Ley Mordaza del PP. Hace tiempo que muchos periodistas dejaron de respetarse a sí mismos, seguro que en parte por la propia precariedad de la profesión. Me imagino que los periodistas que hablaron dando por ciertas de la caja B de Podemos, de la financiación ilegal de Podemos, de las malversaciones, de las denuncias de Calvente, cuando regresan a casa, les pasa como a los comisarios que trabajan en casos muy sucios, que les dicen a la gente que quierenque mejor no hablar del trabajo.
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En 2018, el PP, apoyado por Ciudadanos y el PSOE, aprobó un plan acción contra la desinformación. Que es lo que ahora desarrolla el procedimiento de actuación contra la desinformación del Consejo de Seguridad Nacional. Básicamente busca: “atajar la desinformación (…) Examinado la libertad y pluralismo de los medios de comunicación”. Ósea, casi nada. Lo que es indudable es que el PSOE ha comunicado esto con formas más propias de la TIA de Mortadelo y Filemón que de la CIA. Y ha dado alas a los del ruido.
La democracia en toda Europa, nadie puede dudarlo, está en un atolladero. Claro que el desarrollo de la red ha creado nuevas vulnerabilidades. Pero la solución no puede significar dar marcha atrás en el Estado de derecho.
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En España, los gobiernos nos han mentido, por ejemplo, con las armas de destrucción masiva en Irak o achacando a ETA los atentados del islamismo radical de Atocha. Los gobiernos, tanto del PSOE como del PP, han utilizado al CNI para cosas ilegales, por ejemplo, para salvar el trasero tanto al Rey emérito como a sus etcéteras. Los gobiernos del PP, igualmente, han utilizado medios ilegales para investigar a adversarios políticos, para destruir pruebas que les incriminaban o para inventar pruebas.
No en vano, los gobiernos han hecho de los asesores en medios, de los spin doctors, ejes centrales de su tarea política, de manera que controlan algunos medios, domestican a otros y se enfrentan a los que trabajan para el adversario. Es evidente que algo hay que hacer con las mentiras.
Como vemos en Estados Unidos, si engañas al pueblo, la democracia degenera, como bien vio Aristóteles en la deriva demagógica de la politeia. La solución no pasa por golpear las libertades y el control al poder. Muy al contrario, pasa por inyectar sociedad civil -organizaciones de usuarios- dirigidas a evitar las mentiras en los medios, por hacer leyes antimonopolio, por desligar los medios de comunicación de las grandes empresas ajenas a la comunicación, por articular leyes para que las mentiras, especialmente si se prueba que son interesadas, se paguen muy caro.
No hay que olvidar algo esencial. Hoy, una parte de los terroristas, están operando, intoxicando, en los medios. Llevan trajes caros pero la democracia les importa muy poco.
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