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Tecnología para personas desplazadas

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La tecnología en sí misma no tiene por qué ser mala. Lo hemos podido comprobar de primera mano durante el reciente confinamiento, cuando las viodellamadas/videoconferencias, sin ir más lejos, hicieron más llevadero los meses de aislamiento. Son los usos de la tecnología los que provocan malas prácticas y, a la inversa. El reconocimiento facial, cuyos malos usos hemos denunciado en este mismo espacio en varias ocasiones, puede contar con su lado bueno.

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>La tecnología en sí misma no tiene por qué ser mala. Lo hemos podido comprobar de primera mano durante el reciente confinamiento, cuando las viodellamadas/videoconferencias, sin ir más lejos, hicieron más llevadero los meses de aislamiento. Son los usos de la tecnología los que provocan malas prácticas y, a la inversa. El reconocimiento facial, cuyos malos usos hemos denunciado en este mismo espacio en varias ocasiones, puede cont

En una reciente entrevista el representante especial de la Unión Europea para los Derechos Humanos (DDHH), Eamon Gilmore, aseguraba que "el reconocimiento facial ha facilitado la reunificación de los refugiad@s con sus familias, las bases de datos digitales han permitido identificar a las víctimas de desapariciones forzadas".

Según datos de ACNUR, en el mundo existen cerca de 80 millones de personas desplazadas. Cuando esto sucede, además del reagrupamiento familiar, uno de los problemas a los que se enfrentan las personas para su asentamiento es la indocumentación que, entre otras consecuencias, dificulta encontrar un trabajo.

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Existen soluciones, basadas en tecnología block-chain, que pueden contribuir a resolver esta problemática. Una de las que más elogios se ha ganado en los últimos tiempos es Homeward, desarrollada por el laboratorio de ideas Emerge, fundado por la hondureña Lucía Gallardo, considerada por el MIT.en 2019 entre las personas innovadoras menores de 35  más influyentes de Latinoamérica.

Podría resumirse en que se trata de un sistema de gestión de identidad y reasentamiento inteligente para poblaciones desplazadas. Homeward es un desarrollo de varias capas que reúne información biométrica de las personas, datos de su potencial de empleabilidad (cualificaciones, CV...) y preferencias, datos geoespaciales temporales y una infraestructura de clave pública con la que es posible disponer de una identidad digital única que autogestiona la persona desplazada. De esta manera, las ciudades de acogimiento pueden hallar respuesta a algunas de las preguntas que frenan los reasentamientos, especialmente para las Administraciones reticentes.

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Básicamente, las dudas que aparecen con las personas migrantes indocumentadas son ¿quién eres?, ¿eres quién dices ser? y ¿has sido esa persona todo el tiempo? A las dos primeras preguntas responde el perfil biométrico, a la tercera, la tecnología block-chain, que permite una cadena de custodia para permitir que las personas prueben una identidad validada en el tiempo.

Más allá del debate que se puede abrir sobre el Gran Hermano que pueden suponer estos controles, lo cierto es que la identidad se ha convertido en la condición imprescindible para acceder a buena parte de las sociedades modernas y el Banco Mundial estima que en el mundo hay cerca de 1.200 millones de personas que no tienen forma de demostrar quiénes son. Hace unos años, la Oficina del Refugiado de Noruega llegó a determinar que el 70% de las personas refugiadas de Siria carecía de identificaciones básicas. Homeward termina funcionando como un sistema de identidad digital portátil.

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Esta solución simplifica la identificación de oportunidades de empleo en diferentes ciudades, facilitando de esta manera el reasentamiento. No se trata únicamente de detectar coincidencias de oferta y demanda de empleo, sino que la Inteligencia Artificial (IA) que entra en juego también es capaz de identificar condiciones de la ciudad de destino, tales como el tamaño de la comunidad de misma nacionalidad para disponer de una red de apoyo inicial, datos económicos locales, el tamaño de la familia para que ésta permanezca junta, etc.

Cuantas más ciudades entren en el sistema, mejores son los resultados tanto para las personas desplazadas como para los lugares de reubicación, que evitan una sobresaturación y cubren vacantes de empleo de manera eficiente. Lejos de ser una carga, como trata de presentarlas buena parte de la derecha y extrema-derecha, las personas migrantes y refugiadas tienen mucho que aportar, más aún en sociedades envejecidas como la española.

El año pasado Homeward arrancó una experiencia piloto en Siria con cerca de 10.000 refugiad@s y con otros 10.000 de migrantes de América Central y el Caribe. Los planes pasan por extender el proyecto a EEUU, Canadá y Europa en 2021, así como a personas desplazadas internamente o por desastres naturales, personas sin hogar, etc.

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