Opinión · La oveja Negra
'Canciones de sangre': el gozo de leer
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Una de las mejores experiencias que se puede tener como lector es la de perder la cabeza por un libro. Dejar que se apodere de tu mente. Que invada tus rutinas, tus necesidades. Ir a trabajar, comer, la familia, bajar al bar, ir al médico, hacer tus necesidades fisiológicas, mantener relaciones sexuales. Dormir. Operarse de apendicitis. Todo se convierte en secundario. Tu mente solo tiene un objetivo: seguir leyendo. El libro te domina, y es una sensación maravillosa. Sentirse poseído por un libro. Cuando esto ocurre, ya no hay exorcismo que valga. Lo llevarás dentro de ti de por vida.
Desgraciadamente este fenómeno se padece en contadas ocasiones. Y, por mi experiencia, rara vez se produce con libros superventas o con grandes recomendaciones. Me ocurrió con Misterios, de Knut Hansum; con Prótesis, de Andreu Martín; con Meridiano de Sangre, de Cormac McArthy (cuando era un tipo que escribía novelas de vaqueros que no interesaban a nadie); con Jazz Blanco, de James Ellroy (1.200 ejemplares se vendieron de esta novela en España en su primera edición); con Los amigos de Eddie Coyle, de George V. Higgins (incomprensible que aún sea tan desconocido entre los amantes del género); o con cualquier novela de David Peace (elijan ustedes, todas son la hosti…)
Y a esta lista tengo que añadir Canciones de Sangre, de Jake Arnott editada hace ya unos cuantos años por Roja y Negra. Podía haber elegido cualquiera de las otras dos novelas que se han traducido de este autor, Delitos a largo plazo y Crímenes de película.
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El West End londinense bulle. Es 1966. El año en que Inglaterra acoge el Campeonato del Mundo de Fútbol. Hay que limpiar de estafadores y prostitutas esta parte de la ciudad. Frank Taylor y Dave Thomas forman parte del dispositivo policial especial. Durante un control rutinario descubren el hilo que puede conducir a algo mucho más grave: Una trama organizada de corrupción dentro de la policía. Billy Porter es un delincuente de poca monta que va a dar un golpe con otros delincuentes aún más insignificantes que él. Las cosas se tuercen y acaba asesinando a tres agentes. Comienza una huida que le convertirá en el hombre más buscado durante años. Un joven periodista sigue el caso. El crimen de los policías es el golpe de suerte que estaba esperando. Pero despierta unos instintos siniestros que no puede resistir.
Hipnótica, exquisita, brutal. Arnott escribe con un bisturí. Su precisión en el lenguaje, en la creación de ambientes, en las descripciones de las distintas épocas, en el cincelado de los personajes. Una novela rotunda, como un puñetazo. Inolvidable como el primer beso. Necesito que se traduzcan más novelas de Jake Arnott. Hola, mi nombre es Carlos Augusto. Y soy adicto.
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