Opinión · La verdad es siempre revolucionaria
Abogados de Atocha
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En este 24 de enero se cumplen 43 años del asesinato de los abogados de Atocha. Hoy hemos homenajeado en la plaza de Antón Martín a los cuatro abogados y un empleado administrativo que fueron asesinados a tiros en su despacho de la calle Atocha 55. Por los sicarios fascistas. Cuatro abogados más fueron heridos. Enrique Valdevira Ibáñez, Luis Javier Benavides Orgaz, Francisco Javier Sauquillo, Serafín Holgado y Ángel Rodríguez Leal no sobrevivieron. Miguel Sarabia Gil, Alejandro Ruiz-Huerta Carbonell, Luis Ramos Pardo y Lola González Ruiz quedaron malheridos con secuelas de por vida.
Uno de los asesinos se escapó, se supone que a Francia y ha estado en libertad todos estos años. Las condenas de los demás fueron muy benignas y permitieron que se les dieran permisos penitenciarios lo que aprovechó uno de ellos para huir. De los autores intelectuales y de los responsables políticos que dieron la orden y organizaron el operativo no se ha sabido nunca nada. Seguramente eran ministros y policías y después tendrían altos cargos en las grandes corporaciones de nuestro país. La vergüenza eterna basculará siempre sobre España.
Esta masacre se ha perdido en la desmemoria de nuestra ciudad. Se le ha puesto el nombre de Abogados de Atocha a una calle de varios pueblos de la Comunidad de Madrid: Alcalá de Henares, Móstoles, Rivas VaciaMadrid, Fuenlabrada, en Alcorcón, y hasta en Salamanca, MENOS EN MADRID. Y eso después de los mandatos municipales de Tierno Galván y Manola Carmena.
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Cuando gobernando Carmena se pretendió quitar de las calles el nombre de los fascistas, escritores y militares golpistas, la Comisión encargada, liderada por Andrés Trapiello y Francisca Sahuquillo, tuvo la desvergüenza de justificar el mantenimiento de algunos nombres, alegando que “hay que rechazar, desde luego, todo ánimo revanchista”. Frase que sin duda hubiera suscrito Manuel Fraga Iribarne. En España, en 8 décadas, ha sido imposible recuperar la verdad, la justicia y la reparación a que nuestros héroes y mártires se han hecho merecedores. Ningún otro país víctima de dictadura ha ocultado y mentido sistemáticamente como el nuestro sobre el horror y los crímenes de esa época.
En el homenaje todos éramos personas mayores o de media edad. Esta juventud actual que es el futuro del país desprecia su pasado y considera que toda su lucha consiste en escribir twitts. Son héroes y heroínas cuando se atreven a decir en su twitter algo que se sale de lo que la moda permite en ese momento, pero no se mueven para acudir al homenaje a los abogados de Atocha ni para asistir a manifestaciones y concentraciones que no sean las de su interés.
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Domina el posmodernismo que ha venido a anular la terminología marxista, a borrar la historia de nuestros predecesores, a despreciar los sacrificios que esas generaciones hicieron por legarnos un país más solidario y avanzado, a banalizar las tragedias que nuestra gente ha soportado durante un siglo. Hoy no es tiempo de estudiar la historia ni de extraer de ella las lecciones que nos explica. Nada vale que algunas investigadoras, pensadoras y políticas hayamos averiguado la verdad de nuestro triste periplo de derrotas y sufrimiento e intentemos divulgarlo. Pocas nos quieren oír, y sólo algunas de ellas se incorporan a la difícil y penosa tarea de proseguir la resistencia con la militancia diaria.
Mientras cada año, y será para la eternidad, se conmemora en Alemania el aniversario de la liberación de los campos de concentración y de exterminio, y precisamente este nuestro rey estaba en el de Auschwitz, en España nunca se explica que después de la guerra el franquismo instaló 396 campos de concentración donde murieron miles de hombres exterminados por el hambre, la sed, las epidemias y los malos tratos.
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Y nunca nuestro rey, nuestro porque nos han obligado a cargar con él, les ha rendido homenaje alguno. Ni tampoco el Parlamento, por más que Sánchez e Iglesias en sus twitters personales los hayan mencionado hoy. Ni el Ayuntamiento ni la Comunidad de Madrid, regidas por personajes que desearían proceder de la misma manera con todos a los que consideran rojos comunistas, según recuerda diariamente la Presidenta de la Comunidad, se proponen rendir homenaje a aquellos que dieron su vida porque nosotras alcanzáramos un poco más de libertad. Pero no olvidemos que a esos despreciables gobernantes les ha elegido el pueblo de Madrid, que después de la resistencia heroica frente al fascismo que protagonizó en los años 30 a menos no podía haber llegado.
Cuando hayamos desaparecido las generaciones coetáneas a los abogados de Atocha nadie les recordará. Y borrando su historia nos borrarán a todas. El país quedará en manos de ciborgs y transhumanos. Con algunos millones de trabajadores ignorantes, explotados y embrutecidos, porque tendrán que producir lo que se necesite y mujeres probetas porque quizá todavía las mujeres se sigan reproduciendo. Y cobardes. La distopía de 1984 será un Paraíso en comparación con lo que puede suceder en España.
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