Opinión · Fuego amigo
El mañana no les pertenece
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El otro día me despedía con el consejo de que os tomaseis un valium en previsión de lo que habría que oír y ver a lo largo del fin de semana, ante lo que se avecinaba como respuesta a la decisión del gobierno de conceder la prisión atenuada a De Juana Chaos. Prisión atenuada para un preso en peligro de muerte que las muy cristianas huestes de la extrema derecha, en su misión de invocar la guerra civil por la imposibilidad de alcanzar el poder mediante los votos, consideran poco menos que unas vacaciones pagadas en Marina D’Or. Os proponía acudir a los remedios de la farmacopea para manteneros serenos ante los extraños efectos que la luz provoca en los habitantes de la caverna cuando salen cara al sol con la camisa nueva.
Un fin de semana en que la extrema derecha dirigía la orquesta golpista, trayendo y llevando a los manifestantes “espontáneamente” de un lado a otro, convocados por sus emisoras, la Cope y Telemadrid, desde las sedes del partido socialista a los ayuntamientos, pasando por el hospital donde pasa sus presuntas vacaciones De Juana Chaos. Así, miles de demócratas de toda la vida, entre los que estaban Sáenz de Ynestrillas y Alcaraz, con pancartas como “España, una y católica”, “partido socialista, ladrones y terroristas”, Zapatero, cobarde”, llamando anticristo a Zapatero, coreando vivas a favor de Franco (¿pero no estaba muerto?) y cantando el himno nacional español con la letra fascista de Pemán, compartían espacio y afanes con Ruiz Gallardón, Aznar, Ana Botella, alcaldes y concejales del PP, y hasta Carlos Fabra, el presidente de la diputación de Castellón que tantas alegrías habrá de dar al buen nombre del Partido Popular en fechas no lejanas.
Ya os lo había avisado, pero muchos no me habéis hecho caso, a tenor de la discusión a cara de perro que habéis mantenido en este blog, reflejo, sin más, de lo que estaba ocurriendo en la calle. Debo confesaros que a mí me salvó el regalo de cumpleaños que me hizo mi chica: dos días en un balneario, sin teléfono móvil, sin internet (tuve que leeros al volver a este mundo ayer por la tarde), y apenas un breve contacto con los telediarios y los informativos de la radio para tener tiempo de reacción en caso de que la extrema derecha hubiese encontrado al fin al general dispuesto a hacerle ese trabajito por el que tanto suspira.
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Masajes anti estrés, chorros de agua, bañeras de hidromasaje tumultuoso, música del Renacimiento, y una piscina de agua caliente termal, al borde de un río remansado, todo un tinglado escapista para no oír los regüeldos de las vísceras de este país. En una de sus cálidas piscinas a la intemperie, humeante en su encuentro con la atmósfera helada, mientras llovía a cántaros sobre mi cabeza, recordé aquella receta de un médico sabio para preservar la salud durante toda la vida: “Mantén los pies calientes y la cabeza fría”.
Y gracias a que dediqué estos dos días a mantener la cabeza fría y los pies calientes, pude encarar con talante (¡qué hermosa palabra!,¡cuánto les joden las palabras hermosas como talante, compasión, diálogo!) la lectura de todos los post que pueblan este blog. De todos ellos quisiera recordar uno, que también llamó la atención de Veste, firmado por Melenudo, que nos remitía al video de la película Cabaret, en el que se recoge una de las escenas más escalofriantes de la historia del cine: el momento en que las juventudes hitlerianas, vivo retrato del ario perfecto, rubio, guapo, seductor, irrumpen en una terraza al aire libre y entonan el bellísimo “Tomorrow belongs to me”, “El mañana me pertenece”, mientras su mensaje fascista iba contagiándose a las patrióticas gargantas de todos los presentes. Lo cantaban con parecida solicitud a la que más tarde emplearían para acompañar a los judíos a las duchas de la solución final.
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Por eso os pido que desconfiéis de quienes pretendan venderos que el mañana les pertenece. Les perteneció el pasado, y el hedor de su pólvora y su incienso todavía flota en el ambiente. Espero que el resto del Partido Popular, los demócratas de verdad, pongan freno a tanta desmesura, a esta forma suicida de jugar con fuego, y que tengamos la oportunidad de seguir defendiendo el futuro con la palabra.
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