Opinión · Fuego amigo
El motín de su tabaco, gracias
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El alcalde de Valladolid, el que sufría de calenturas cada vez que veía “la cara y los morritos” de Leire Pajín, ha insinuado que la Ley Antitabaco podría propiciar una cadena de delaciones al más puro estilo nazi: “Así empezaron cosas terribles en la historia de la humanidad”.
En el primer día de vigencia de la norma, un hostelero denuncia a dos policías por pedir la documentación a los clientes que fumaban en su local. Otro la emprende a mazazos contra la máquina de su tabaco(“¡gracias!”), la de su propio establecimiento. Un individuo amenaza a una enfermera que le llamó la atención por fumar dentro del recinto sanitario. Un cliente golpea al dueño de una bolera que le exigía que apagase el cigarrillo...
A mí, lo que me recuerda todo esto es al motín de Esquilache, el levantamiento del pueblo de Madrid contra el ministro de Carlos III, que había prohibido, por razones de seguridad, el uso de la capa larga y el chambergo, el sombrero de ala ancha.
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Esquilache es el mismo que adoquinó las calles de Madrid, una cochiquera maloliente hasta entonces, donde los cerdos compartían calzada con los madrileños, el que promovió la construcción de fosas sépticas y la canalización de las aguas fecales procedentes de los hogares. Cuando los madrileños protestaron, agobiados por tanto afán higiénico, se dice que Carlos III comentó: “Mis vasallos son como los niños: lloran cuando se les lava...”
Cierto es que en la revuelta de entonces subyacía el descontento creciente por el aumento del precio del trigo (acaparado en parte por la Iglesia, en parte por la nobleza terrateniente), alimento básico en la dieta de los más pobres, y la prohibición de Esquilache no hizo más que desatar los ánimos ya calientes. Hoy también hay quien quiere demostrar que la revuelta del tabaco es sólo la gota que colma el vaso del descontento generalizado por el alza de otros precios. Como el dueño de un asador de San Pedro de Alcántara, que definía el afán higiénico de Pajín Esquilache como una “cortina de humo creada por nuestro gobierno para tapar siete años de destrucción masiva de España”. Nada menos.
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Así que me temo que no tenemos remedio. Los españoles seguimos llorando cuando nos lavan, en este caso, los pulmones.
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