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Opinión · Fuego amigo

Que dice que nos cambia un climático por un primo físico

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Fue la comidilla de anteayer, de ayer, de hoy y, seguramente para desgracia suya, la del mañana. Alguien en su partido quiere cargarse el poco prestigio que le quedaba a Rajoy, haciéndole decir y hacer cosas extrañas para que nadie tenga dudas sobre la avería detectada en el pensamiento político del líder de la oposición. Hay momentos en que nos gustaría que nos tragara la tierra bajo nuestros pies. Como le ocurrió a un amigo mío que estuvo tirándole los tejos a una compañera de trabajo durante años hasta que cayó en la cuenta de que la mujer de sus sueños era lesbiana. Más buena que el queso y más rica que las pesetas, es verdad, pero resultó que en realidad le aguantaba porque estaba colada por su hermana.

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Supongo que ese debe de ser el sentimiento de Mariano Rajoy después de haberle tirado los tejos a la industria contaminante, después de haber declarado en público su amor a la derecha económica con su genial aportación al debate del cambio climático, torciendo para ello unas declaraciones de un primo suyo, físico teórico de la Universidad de Sevilla. El muy primo hizo unas declaraciones que, sacadas de contexto, acabaron siendo una ofensa y un desprecio a los meteorólogos y a todo el equipo científico del premio Nobel Al Gore. Y, de paso, una tomadura de pelo al electorado que tanto le quiere.

Lo peor, si es posible que haya algo peor, vino después. Porque, como la pertenencia a un partido es cuestión de fe, los sacerdotes que interpretan las palabras sagradas salieron en tromba a defender a su dios, un dios que debe de estar en estos momentos escondido debajo de una cama. “Es que Rajoy no quiso decir lo que dijo; le están interpretando mal”, vinieron a decir.

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Uno de los sumos sacerdotes fue Eduardo Zaplana, con zeta de Zaplana y no de Zapatero, que nos acusó a todos de haber sacado sus palabras “de contexto” porque Rajoy tiene suficientemente acreditada su “sensibilidad” y “preocupación” por este asunto. Otra vez el maldito contexto. Es como ese juego de niños en que se van diciendo algo al oído unos a otros hasta que, perdido el contexto, lo que ha entendido el último resulta ser un puro disparate: “Que dice Marianín que nos cambia un climático por un físico que anda haciendo el primo por la Universidad de Sevilla”.

Lo vino a explicar mejor Ana Botella, que en el Ayuntamiento de Madrid es concejala únicamente de Medio Ambiente, y por lo tanto sólo sabe de eso la mitad. “Precisamente lo que hace Rajoy es decir la importancia que tiene para el PP el cuidado del Medio Ambiente y no sólo el cambio climático, sino algo muchísimo más amplio”, dijo ella, oye, o sea. No hay como un buen intérprete de los designios divinos. Que dices en una cena, levantando un trozo de pan y un vaso de vino: “haced esto en memoria mía”, los sacerdotes, que son más listos que dios, lo convierten en misa dominical obligatoria. Que Mariano dice, alto y claro, que esto del calentamiento global es una paparrucha de científicos rojos, pues viene la sacerdotisa intérprete a explicar que lo que quiso decir Mariano es que está muy preocupado por las calenturas del globo terráqueo.

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Como siempre, los esfuerzos de los sacerdotes por explicar las palabras absurdas de sus dioses acaban agravando el disparate original.

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