Opinión · Memento
“Si el público no asiste a festivales que no incluyen a las mujeres, estos se verán en la obligación de incluirlas”
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Cada año sucede lo mismo y, con el crecimiento del movimiento feminista, se ha agudizado. Cuando se aproxima el 8 de marzo, los carteles de los eventos se llenan de grupos formados íntegramente o con gran presencia mujeres. Los ayuntamientos, salas y espacios televisivos corren a incluir en su programación este tipo de bandas, cambian sus logos a color morado e intentan coger la bandera del feminismo, pero sólo durante unos pocos días alrededor del Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Una vez termina esa semana, las mujeres vuelven a desaparecer de sus carteles y de su programación. Por lo tanto, las borran del imaginario colectivo.
Por ello, el Col.lectiu de Dones Treballadores de la Música Valenciana ha decidido decir basta y plantarse. Se niegan a ser utilizadas por estos espacios para colgarse medallas cuando el resto del año son olvidadas, ninguneadas y condenadas a la precariedad. Ante esta situación, han decidido no actuar el próximo 8 de marzo y hacer huelga. No quieren que nadie se lucre gracias a ellas obviando sus derechos como mujeres trabajadoras. No quieren las migas, quieren el pan entero.
Para esta ocasión, la entrevista no es individual y está realizada a varias mujeres pertenecientes al colectivo. Esto nos permite ilustrar que el mundo de la música no es sólo la voz principal y que la discriminación que sufre la mujer en el mundo de la música no es exclusivo de quien sube al escenario. Por ello es importante ponerle nombres y apellidos y también conocer su labor profesional.
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Hablamos con Monty Peiró, cantante y multiinstrumentista que, además de corista de numerosas bandas, forma parte de los grupos de rock Gran Quivira y Femme Fractal. Con Sandra Gràcia, gestora cultural y road mánager del grupo El Diluvi. Con Clara Calvo, con un largo recorrido como teclista y, actualmente, en las bandas Candela Roots y Saï Saï. Con Sabrina Martin, directora del grupo de música antigua A l’Antiga y profesora de clave del Conservatorio Profesional de música de Torrent y con Claudia Ferrández “Key Day”, cantante de jazz y frontwoman en proyectos con perspectiva de género como Nina Dinamita y la Swing Milicia o Café de Fel, líder de la formación de reggae groove Key & Board y cantante/corista en la banda de rock de Xavi Sarrià y el cor de la fera.
El próximo 8 de marzo se celebrará una nueva Huelga Feminista pero, en vuestro caso, tenéis una reivindicación particular para hacerla. Os habéis cansado de que os reclamen para el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, para colgarse medallas, y os olviden el resto del año, condenándoos a la precarización y la “invisibilización”. Es un hecho que lleva sucediendo bastante tiempo aunque, con el auge del feminismo, parece que se ha incrementado. ¿Qué os ha motivado a hacer esta denuncia justo ahora?
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Monty: En realidad llevamos desde 2015 juntándonos para denunciar este tipo de situaciones y, ya en 2016, algunas decidimos hacer huelga porque nos dimos cuenta de que no tenía ningún sentido tocar en marzo para instituciones o programadores que el resto del año no contratan mujeres. El año pasado, en la manifestación, ya fuimos muchísimas músicas juntas con nuestra propia pancarta. Lo que ha sucedido este año es que somos más y estamos más organizadas. La cosa está llegando a un punto en el que, si tienes un grupo de mujeres, cuando llamas a una sala para cerrar un concierto te dicen “¿y por qué no lo hacemos en marzo para el día de la mujer?”. Al final parece que sólo podemos tocar durante marzo para que alguien se cuelgue una medalla a nuestra costa y eso se parece muy poco a nuestra idea de igualdad. No nos interesan los actos cosméticos ni las celebraciones blanqueadas.
Clara: Pienso que es parte de un proceso natural, que va cogiendo forma y fuerza, porque cada una tenemos nuestro ritmo y forma de caminar. Yo llegué a València hace 2 años y medio y coincidió con mi profesionalización musical, en cuanto a entrar a formar parte en una banda seria, con objetivos, con mucho trabajo y dedicación y con compañeras y compañeros con mucha experiencia. Precisamente, compartir tiempo con estas compañeras, escuchar su trayectoria y conocer de primera mano las injusticias y machaques constantes por cuestión de género en el ámbito musical, te hace tomar consciencia casi a la fuerza porque, si hasta el momento no habías sido consciente o habías vivido más ajena a la problemática por no saber identificarla, cuando das el paso de escuchar y reflexionar, te estalla en la cara. Entonces es cuando empiezas a conocer y a compartir con otras compañeras y te das cuenta que somos muchas y muy potentes, el discurso coge solidez y seguridad y el movimiento se vuelve imparable.
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Claudia: Desde hace unos de años decidí no actuar el día 8 de marzo porque es vergonzoso ver cómo los ayuntamientos y casas de cultura se desviven por contratarte esa semana cuando el resto del año no se plantean el tema de la paridad. Sí es cierto que en el ámbito del jazz tal vez no sea tan escandaloso como en el rock o el pop, pero el hecho de encontrarme con compañeras de otras realidades musicales, con las mismas inquietudes, hizo que esta idea tomara fuerza. No es que lo denunciemos justo ahora, como dice Monty, llevamos tiempo denunciándolo. Pero tal vez ahora, como dice Clara, somos más y tenemos más fuerza.
Entre todos los casos que habéis sufrido, destacáis uno en particular referente a À Punt, la televisión pública valenciana y su programa Comediants. Concretamente, buscaban contratar a mujeres músicas para que actuara ese día en lugar de la banda que suele estar en el programa, que está formada por hombres. Habéis exigido una rectificación de la cadena, ya que decís que una televisión pública debería tener “valores representativos e inclusivos”. ¿Habéis obtenido algún tipo de respuesta por parte del programa o de À Punt?
Monty: Lo de À punt es sólo un ejemplo, pero hay miles. Nos parecía especialmente representativo de lo que queríamos denunciar porque ha sucedido este año y porque proviene de un ente público autonómico pero no deja de ser lo mismo que sucede una y otra vez. Pensamos que si tienes un programa con música en directo y durante todo el año la banda la forman hombres, que contrates mujeres un día al año es un acto hipócrita que en nada contribuye a la igualdad. Si te preocupa la situación de las mujeres en la música contratas una banda mixta y te aseguras que las trabajadoras tienen un sueldo y un trabajo como el de los hombres. Lo del programa especial son migajas que no queremos. Además, también nos parecía importante señalarlo porque ese tipo de banda en directo de programa televisivo es un espacio totalmente masculinizado, en el imaginario colectivo siempre son hombres los que tocan en ese tipo de bandas.
Del mismo modo, hemos manifestado en multitud de ocasiones que nos encanta cómo programas de la misma cadena como Territori Sonor o L’estudi cuentan con mujeres músicas todo el año y son la prueba de que se puede hacer. Pensamos que ese es el camino y por eso hemos señalado lo positivo. Y sí, hemos hablado con algunas personas de À punt y creemos que son conscientes de la situación y han tomado nota de nuestras reivindicaciones.
Clara: Este año hemos querido ir más allá de la simple demanda de más presencia femenina en los escenarios, queremos que el compromiso con la igualdad sea real en el mundo de la música, especialmente por parte de las instituciones públicas que se supone que nos representan a todas y todos. Y visto que esta demanda la han entendido mal y se ha traducido en un aluvión de contrataciones en marzo, como muestra de falso apoyo a la causa, no nos vale. Por supuesto que también queremos una toma de consciencia en el sector privado, pero los entes públicos han de tener un plus moral, y más siendo medios que se autoproclaman inclusivos, progresistas e incluso nombran el calificativo “feminista”. Entonces sí, tenemos el deber y el derecho de señalar las acciones que no nos parecen bien y más si pertenecen al ámbito musical, dentro de un conjunto que sí consideramos que está trabajado, y concretamente À Punt ha representado un cambio absoluto de modelo de televisión y radio autonómica del que también nos sentimos parte y nos sentimos orgullosas, pero eso no quiere decir que se haga todo perfecto y que no haya margen de mejora.
En otro de los puntos nos señaláis a los músicos hombres, ya que no consideráis favorables nuestras “esporádicas aportaciones, oportunista y reaccionarias”. ¿Qué podemos hacer para ayudar en vuestra reivindicación quienes consideramos legítimas vuestras peticiones?
Sandra: Implicación real y formación propia, las mujeres de vuestro entorno no somos centros de rehabilitación. Además, es muy importante tenernos en cuenta todo el año.
No sois nuestro enemigo sino nuestro apoyo hacia la transformación real del espacio pero, a estas alturas, no hemos encontrado casi ningún tipo de refuerzo. Sois conscientes de que el espacio es vuestro y os negáis a soltarlo. Dejad de menospreciarnos, de tenernos e infantilizarnos. En muchas cuestiones que señalamos estáis confusos y aturdidos. Parece que os preocupéis más de criminalizarnos, despreciarnos y rebatirnos que de hacer una crítica interna. Las cuestiones que os tenéis hacer son fáciles: ¿Qué estoy haciendo? Me siento aludido por la denuncia de mis compañeras, ¿cómo puedo cambiarlo?
Clara: En primer lugar (y lo más efectivo) sería empezar a dar toques de atención directos a los festivales y organizaciones de conciertos que no cuenten con vuestras compañeras de manera habitual y normalizada; que se encontrasen con la negativa de grupos. Aquí todo el mundo es consciente de que si un festival enseña la patita fascista o racista, muchísimos grupos sacarían a relucir sus ideales, su moral y sus valores y se negarían a participar. Sabemos que lo hacen y lo pueden hacer pero con el machismo se hace esa concesión, como que no es lo suficientemente grave como para desmarcarse y plantarse.
Hemos visto a los mismos grupos que se negaron a compartir escenario con un cantante sionista, no hacer lo propio por demandar compartir escenario con compañeras. Y para mi el mínimo de los mínimos que se puede hacer es que si no consideras esta situación lo suficientemente grave como para tomar partido y posicionamiento real, ahórrate el post de turno en marzo y no alardees de lo feminista que puede llegar a ser tu grupo. La clave a veces está en quedarse callados.
Monty: Es ridículo ver a grupos donde tocan sólo hombres hablar en femenino y tener un discurso feminista cuando luego no trabajan con ninguna mujer, tocan en cientos de festivales donde apenas tocan mujeres y jamás lo denuncian y cuando se ponen en la palestra ciertos temas que nos afectan, son los reyes del silencio. El feminismo, en el ámbito de la música, no puede ser un tema con el que hacer estribillos, ganar aplausos entre canciones o, en los casos más cutres, ligar con fans. Debe ser una herramienta transformadora de la realidad que nos lleve a tener mujeres arriba, debajo, detrás y delante de los escenarios en la misma proporción que hombres y cree espacios donde todo el mundo pueda sentirse cómodo.
Sin ir más lejos, Los Chikos del Maíz habéis hecho una reflexión pública en torno al machismo contenido en vuestras letras pasadas y habéis generado un debate en torno a eso, incluyendo, a partir de cierto punto, referentes feministas en vuestras letras. Eso puede ser un primer paso, analizar si tu grupo, tus canciones, el espacio que ocupas, el entorno de trabajo que creas, contiene machismo y tratar de revertirlo. Es decir: hacer y normalizar y no tanto ponerse medallas desde las consignas y después no hacer nada. Y si no, como apunta Clara, pues no hagas nada, pero ahórrate el cinismo de publicar una frase feminista el 8 de marzo.
También aprovecháis para pedir cuotas paritarias en las programaciones culturales. Hay que reconocer que en los últimos años ha habido avances en este sentido y comienzan a haber más grupos de mujeres en los festivales, fiestas de pueblo, conciertos públicos… Pero muchas veces esta programación también puede ser oportunista y acaba incluyendo grupos de mujeres para quedar bien pero relegándolas a horarios que no ayudan a la visibilización. ¿Qué opinión tenéis? ¿Es necesario que esa visibilidad también se dé con los horarios o es una lucha distinta
Sandra: Como bien indican nuestras compañeras del MYM (Mujeres y Música) en su artículo Cuotas en los festivales de música, ¿sí o no?, “las cuotas son un primer paso para conseguir un objetivo que sólo alcanzaremos si nos metemos de lleno en las políticas de transversalidad”. Es decir, para nosotras las cuotas son el medio pero no el objetivo. Parece ser que la única forma de que los programadores hagan un mínimo de caso a nuestras denuncias es a través de la exigencia. Por ello, exigimos las cuotas paritarias a sabiendas que, con la normalización de la feminización de los espacios, la propia inercia actuará por sí misma, con lo que conlleva que no solo se nos dé paso a pisar el escenario a mujeres cis, sino a todo aquello que sale de la cis-heteronormatividad.
Claramente los horarios también tienen que ver con nuestra denuncia. No nos valen los festivales que para ponerse la medalla feminista y callar nuestras reivindicaciones meten a tres grupos de mujeres en el cartel y luego las programan en las peores horas. A esto se le llama invisibilización y también forma parte de la violencia que se ejerce sobre nosotras. De esta forma ni se nos visibiliza ni se nos escucha, solamente se nos silencia.
Clara: Considero que el cumplimiento de cuotas y otra serie de medidas igualitarias son una herramienta para conseguir el objetivo, no son un fin en sí, sería ridículo que las propias mujeres no nos quisiéramos desprender de la etiqueta de “grupo de mujeres” y que quisiéramos que se nos contratara sólo por razón de género o por cumplir una pauta obligatoria. Pero es un primer paso hacia la normalización de la situación. Cuando tocar la batería o el bajo deje de llamar la atención, o subir a un escenario en chándal o sin responder a unos patrones estéticos heteronormativos. Es decir, cuando la mujer pueda estar en el ámbito de la música de la misma manera que lo está cualquier hombre a todos los niveles (calidad, técnica, presión estética etc...), entonces se dejará de exigir dicha normalización y buenas condiciones horarias, por ejemplo.
En mi caso, Candela Roots queremos que se nos considere una banda de reggae, que se nos contrate porque se quiere contar con nuestra música porque somos una opción tan válida como otras a la hora de programar reggae. Sin pasar por alto que la mitad de las personas que forman el grupo somos mujeres. En marzo hemos renunciado a conciertos institucionales relacionados con actos de la mujer pese al esfuerzo económico que supone para la banda. Pero creemos que esta situación se debe superar ya de forma definitiva y tenemos que dejar de alimentar y perpetuar esas dinámicas de contratación que no hacen más que relegarnos a un segundo plano musical.
A las instituciones públicas está claro que se les puede (y debe) exigir una paridad a la hora de programar conciertos y contratar personal pero ¿cómo se puede forzar a una empresa privada que contrate a profesionales mujeres para sus festivales
Sabrina: A través de la movilización y concienciación social. La sociedad dispone de un poder conjunto inmenso. Si el público decide no asistir a los festivales que no incluyen en sus programaciones a las mujeres, estos festivales se verán en la obligación de tener que incluirlas. Además, ejercemos un apoyo mutuo entre las personas que conformamos este sector. Es decir, como músico apoyo a mis compañeras (seas hombre o mujer). Esta solidaridad entre hombres y mujeres se puede ofrecer de muchas formas, desde contar con mujeres en los grupos musicales, hasta negarse a tocar en festivales que “invisibilizan” la labor de las profesionales en la música.
Sandra: Como bien ha dicho Sabrina, responsabilidad del público consumidor. Si cuando vemos un festival privado donde hay cero mujeres no compramos la entrada de forma directa lo estamos boicoteando, por lo que ellos mismos se replantearán la obligación de programarnos.
Haciendo un poco de abogado del diablo (y de paso creo que es una pregunta interesante que plantear y que podáis responder) cuando exigís cuotas paritarias, puede haber público que piense que lo primero debe ser la calidad musical o la profesionalidad de un técnico o una técnica a ejercer su trabajo. ¿Pensáis que esta discriminación tiene que ver principalmente con el género o puede haber algún componente más?
Monty: Hablando de músicas, quien piense que la escasez de mujeres en los escenarios se debe a que los programadores contratan exclusivamente por la calidad, está cayendo en una doble mentira: que las mujeres no tienen talento y que en los festivales solo tocan músicos de calidad. Las cuotas no van a servir para que mujeres mediocres le roben el espacio a hombres virtuosos. Van a servir para mostrar, precisamente, que hay mujeres de sobra para completar carteles paritarios con calidad. Es una falacia que no hay suficientes mujeres “buenas” para completar los carteles. Las hay y muchas pero no son visibles. En cuanto a técnicas y demás trabajadoras, exactamente lo mismo. Todos los espacios de la música (escenarios, locales de ensayo, estudios de grabación…) son masculinos y están absolutamente masculinizados, lo que puede no resultar especialmente cómodo para muchas mujeres, que perciben hostilidad en esos entornos.
Hay muchísimas dinámicas que cambiar para que los espacios musicales resulten inclusivos, para que se dejen de referir a nosotras como “mujeres en un mundo de hombres”. Nosotras hablamos de feminizar esos espacios, de dejar de considerar que los espacios son masculinos y a las mujeres “se nos deja estar” como invitadas. Como algo exótico y anecdótico. Reivindicamos que los espacios también son nuestros y tienen que resultar cómodos e inclusivos para todas las personas. Por supuesto influyen otros factores, no sólo el género. Yo llevo 20 años tocando en bandas de rock en Valencia y he conocido, en esa escena, únicamente a un músico homosexual, a dos personas racializadas y a una mujer trans. Por no hablar de que las mujeres no heteronormativas sufren muchísima más discriminación. Evidentemente, tenemos mucho que reflexionar y cambiar para que nuestros espacios den cabida a todo tipo de realidades.
Claudia: Como dice Monty, hay mujeres suficientes como para llegar y superar una paridad de calidad en carteles de festivales, pero no se trata sólo de eso. Estamos ante un problema estructural. Sí, hay mujeres de calidad y sí, desafortunadamente, hay menos que hombres. Vivimos dentro de un sistema patriarcal en el que ciertas profesiones que implican un estatus de poder han estado vetadas para las mujeres y, si añadimos el componente del ámbito público, todavía más. Las cuotas de niñas matriculadas en conservatorios ha ido creciendo durante los últimos años y van llegando hordas de grandes músicas (hablo sobre todo de mi especialidad, el jazz). Pero nos encontramos ante un círculo vicioso. Si esas niñas no tienen referentes a las que imitar, a las que seguir la trayectoria profesional; difícilmente se pueden imaginar recorriendo esos caminos y llegando a los escenarios.
Sandra: El problema está en que a nosotras se nos exige estar al 100% siempre. Ser las mejores, las más listas, las más guapas, las que mejor tocan, las sobresalientes. Y no, no lo somos. Al igual que no lo sois vosotros, porque somos humanas y estamos aprendiendo. Simplemente creo que se resumen en que vosotros tenéis toda la suerte de poder equivocarnos y nosotras no.
El capitalismo tiene esa capacidad de absorción y aprovecharse muchas veces de las luchas sociales, lo hemos visto en numerosos casos. Desde que las mujeres disteis pasos adelante y el feminismo se puso en el tablero de la actualidad política, han salido numerosas publicaciones relacionadas con vuestra lucha. ¿Es positivo y vale la pena aprovecharse de este boom para dar voz a numerosos libros que, en otra situación no habrían llegado nunca a ver la luz? ¿O pensáis que pueda acabar desvirtuando o individualizando una lucha con claro carácter colectivo?
Sabrina: Este movimiento en su mayoría de vertientes es muy positivo. Tal y como dices, hay acciones que se están logrando llevar a cabo gracias a la fuerza que están tomando nuestras reivindicaciones. El lado negativo, es que siempre aparecen oportunistas cuyo único objetivo que tienen es el de realizar su propio “lavado de cara” y, en ocasiones, se cuelgan medallas que no les pertenecen. Aún así, dentro del oportunismo de algunas personas a raíz del boom de cualquier acción social de tal magnitud, se logra un cambio de conciencia en miles de personas. Por lo tanto, siempre habrá individuos que se unan por un mero interés económico o social pero, en muchos de ellos, se producirá este cambio de conciencia.
El objetivo final del movimiento es un cambio colectivo en todos los estratos de la sociedad y ahora es el momento de aprovechar la oportunidad para dar a conocer la historia de la mujer, que tanto tiempo ha sido ocultada, a través de publicaciones discográficas, libros, artículos… Además, entre todas y todos continuar escribiendo esta historia que pertenece al conjunto completo de la población y no únicamente al 50% de esta.
Claudia: Nos encontramos ante un arma de doble filo. Sabemos que el capitalismo se apropia de cualquier lucha para alimentarse y esa instrumentalización duele. Pero no podemos negar el poder de alcance que están teniendo mensajes que hasta hace poco eran silenciados. Si gracias a este boom más escritoras o profesionales de otros ámbitos encuentran un lugar anteriormente denegado, será una victoria. Aún así me preocupa que el mensaje se acabe desvirtuado o se quede sólo en la superficie, ya que para la transformación colectiva se precisa también de una transformación interna que tiene su proceso, lleva su tiempo. Y las modas son modas y duran lo que duran. Adoptar una ideología y una lucha por moda y sin un discurso desarrollado, puede tener daños colaterales para el movimiento.
Sandra: La virtud (y éxito) del feminismo recae en la combinación y heterogeneidad del mismo: somos muchas y muy distintas. Ahora bien, este nunca puede ir de la mano del capitalismo. Nunca. De manera que no confundamos puro marketing capitalista y barato con realidad. Va a haber y hay gente que se va aprovecha de esto. Pasa, está pasando y lo estamos viendo cuando sacan un cartel donde las ilustradas sean mujeres y de raza exótica (claro). Cuando venden camisetas con mensaje “feminista”. Cuando grupos no mixtos (de hombres) sacan canciones hablando de feminismo. Pura moda, vaya. Todo pasa y todo pesa. Toda esta gente que se lucra de la “moda feminista”, terminará agarrándose a cualquier moda que pase de cerca y se olvidará de esto.
Por último, me gustaría conocer si vais a llevar a cabo algún acto específico el próximo 8 de de marzo y si pensáis llevar más allá de ese día vuestra reivindicación.
Monty: En realidad nosotras organizamos encuentros, mesas redondas, charlas, debates y cursos durante todo el año desde hace ya mucho tiempo. Nos gustaría continuar en esa línea y que el colectivo sea cada vez más grande y organizado. El próximo viernes iremos juntas a la manifestación, con nuestra pancarta, reclamando nuestros derechos.
Sandra: Lo que dice Monty, nos organizamos durante todo el año y estamos creando una red lo suficientemente fuerte como para mantenernos activas más allá del 8M/25N. El acto específico es unirnos a todas las mujeres trabajadoras: ser huelguistas y piqueteras. En este sentido, es importante que recordemos que el movimiento feminista de València sufrió una gran represión en el 2018, dejando 6.000€ en multas.
Sabrina: Nuestra reivindicación es diaria, no únicamente sufrimos las llamadas para colaborar en eventos el 8 de Marzo. El 25 de noviembre (día de la violencia de género) también es otra fecha en la que se acuerdan de nosotras. Nuestro colectivo no sólo existe en estos días, estamos activas todo el año con el objetivo de lograr esa presencia femenina en los escenarios durante todo el año. Al igual que el año pasado, este 8 de Marzo nos reuniremos para reivindicar nuestros derechos todas juntas.
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