Opinión · Merienda de medios
Elogio de Carla Bruni
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Han venido a vernos Sarkozy y Carla Bruni, o al revés, que tanto monta, dicho sea sin acritud. En la visita se abordarán temas menores como la lucha contra ETA y las mafias internacionales, la interconexión energética y la ferroviaria, la inmigración, la crisis económica, la futura presidencia española de la UE o a guerra de Afganistán, antes de que se despejen las grandes incógnitas del viaje: ¿vencerá el glamour de la Bruni a la sobria elegancia de Letizia? ¿La melódica Carla apagará la voz de soprano de Sonsoles?
El asunto tenía indignadísima de nuevo a Pilar Cernuda, que es mujer que no se apacigua ni con el yoga. “Estoy segura de que la princesa Letizia estará en su sitio y se vestirá como se viste siempre cuando viene alguna visita de Estado: pues en su estilo habitual y sin grandes alardes. Me parece todo una catetada, una paletada. Estoy de Carla Bruni que ya no puedo más”, afirmaba al borde del síncope en Onda Cero.
Rebajar la importancia de la primera dama francesa es una tremenda osadía o, si prefiere, une audace impardonnable. Alberto Sotillo lo explicaba con claridad meridiana en ABC. “El mayor logro político de Sarkozy es Carla Bruni (...). Es la musa mediterránea del optimismo, que es lo que necesita Europa para ganar confianza y salir de la maldita crisis”. Ya lo decía Verlaine: “Ella me enjuga el llanto del alma cuando llora/ y lo perdona todo con su sonrisa amante”. Suena reconfortante.
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Pero aquí nos empeñamos en hacer las cosas al revés y mandamos a la musa al Prado en vez de colocar a su marido un par de horas ante La carga de los mamelucos. “¿Para qué tanta cháchara, firma de papeles, si la solución está en sentar a una señora tan susurrante entre el rey y Zapatero y acordar allí, en el éxtasis de su voz, cuáles son las necesidades? (...). ¿Por qué el saber hacer de Carla Bruni no puede tomar la delantera, y conseguir acuerdos jugosos para la maltrecha condición de España?”, se preguntaba acertadamente Javier Durán en La Provincia.
«Patada de bajito»
Eso sí, mientras su mujer se pasea, Sarkozy está teniendo la oportunidad de explicar a Zapatero el comentario acerca de su inteligencia que, como escribía David Moralejo en La Razón, es “la clásica patada de bajito que duele un huevo y encima va a traición”. Ni te disculpes, Nicolas. Todo sea por una silla en el G-20, estilo Luis XV si es posible, que viste más.
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