Opinión · Merienda de medios
De China al cielo
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La historia se escribe desde el poder y, generalmente, es el poder el que impone a su capricho los límites del recuerdo. No conviene, por ejemplo, rememorar a diario que el régimen chino es un poco asesino, por eso de que sus dirigentes tienen delicado el estómago y controlan un gran mercado al que venderíamos nuestra propia alma por un precio justo. Así, se eligen fechas redondas para recordar sus fechorías, como ese veinte aniversario de la matanza de Tiananmen, cuyo saldo de muertos sigue siendo un enigma. Si aún no han contemplado la foto del estudiante frente a los tanques, dense prisa, porque hasta 2019 no volverá a mostrarse, y porque mola más ver a un chino suspendido en el aire corriendo con una antorcha sin que le persiga la Policía.
Con China, además, se tiende a relativizar. El castrismo ha de ser combatido para que los cubanos disfruten de la libertad lo antes posible, pero los chinos pueden esperar porque tienen mucha paciencia. Ese paladín de las libertades que es ABC lo explicaba con elegancia oriental: “China todavía no puede ser la sociedad democrática a la que aspiraban los que dieron su vida en la plaza de Tiananmen, pero, sin duda, algún día ha de llegar a serlo”. Largo lo fías, Expósito.
¿Bloqueo? ¿Condenas? Seamos pragmáticos. “En Occidente –recordaba Herman Terstch también en la monarquipedia– se ha impuesto en general la teoría de que en China (...) nos conviene un régimen cuyas dos máximas prioridades sean el orden y la garantía de los suministros de las exportaciones (...). Buenos negocios a cambio de indiferencia occidental ante el trato a sus súbditos semiesclavizados”.
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Entre tanto, evoquemos cada 10 años, como hacía Joaquín Luna en La Vanguardia, a esos estudiantes “ilusos” e “imberbes” que quisieron cambiar el rumbo de China, y denunciemos la censura que imponen sus gobernantes, aunque sin mencionar a las multinacionales que lo facilitan. “Esto lo hacen las autoridades chinas pero con la complicidad de los googles, yahoos, etcétera”, explicaba Joaquín Estefanía en la Ser. ¿Cómo es posible? ¿No le habíamos dado a Google el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades?
Verdad y beneficios
“Ser el único sol en el cielo chino nunca le podrá bastar para soportar la escisión que supone una verdad en la sombra”, escribía Xulio Ríos en El País a propósito del Partido Comunista. Lo que pasa es que la verdad es enemiga de los beneficios.
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