Opinión · Merienda de medios
Añoranza de las suecas
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Las predicciones apuntan a que este año, por eso de la crisis, vendrán menos turistas, esos pieles rojas que almuerzan a las 12 y se beben el agua de los floreros a cualquier hora. La profecía nos tiene en un sinvivir, porque ya se sabe que un hotel a pie de playa rinde más que un panel fotovoltaico y estamos hablando de la industria que mejor partido le saca al sol, que a fin de cuentas no es una energía alternativa en esto del PIB hispano.
Vaya por delante que si las suecas y las legiones de tipos con calcetines y sandalias no acuden en tropel, será porque les pilla a trasmano y no por falta de atenciones, que aquí somos muy mirados: organizamos cursos de parapente y de cometa en Cádiz (Diario de Sevilla); les ponemos un bibliobús en la playa y les invitamos a sardinas en Málaga (Sur); ya hasta montamos una semana de la peseta para que puedan pagar con la calderilla de otros años (Córdoba). Por poner un pero, nos falta alguien como Berlusconi, que promociona el turismo juvenil de Cerdeña, o como Paulina Rubio, que contaba en ABC que hace de embajadora de Quintana Roo, en México, que falta le hace con ese nombre: “En cada entrevista, animo a la gente que venga a nuestras playas”.
Manuel Prieto Peromingo, en La Opinión zamorana, ponía el dedo en la llaga de nuestros males con inusual perspicacia: “El público tal vez no se da cuenta, pero la rentabilidad de los establecimientos hoteleros está cayendo por el desplome de ingresos que se prevén”. Podemos culpar a los camareros, aunque, como precisaba Antón M. Espadaler en La Vanguardia, “el problema del servicio (...) no es de hoy”. O a los precios disparatados. Lo decía con más perspicacia todavía su director, José Antich: “El turismo de low cost tiene posibilidades de captar viajeros ingleses o alemanes”. La sagacidad periodísticano tiene límites.
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Tampoco faltan los sabotajes. De uno de ellos informaba el diario Levante: “La falta de civismo ha obligado al área de Turismo del Ayuntamiento de Benicarló a colocar un candado en la cabina de la ducha adaptada de la playa El Morrongo (...). En dos semanas, se han encontrado hasta tres veces excrementos en estas instalaciones”. Los hay guarros.
En patera
Pero no todo está perdido. “Están volviendo los excursionistas obligatorios. Dicho de otra manera: hay magrebíes en la costa”, advertía Manuel Alcántara en el Diario de Navarra. Y vamos nosotros y nos quejamos de la crisis.
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