Opinión · Merienda de medios
La guerra de las licencias
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Los fabricantes de la opinión prefieren ignorar que en un porcentaje elevadísimo de casos sus geniales aportaciones al debate público son ignoradas, olvidadas o, en el mejor de los casos, desatendidas. De la quebradiza memoria del auditorio se aprovechó Cela para cobrar durante años por la misma conferencia y de sus enseñanzas ha debido de tomar buena nota su viudísima, que ayer repitió en La Razón la misma columna que los lectores borraron de su memoria una semana antes. Marina Castaño podría estar toda la vida reflexionando sobre los cerdos, las trufas y la modernidad obsoleta sin que nadie reparara en ello, incluido el editor que sufre en silencio su sintaxis: “Me pregunto por qué envejece tan rápido lo novedoso”, dice Marina en su 2ª edición.
Convengamos en cualquier caso que para un columnista puede ser una tragedia que no le lea ni Blas, tanto como para una emisora no ser escuchada. En ese crujir de dientes están los damnificados por el reparto de licencias de radio en Catalunya, asunto que tiene en armas a la Cope, al ABC y a El Mundo. El parte de guerra lo firma Félix Madero en la monárquica cabecera: “Han castigado a Punto Radio por las informaciones que ABC ha publicado sobre el coche del jardinero Benach y otras bagatelas en tiempos de crisis. Le han dado una patada al centenario periódico en las posaderas de la joven emisora. ¡Qué valientes estos del CAC!”.
¿Que qué es el CAC? Federico I tira de diccionario en su versión mundana. “Sí, CAC, que en español de Cataluña es Comité Anti-Cope pero que cada idioma deberá traducir a su modo: Comité Autoritario para la Caspa, Centro Antiliberal Comatoso, Cauce Antidemocrático Cáustico, Cítrica Alianza Corrupia...”. De la alianza de los agraviados daba fe en las ondas el propio Losantos con una noticia de última hora: “Me comunican que a las 7.45 Luis del Olmo ha defendido también a la Cope del atropello”. Lo nunca visto.
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Según parece, lo que más ha dolido ha sido “el clamoroso silencio de los corderos de la prensa doméstica ante la última fechoría liberticida de la Banda del Tinell”, tal es la descripción de José García Domínguez en Libertad Digital.
El olor de ‘la peste’
A decir de Tomás Cuesta (ABC), los corderos que “abrevan en el barril de amontillado” (o sea, de Montilla) son “chupópteros mediáticos que pregonan las mieles y silencian las hieles, caganers adiestrados que plantan el zurullo donde mejor convenga...”. Cuesta entiende de eso: conoce tan bien la atmósfera catalana que Aznar le hizo director general adjunto del Forum Barcelona 2004; y ha sido director de programas de Libertad Digital TV, una concesión de Esperanza Aguirre en 2005 hecha con criterios profesionales: en el reparto de las 30 licencias sólo trincaron los afines al PP. “¿No olfatean la peste?”, pregunta. Completamente.
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