Opinión · Merienda de medios
El Rey y el euro de madera
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Al mensaje navideño del rey le ocurre lo que a Papa Noel. Hay que tener mucha fe para creer que un tipo tan gordo entra por las chimeneas y, ya puestos, hacer abstracción de que el sujeto va vestido con un pijama rojo y se ríe muy raro antes de permitir a los niños sentarse en sus rodillas. Por idénticas razones, nadie se atreve a decir que el discurso del monarca es más falso que un euro de madera, aunque todo el mundo sepa que se escribe en la Moncloa y no en la Zarzuela. Así, se alaba o se critica, obviando que sólo estamos ante un busto parlante que nos ameniza los langostinos.
Agapito Maestre cree en Papá Noel y, por lo que se ve, tuvo problemas de ardores con el pavo, que es muy indigesto. Sólo así se explica su virulencia navideña en Libertad Digital: “Creo que el Rey tampoco merece confianza alguna. No, Señor, usted no tiene credibilidad porque ha tragado, como el resto de la casta política, con la falsificación de España como nación”. ¿Nadie tenía a mano un alka-seltzer? Maestre se hubiera ahorrado la irritación de colon de haber leído a su colega Girauta, también en LD: “Nada, hombre, Señor, Majestad, que hace usted bien en decir generalidades porque es su papel, porque es Navidad y porque todos sabemos que se lo han escrito. No hay problema”. ¿Te das cuenta, Agapito?
Hay que reconocer, como apunta el editorialista del Diario YA, que el discurso coincide con “el abuelo chillando que su sopa tiene que ser sin sal”. Pero eso no es motivo bastante para sugerir que el jefe del Estado lleva en la inopia desde la coronación: “¿De verdad cree Su Majestad que el PP y el PSOE, con la inestimable ayuda de comunistas, separatistas y otras especies que no querrá el cielo que estén en extinción algún día, van a arrimar el hombro(...)? ¿No ha tenido Vd., señor, suficientes ejemplos en los últimos 30 años para estar convencido de lo contrario?”.
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La gran pregunta es otra. ¿A qué hora cenó en Nochebuena Luis María Anson? “Acaba de concluir su discurso en televisión cuando redacto estas líneas”, confiesa el académico en El Imparcial. Eso es pasión por la monarquía y por el periodismo. ¿Que cómo estuvo el rey? Lean: “Algunos creen que don Juan Carlos debería mojarse más. Yo no. A mí me parece que hace lo que debe hacer y en la debida proporción”.
Olor a naftalina
Lo que quizás le pierda al rey es el escenario. “Entre la realización austera, con ese fondo menos de palacio que de salón de bodas y banquetes lord Winston, y el matiz crepuscular que va adquiriendo el rostro del monarca, el mensaje navideño exuda olor a Ancien Régime”, opina David Gistau en El Mundo. En otras palabras, que el discurso huele a naftalina y así no hay manera de saborear el pato. Que conste.
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