Opinión · Merienda de medios
Cuba, un símbolo para la derecha
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No es cierto que la Historia esté detenida en Cuba. Fidel se jubiló de dictador, se puso el chándal y se hizo articulista. Sus discursos dejaron de medirse por horas y se cuentan por palabras. El último tiene doce: “Al cumplirse el 50 Aniversario del Triunfo, felicito a nuestro pueblo heroico”. Las profecías sobre un rápido desmoronamiento del castrismo sin el barbudo en jefe fallaron. Tanto han cambiado las cosas, que el régimen de un país insignificante que fue un emblema para la izquierda lo es ahora para la derecha, empeñada durante cinco décadas en derribarlo. Si los esfuerzos para acabar con Castro se hubieran empleado en terminar con las dictaduras del mundo, en China se harían caucus, primarias y hasta habría un presidente electo de origen tibetano.
Andrés Oppenheimer, que escribe en El País y en el Miami Herald, sentencia en el primero que “la revolución pudo haber sido justificada pero no valió la pena”. En 1992 Oppenheimer publicó 'La hora final de Castro', por lo que cabe deducir que su reloj tuvo algún problema mecánico. La Cuba subvencionada es, en su opinión, “un buen lugar para subsistir si uno esun holgazán, pero puede ser exasperante para el que tenga ambiciones u opiniones propias”.
Motivos para aborrecer la revolución tiene, sin duda, Alejandro Gómez Raga, periodista encarcelado en 2003, condenado a 14 años y liberado por las gestiones de la diplomacia española. Considera en ABC que el medio siglo de castrismo “ha erosionado la cordura, violado el optimismo y aniquilado la utopía”. El socialismo cubano ha sido un fracaso, en efecto. ¿Lo ha sido menos ese benéfico liberalismo que ha matado de hambre a millones de personas en América Latina y ha impuesto gobiernos títeres o dictaduras de encargo a mayor gloria de las multinacionales norteamericanas?
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“El sueño se jodió pronto”, afirma Antonio Lucas en El Mundo. “Las conquistas de la igualdad no pasaron de la democratización del daiquiri en Tropicana, del habano para todos, de Sartre y la Beauvoir disfrazados de derroche intelectual, de coartada”. Paralizada, que no muerta, Cuba asiste, según afirma en la página anterior el exiliado Raúl Rivero, “al velatorio del Frankestein del socialismo tropical”. No hay de qué preocuparse entonces.
La siembra
En rebelión.org Atilio Borón, argentino y polítologo, psicoanaliza una revolución que “inunda al Tercer Mundo de médicos, enfermeros, maestros, instructores deportivos; una revolución que siembra educación, salud y vida, contra un imperio y sus aliados que siembran ignorancia, destrucción y muerte”. Sólo faltó que la libertad germinara junto a la caña de azúcar y las hojas de tabaco. ¿Culpamos al clima?
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