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Opinión · Otras miradas

Peligro, rusos

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Pascual Serrano

Periodista

El conflicto catalán ha vuelto a poner en la palestra la recurrente tesis de la presencia de hackers rusos, omnipresentes siempre en toda coyuntura geopolítica convulsa. Las redes se hicieron eco de forma masiva y con tono bastante irónico del titular de El País del 11 de noviembre La trama rusa empleó redes chavistas para agravar la crisis catalana. Toda una carambola rusovenezolana digna del diario de Juan Luis Cebrián. En realidad el discurso no era nuevo, solo en septiembre desde El País publicaron La maquinaria de injerencias rusa penetra la crisis catalana, La red de injerencia rusa sitúa Cataluña entre sus prioridades para debilitar Europa, ‘Hackers’ rusos ayudan a tener activa la web del referéndum, Las redes prorrusas aumentan un 2.000% su actividad a favor del referéndum en Cataluña. Desde el gobierno, tanto Mariano Rajoy como María Dolores de Cospedal e Íñigo Méndez de Vigo se unieron a un discurso de acusaciones rusas más que anodino. Afirmaban una injerencia de internautas con sede en Rusia mediante "muchos" mensajes que circulan a través de las redes sociales con el objetivo de desestabilizar Europa. O sea, que unos tipos se ponen con unos ordenadores a enviar mensajes en las redes sociales y desestabilizan un continente. En EEUU no manejan un discurso muy diferente. Allí cuentan, más o menos, que los hackers rusos crearon perfiles falsos y lograron que ganara Trump las elecciones.

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La tesis de la conspiración rusa es difundida igualmente por las autoridades de la Unión Europea y los medios sin mayor explicación técnica ni pruebas: “La actividad de centros de intoxicación de las redes sociales desde Rusia o Venezuela ha sido probada fehacientemente en los principales acontecimientos políticos en Europa, ya sea el debate y del referéndum sobre el Brexit, las elecciones presidenciales francesas o la situación en Cataluña, siempre con la intención de desestabilizar al conjunto de Europa” (ABC, 21 de noviembre). Por supuesto, la OTAN también alerta: El Centro de Comunicación Estratégica de la OTAN pide a España que se proteja ante la injerencia rusa. Pero la realidad es que la unidad de la UE que analiza la propaganda rusa no ha detectado ni un solo caso de injerencia en el tema catalán.

La tesis antirusa comenzó denunciando a los medios rusos como agentes de propaganda y desinformación para pasar ahora a la acusación de ciberguerra. Ya en 2015, tras la crisis de Ucrania, la UE aprobó un millonario presupuesto para contrarrestar los medios rusos, a los que acusaba de desinformar y manipular. Se trataba de un equipo denominado East Stratcom, que difundiría información para neutralizar a los rusos. La tesis, claro está, es que ellos “desinforman” con sus medios de comunicación y ahora nosotros tenemos que destinar dinero para neutralizarles e “informar”. El pasado enero se volvió a aprobar un nuevo presupuesto para el East Stratcom.

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Lo curioso es que mientras la información que recibíamos se limitaba a los medios occidentales, nuestros gobiernos se presentaban como unos defensores absolutos de la libertad de expresión de los medios privados. Eran siempre “los otros”, rusos, chinos, árabes, etc... los que atentaban contra la libertad de expresión, impedían la libre circulación de nuestros medios y engañaban a sus pueblos con mentiras oficiales. Desde hace varios años, las potencias no occidentales como Rusia, China o Irán, conscientes de la batalla de la información en el tablero global, han puesto en marcha televisiones y agencias en castellano cuyos contenidos circulan por todo el mundo. La respuesta occidental ha supuesto romper totalmente con su anterior discurso. Ahora es Europa quien intenta a toda cosa que esos medios no lleguen a los ciudadanos europeos: las sanciones económicas a Irán fue la excusa perfecta para impedir que HispanTV use los satélites que permitan que su señal llegue a Europa, a la latinoamericana Telesur se le pusieron todo tipo de trabas burocráticas y económicas para poder ser vista en abierto en nuestro continente.

Lo curioso es que hasta el año 2016 una de las vías para la propaganda rusa en España era... el diario El País puesto que en el periódico de Prisa se incorporaba el suplemento Russia Beyond The Headlines (RBTH), propiedad de la compañía rusa de medios de comunicación públicos, o sea, financiado por el Kremlin, al igual que todos los medios rusos que ahora el propio periódico español está acusando de propaganda. Cuando El País cobraba importantes sumas por incluir esa “propaganda” el asunto no era tan importante, una vez que los rusos dejaron de pagar la cantidad requerida por Prisa se pasaron al lado oscuro.

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Ahora a Rusia no dejan de acusársela de difundir propaganda, intoxicar o directamente de piratear elecciones con sus hackers, junto con la televisión Rusia Today y con la agencia Sputnik. Y también ahora es Europa, siempre defensora de un sistema de medios privados, la que destina dinero público a contrarrestar la información rusa. Ojo, no a poner en marcha medios de comunicación públicos, participativos, plurales y con control democrático de sus representantes. Incluso han convencido a Google para que penalice a Rusia Today y a Sputnik en los resultados del buscador. Todo un ejemplo de respeto a la libertad de expresión.

Y es que con la libertad de expresión sucede como con la democracia y las elecciones. Solo vale si es para que la utilicen y triunfen los míos (o los que me pagan). Por eso si ganan las elecciones los malos en la República Española, en Chile, en Honduras o en Venezuela se acaba la democracia y les damos un golpe de Estado y si usan la libertad de expresión los rusos, los iraníes o los latinoamericanos les bloqueo las televisiones y les acuso de propagandistas o de hackers.

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