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Opinión · Otras miradas

La apuesta por Podem Catalunya: un proyecto en construcción

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Ruth Moreta

Ex secretaria de Organización de Podem Catalunya

Noelia Bail

Ex coordinadora General de Podem Catalunya

¿Qué ha pasado en Podem Catalunya?

Ha pasado casi un mes desde que la dirección estatal de Podemos, tras el anuncio de una consulta a nuestra asamblea ciudadana, la dimisión del Secretario General de Podem Catalunya, ha impuesto una gestora y cesado el Consejo Ciudadano de Podem Catalunya. Después de un tiempo de reflexión, diálogo y discusión, desde la autocrítica, algunas de las personas consejeras del cesado CCA creemos que es el momento de explicar a las personas inscritas y al conjunto de la ciudadanía nuestro análisis sobre lo que ha sido, lo que es y lo que esperamos que sean Podemos y Podem Catalunya.

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En enero del 2014 nace Podemos, un partido instrumental al servicio de la ciudadanía. Su lema: “asaltar los cielos”; su estrategia: una rápida victoria electoral; su objetivo: ganar para cambiarlo todo gobernando desde las instituciones. Muchas de nosotras sentimos y vivimos aquel intento de asalto a los cielos como la primera oportunidad que ofrecía la política para devolver el poder y las instituciones a las personas. Creímos (y creemos) que otra forma de hacer política es posible. Sin embargo, en estos casi cuatro años hemos visto que alcanzar el cielo de forma fulgurante implica costes: un decreciente protagonismo de los territorios; falta de autonomía para desarrollar agendas propias; confluencias precipitadas; ritmos marcados por las contiendas electorales; y un largo etcétera.

Asaltar los cielos ¿a pesar de nosotr@s mism@s? 

Aunque estas renuncias parecían incomprensibles para un partido joven nacido del hartazgo de la política de despachos y el reparto de sillones, los primeros resultados electorales en Europa y España mostraron que gran parte de los principios fundamentales básicos eran prescindibles en términos de éxito electoral a corto plazo (sólo se necesitaba un pequeño grupo tomando decisiones y la atención mediática para impactar). Tras tres años, y con perspectivas de resultados electorales menos impactantes, el lema asaltemos los cielos se ha desdibujado. El contexto político ha dado un giro de 180 grados y no ha existido (ni existe) un replanteamiento de la estrategia, los objetivos ni los fines que acompañaban a ese lema. Tampoco hemos asistido a una reflexión profunda sobre si una rápida victoria electoral es suficiente para superar las estructuras estatales y administrativas heredadas del postfranquismo. De hecho, los tempos que parecen marcar a Podemos y marcaron también en parte a Podem Catalunya son los del control de las alianzas electorales, y no los del empoderamiento de las bases y la apertura a la ciudadanía. ¿Nos hemos olvidado que vinimos a dar voz a quienes no la tenían? ¿Dónde quedó aquello de “la gente normal haciendo cosas extraordinarias”?

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En paralelo a este proceso interno Catalunya ha vivido (y continúa viviendo) un momento político excepcional. Desde posiciones que van desde la unilateralidad (de la que ahora muchos parecen abdicar) hasta las que abogan por un amplio consenso por el derecho a decidir mediante un referéndum pactado, Catalunya ha evidenciado los límites del actual marco constitucional del Estado. Pese a la legitimidad de la reivindicación, la respuesta del Estado liderada por el PP y apropiada por las élites ha sido la represión y la judicialización. Una respuesta que ha hecho resurgir una mentalidad heredada del franquismo que permanecía casi invisible. Si pretendemos continuar avanzando en la definición de la relación entre Cataluña y España y en el avance como sociedad democrática, es hora de hacer, como país, autocrítica.  Y es hora en Podemos de hacerla también.

Cuando vemos con tanta claridad la posición intransigente del Estado hacia lo que significa Catalunya, y no somos capaces de ver la propia de la dirección estatal hacia lo que es Podem, se impone una reflexión sobre qué nuevo camino trazar en la resolución de nuestros conflictos internos. Lo sucedido entre Podemos estatal y lo que considera su filial catalana -Podem- ha evidenciado que las formas de resolver los problemas territoriales en contextos plurinacionales se extrapolan del estado a las organizaciones políticas. La solución no ha pasado por la negociación sino por el cese de la dirección catalana, legítimamente elegida. Alguien podría decir que una consulta impuesta en tiempo y forma desde la dirección estatal de Podemos sobre la confluencia electoral con Catalunya en Comú debe leerse desde el descontento de muchos miembros de Podem con la dirección política, y que la gran participación en la consulta fue un claro no a la dirección saliente y un sí rotundo a la coalición.

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Que nadie se confunda ni induzca a errores. Lo que legítima y mayoritariamente se  aprobó en asamblea fue una unión electoral (ampliamente buscada y deseada), no un cheque en blanco para configurar las listas electorales a dedo, ni para perpetuar a una gestora, ni mucho menos para imponer por la puerta de atrás, una confluencia que acabe con lo que Podem significa para las que día a día lo estamos construyendo. Precisamente, el apoyo de la bases catalanas a la dirección cesada se explicitó en evitar una confluencia subalterna con Catalunya en Comú; y apostar por un lugar central de Podem en la futura confluencia,  que contenga en sus estatutos formas más radicales de democracia interna y un mayor compromiso con el cumplimiento de su código ético. Y que las personas candidatas sean elegidas por primarias en listas abiertas y no en base a acuerdos de despacho. Un tema de tiempos y urgencias, se dice. Bien, si dicha consulta sobre la coalición se llevó en cuestión de días, ¿por qué no hacer lo mismo con las primarias?

¿Y ahora qué? 

Frente a esta realidad y el desafío que supone, nos surgen algunas preguntas: ¿Sigue siendo útil un instrumento  político de transformación acomodado bajo los mismos principios organizativos que tienen las instituciones que pretende transformar? ¿Acaso existe una creciente contradicción entre lo que somos y lo que hacemos? ¿Qué hacemos la militancia de Podem Catalunya? ¿Qué papel jugamos las personas inscritas? ¿Partimos en retirada y abandonamos Podem Catalunya? ¿Nos resignamos a que nos indiquen qué y como hemos de hacer política? ¿O nos quedamos para reconstruir el proyecto político aprendiendo de los errores?

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El desencuentro de Podem Catalunya con Podemos estatal tiene de fondo -y seguramente de forma no explícita- la tensión entre la de necesidad de algunos, de organizar verticalmente un partido meramente instrumental y la realidad, de unas bases, de luchar por construir un partido político horizontal y transparente en su toma de decisiones.

Por ello, creemos que es imprescindible la autocrítica y tratar de aprender de los errores. Errores que como dirección de Podem Catalunya también cometimos priorizando, a veces, las urgencias y los fines a las formas e incluso por encima de la relación con las personas y las demandas políticas territoriales. Un partido que se autodenominó feminista pero tuvo una laxitud ante prácticas tóxicas que iban excluyendo a las mujeres de Podem. También, una organización con cierta permisividad política ante la inoperancia de algún Consejo Ciudadano Municipal que olvidó a las bases y que dichas bases, ahí sí, pidieron de forma mayoritaria el cese de esa dirección política. O el haber dado poca visibilidad pública al importante trabajo de organización y gestión interna que han sido los pilares de la organización. Errores que en Podem no debemos volver a repetir.

Hemos constatado cómo los hiper-liderazgos comunicativos son contraproducentes porque van en detrimento del poder colectivo y hacen al conjunto dependiente de un grupo reducido de figuras o líderes. Distribuir los liderazgos comunicativos implica fortalecer capacidades para la representación pública, y  para ello se debe promover la equidad de representación hacia la diversidad de voces. Es necesario empezar a descolonizar desde la práctica comunicativa para transformar desde el discurso.

Pero creemos también que el último año y medio, pese a los errores cometidos y fuera del foco y la atención de las cámaras, se han establecido las herramientas internas para dar la voz real a la gente y hacerla sentir partícipe de un proyecto amplio que es de todas. Creemos que la experiencia y las complicidades acumuladas este tiempo como parte de la dirección catalana, no deben perderse y serán útiles para la reconstrucción de un partido que clama ser reformulado si quiere su supervivencia territorial y política.

¿Un nuevo Podem?

Nosotras estamos convencidas de que es posible re-construir a Podem, de que pese a los desencuentros y las dificultades impuestas nuestro lugar es éste. Porque creemos, desde el respeto a las decisiones personales y desde la certeza que compartiremos luchas y objetivos en el futuro, que tratar de reinventarnos sin aceptar que nos equivocamos es el camino más corto para repetir los mismos errores. Porque existe la expectativa y el compromiso de luchar por una unión de las izquierdas que deje atrás sus diferencias pero no a cualquier precio. Queremos trabajar por un Podemos y por una  unidad de izquierdas que predique con el ejemplo y desde dentro. Que no se configure sólo desde la superioridad moral de una élite intelectual o “estudiosos”,  sino que legitime el conocimiento situado de la realidad de los barrios, de los pueblos y de la gente de a pie, que es el que ha hecho crecer a Podem y a Podemos.

Y es que nosotras tenemos muy claro que, al igual que Angela Davis, no aceptamos aquello que no podemos cambiar, si no que queremos a cambiar aquello que es inaceptable.

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