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Opinión · Otras miradas

¿Estamos más solos a pesar de estar más conectados?

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Nunca antes hemos estado tan conectados. Las redes sociales pueden fortalecer relaciones preexistentes y permiten establecer nuevas conexiones. Sin embargo, un uso excesivo puede hacer que nos sintamos más solos.

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La amenaza de la soledad no deseada

En España, el 92% de las personas tiene un smartphone y lo usa principalmente para comunicarse por mensajería instantánea con aplicaciones como WhatsApp. Nos comunicamos más con nuestros familiares y amigos por mensajería instantánea que cara a cara. De hecho, dedicamos cada vez más tiempo a la interacción con medios digitales. A pesar de ello, una de cada tres personas se siente sola.

La soledad no deseada tiene consecuencias negativas para el bienestar y la salud. Cuando es persistente, puede conllevar cambios negativos en nuestros sistemas nervioso, inmune y cardiovascular. La soledad no deseada puede incluso aumentar el riesgo de muerte en la misma medida que fumar y más que la obesidad y la inactividad física.

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Entonces, ¿es mejor el contacto cara a cara que la comunicación virtual?

Un pilar esencial en la felicidad son las relaciones sociales. Las personas que tienen más interacciones sociales cara a cara están más satisfechas y tienen un mejor estado de salud en comparación con aquellas con una red social limitada. Por su parte, la comunicación mediante plataformas digitales nos permite expresarnos y construir comunidad, pero parece tener un efecto negativo sobre el bienestar en personas que no disponen de una red de apoyo social.

Aplicaciones como WhatsApp nos permiten conectar con cualquier persona en cualquier momento. Sin embargo, el mensaje es más simple y perdemos los matices de tono de voz y expresión facial presentes en la comunicación cara a cara, fundamentales para un adecuado intercambio social. Además, parece existir un sesgo positivista en las comunicaciones virtuales, exponemos más los aspectos positivos que los negativos, por tanto, tenemos la impresión de que los demás tienen mejores vidas y son más felices. Todo esto puede generar altos niveles de ansiedad. Las experiencias negativas en redes sociales, una autoestima baja o una red de apoyo limitada podrían ser algunos de los factores que explicarían estos resultados.

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Si nos fijamos en los distintos grupos de edad, los efectos de las redes sociales parecen ser diferentes. Relacionarse exclusivamente a través de Facebook o utilizarlo de forma continuada podría crear dependencia y disminuye el bienestar en los más jóvenes.

Las personas mayores también hacen un uso frecuente del smartphone. Sin embargo, no se ha encontrado hasta el momento una relación entre usar redes sociales y soledad no deseada en este grupo de edad. Esto puede ser debido, como afirma la psicóloga de Standford Laura Carstensen, a que las personas cambian su perspectiva temporal a medida que envejecen. Esto hace que cambien sus objetivos y se hagan más expertas en manejar sus emociones, centrando más su atención a los aspectos positivos y la calidad de los intercambios sociales.

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¿Pueden ser útiles las redes sociales para disminuir la soledad no deseada?

Las intervenciones basadas en plataformas sociales virtuales podrían suponer una oportunidad para conectar y vencer barreras de comunicación. También pueden disminuir el aislamiento y la soledad no deseada que sufren algunos individuos. Es el caso de las personas de edad avanzada que viven solas en sus hogares y disponen de apoyos limitados. Algunos estudios afirman que el contacto a través de redes sociales virtuales no parece estar desplazando el contacto cara a cara sino reforzándolo.

En un trabajo reciente, Jennifer Chipps y su equipo de investigación revisaron la efectividad de programas basados en tecnologías digitales para reducir el aislamiento social en personas mayores. Gran parte de estas intervenciones se dirigían a fortalecer vínculos sociales preexistentes y aumentar las oportunidades para el intercambio social. Sin embargo, los autores señalan que la heterogeneidad de las intervenciones y la falta de rigor metodológico de algunos programas no permiten establecer conclusiones sólidas.

Saber desconectar en determinados momentos puede ser una poderosa estrategia para beneficiarse de ciertas dosis de soledad deseada. igorstevanovic / shutterstock

¿Hemos perdido la capacidad de disfrutar de la soledad?

Nuestro día a día transcurre en un mundo hiperconectado. La conectividad constante puede disminuir nuestro rendimiento. Podríamos pensar que, a medida que nos acercamos a la vida de los demás, corremos el peligro de alejarnos de nosotros mismos.

Estar solo no implica necesariamente un sentimiento negativo y en ocasiones puede ser necesario o beneficioso. La soledad deseada fomenta nuestra capacidad para conocernos a nosotros mismos, para reflexionar acerca de nuestra forma de pensar, sentir y actuar. A través de la soledad deseada también surge la creatividad. Es, en definitiva, un motor para el crecimiento personal.

En la última década ha habido un aumento del tiempo que los adolescentes dedican a usar pantallas en Estados Unidos. El uso de pantallas ha desplazado el tiempo que antes ocupaban otras actividades como leer, participar en actividades religiosas e incluso dormir. Actividades que podían facilitar en mayor medida tener un espacio para reflexionar, dedicar tiempo a uno mismo y disfrutar de la soledad.

Pero hace falta todavía más investigación para saber hasta qué punto las redes sociales son una barrera para disfrutar de la soledad deseada, quiénes son las personas que más afectadas se ven por este fenómeno y qué podemos hacer para conseguir encontrar momentos de encontrarnos con nosotros mismos. Todo apunta a que controlar nuestra conectividad y poder y saber desconectar en determinados momentos puede ser una poderosa estrategia para poder beneficiarse de ciertas dosis de soledad.

Redes sociales sí, pero utilizadas de forma adecuada

El uso excesivo o inadecuado de las redes sociales está relacionado con la soledad no deseada, pero no es el principal causante de la misma. Otros aspectos como el individualismo, el anonimato de las grandes ciudades, o la tendencia a vivir en hogares unipersonales pueden contribuir a la soledad no deseada en mayor medida.

Las plataformas digitales podrían funcionar como herramientas eficaces para el intercambio social constructivo pero también pueden hacernos más difícil encontrar momentos para estar realmente a solas con nosotros mismos. Limitar el tiempo de uso y priorizar la interacción cara a cara frente a la conexión virtual pueden llevar a una mejora significativa del bienestar.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation

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The Conversation

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