Opinión · Otras miradas
Chato, gigante de la resistencia
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"Verdad, justicia y reparación". En esa batalla estaba empleado a fondo y desde hace años Chato Galante. Un revolucionario constante, que siempre transmitió esperanza en la posibilidad de conseguir realmente un mundo más justo y solidario.
Explicaba con extraordinaria claridad que la dictadura franquista dejó una herencia, un legado con el que había que romper, necesariamente.
Se esforzó como nadie en el intento de acabar con la impunidad que concedió la transición a los responsables de los crímenes del franquismo.
Él padeció de manera muy directa y en carne propia la brutalidad policial. Habló una y otra vez sobre esa experiencia de manera sistemática, sin concesiones a la autocompasión, con el objetivo de luchar contra el olvido y exigir justicia, porque solo de esa manera es posible pensar en la futura existencia de un régimen considerable como Estado de Derecho.
Cuando era joven José María Galante Serrano, pensaba que era posible la ruptura de raíz con el franquismo y vivió con la ilusión de que esa ruptura podía traer consigo un cambio social, que acompañaría al que debía producirse necesariamente en muchos otros países. Por ello contribuyó desde el primer momento a organizar la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) de la que fue dirigente y echó su suerte con la del movimiento obrero.
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No se produjo tal cosa, pero no aceptó la derrota, ni se refugió en la resignación, ni intentó hacerse "perdonar" sus "delitos", porque quería dejar claro que él, como centenares de miles de personas formaba parte de las víctimas de un régimen criminal. Por eso se implicó a fondo en La Comuna, un colectivo de personas que padecieron cárcel, tortura, exilio, vida en clandestinidad, dedicadas, como dijo él mismo a "trabajar contra la desmemoria".
Un colectivo que planteó lo que se conoce como "querella argentina", que ha de conseguir y en cierta medida consigue, bajo el principio de la justicia universal, depuración de responsabilidades por aquellos crímenes.
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Había que romper el silencio, y a ello ha contribuido con gran eficacia la realización y difusión de un documental, El silencio de otros, que el Chato estaba llevando a todo tipo de salas, desde las de los grandes certámenes a las de cualquier barrio, de cualquier pueblo.
Destacamos aquí algunos aspectos relevantes de su trayectoria política que también abarcó un compromiso activo con la defensa de la vida en Ecologistas en Acción. Y allí dónde hubiera una causa de las gentes de abajo, allí se podía encontrar a Chato, fuera en un piquete en las huelgas generales, fuera en un mitin o una manifestación o impulsando un escrito.
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Y cabe añadir algo difícil de describir pero que formó parte de su personalidad y de su quehacer militante: vivió la amistad intensamente en cada uno de los círculos en los que se movió. El activismo y la amistad se entrelazaban creando espacios fraternales. Y nunca dejó de reunirse periódicamente con sus compañeros de prisión.
La desolación que nos produce su muerte no nos impedirá seguir en todos sus empeños.
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