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Opinión · Otras miradas

La maldita tiroides

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Los datos dicen que afecta al 2% de las mujeres adultas y al 0,2% de los hombres. Es un cuadro clínico que se deriva de un incorrecto funcionamiento de la glándula tiroidea. Tiene forma de mariposa, está justo encima de la tráquea y segrega dos hormonas que regulan todo el metabolismo: tiroxina (T4) y triyodotironina (T3). En cristiano: los cambios físicos y químicos que transforman la comida en energía. Si un cuerpo tiene demasiadas hormonas tiroideas en la sangre, trabaja más rápidamente y estamos entonces hablando de ‘hipertiroidismo’. Si produce pocas, el ritmo del cuerpo es más lento y hablamos de ‘hipotiroidismo’, una enfermedad con incontables síntomas. De verdad, incontables. Quien lo probó lo sabe.

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Los problemas de tiroides son problemas invisibilizados socialmente e invisibilizados, de alguna manera, por el sistema de salud. Lo habitual es que en los centros médicos no sepan cuáles son todos los síntomas, no conozcan las razones, y se limiten a diagnosticarte en base a unas analíticas que ni siquiera todo el personal lee igual. La falta de perspectiva de género en el sistema de salud es una de las consecuencias más graves del patriarcado. Mariola Olcina Alvarado, de FUHEM Ecosocial, decía en Pikara Magazine que “ante un mismo problema de salud, se realiza un menor esfuerzo de diagnóstico y terapéutico si quien padece la enfermedad es mujer. Es necesario introducir no sólo el análisis del sexo, sino también la perspectiva de género, como variables en la investigación y la práctica sanitaria”. Un ejemplo paradigmático es lo que ocurre con las enfermedades cardiovasculares, que son la primera causa de muerte en el Estado español. Más, incluso, que el cáncer o los accidentes de tráfico. Las mujeres son las más afectadas: unas 65.000 fallecen cada algo con alguna enfermedad de estas características. La tasa de mortalidad en el caso de las mujeres es del 31% frente un 26% en el caso de los hombres.

Los infartos se detectan con dificultades en las mujeres, sí, pero no es el único caso. La endometriosis directamente se ignora, pero son más los ejemplos que nos llevan a poder afirmar que la medicina sigue tomando el cuerpo de los hombres como medida para sus estudios, análisis y, sobre todo, para sus prioridades. Ahora, en un momento en el que los cuidados y la salud ocupan noticias y noticias en los medios de comunicación, parece más urgente que nunca reivindicar que la medicina haga su trabajo teniendo en cuenta la diversidad de cuerpos que habitan este planeta. Si hay poca información sobre qué ocurre con las mujeres cis (esas que no somos trans) imaginad cuánto podemos averiguar de qué pasa con la salud de los hombres y las mujeres trans, por ejemplo.

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En el caso de los problemas de tiroides, en las analíticas lo que se observa es es la hormona TSH, que se ocupa de estimular la tiroides. Eso sí, la falta de acuerdo en la lectura de esos resultados provoca que muchas pacientes no lleguen a tiempo a un diagnóstico claro. En algunos estudios se dice que una persona sana tiene un TSH en torno a 1. En la analítica aparece como 1mU/L. Sin embargo, Carmen Valls, una endocrina especializada en este tema, asegura que una persona sana tendría que estar en unos niveles entre el 0,3mU/L y el 2,5mU/L. En algunos casos, sin embargo, no se diagnostica un problema hasta el 4,20mU/L. A partir de ahí, la decisión tiene mucho que ver también con la predisposición de la médico o el médico de cabecera. Algunos apuestan por la medicación y otros prefieren esperar a que los niveles sean algo más altos. La pastilla que te recetan entonces no debe ser agresiva, pero es un tratamiento que te acompañará prácticamente de por vida. Todos los días, media hora antes de desayunar.

Los problemas de tiroides, además, tienen un drama añadido: parece una chorrada. Pues si estás cansada, mujer, descansa. Si has engordado, no comas tanto. Si sientes que llegar al final del día con energía es imposible será que no descansas bien. Insisto: quien lo probó, lo sabe. Una sensación de agotamiento te coge todo el cuerpo cuando tienes problemas de tiroides. No puedes ni moverte. Se te cierran los ojos, sientes que eres incapaz de llegar a casa; un nudo en el estómago y una angustia acuciante. Si tienes un poco de suerte, eres capaz de identificar lo que te está pasando con cierta antelación. Si tienes un poco más de suerte, puedes adaptar tus obligaciones al ritmo de tu cuerpo. Si tienes bastante suerte, en tu centro de salud te han explicado lo que te pasa, por qué te pasa y qué tienes que hacer tú para estar un poco mejor. Si tienes toda la suerte del mundo, tienes tiempo, dinero y posibilidades para parar, respirar, dedicarte tiempo y reconocer que no puedes seguir así.

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