Opinión · Otras miradas
Machista herido, machista advertido
Diputada de Unidas Podemos en el Parlamento balear y Vicepresidenta primera de la cámara.
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El muro feminista de Madrid resignifica las conquistas de derechos humanos que consiguieron las mujeres dibujadas. Su lucha trasciende más allá de la muerte y la paralización de la idea de borrarlas convierte al Feminismo en el muro de contención al integrismo machista.
En este momento de profunda apatía y desgana social generalizada se consideró idóneo borrar a 15 mujeres y a todo lo que simbolizan. Una maniobra política que se ha encontrado de frente con el movimiento más organizado y poderoso desde la revolución obrera: el Feminismo.
Históricamente la derecha aprovecha los momentos de crisis profunda para colocar sus políticas de austeridad y retroceso social. Cuando el PP gestionó la última crisis recortó 80 millones de euros en servicios públicos. La idea fundamentalmente es colonizar toda la estructura del país con políticas liberales en las que quien quiera calefacción que se la pague a un ex ministro.
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La extrema derecha añade la invisibilización o burla a toda manifestación de avance social. Alianzas monstruosas tenemos en Andalucía y Madrid, donde tienen un hospital sin personal, desastres en la gestión de la borrasca, miles de personas sin electricidad en sus barrios pero lo prioritario era meterse en un fregado de calibre porque les da mucha rabia que haya mujeres ocupando el espacio público. Pues a patalear a la ‘patalería’.
En España existen cientos de estatuas de hombres imperantes, figuras ecuestres de dictadores, hombres en posiciones estoicas, esgrimiendo espadas, pensativos...la mayoría con una historia política o bélica detrás. Un muro diciendo que tu género no determina tus capacidades les parece demasiado político o belicoso. No sé, cosas de ofendiditos y su fragilidad ante el Feminismo.
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Según la feminista Bell Hooks “la marginalidad es un espacio de resistencia, desde la que es posible la construcción de una perspectiva radical de la sociedad”. Nuestra marginalidad como mujeres, nos ha llevado a recordar en muros dibujados por todo este país, que también existimos y estamos proponiendo un mundo mejor.
Borrar el muro hubiera sido ningunear esa perspectiva social de visibilización igualitaria cada vez más numerosa. Ante el miedo a compartir privilegios, su estrategia es amputar referentes femeninos a pesar de su borchornosa escasez en el dominio público. Eliminar partidas económicas sociales o borrar murales, qué más da, el objetivo es el mismo: desarticular la potencial expansión del pensamiento crítico en el pueblo llano. Y empujar para echarnos del sistema porque lo que no se ve, no existe.
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Según un estudio de la Universidad de Valencia donde se analizaron 115 manuales escolares, solo el 7.5% de apariciones eran mujeres.
El porcentaje siempre será a favor del hombre porque el predominio social lo tenía él, pero es una vergüenza que no se otorgue la relevancia que merece a todas las aportaciones que hicieron tantísimas mujeres que hoy no aparecen por ningún lado o lo hacen a modo de excepción en la parte baja de un libro de texto. Y, además, que se explique que si no pudimos hacer más es porque estábamos gestionando los cuidados. En otras palabras, haciendo posible el desarrollo de la vida.
La organización popular está en marcha, el movimiento feminista ha ganado este pulso. El Feminismo ha sabido aglutinar a las fuerzas obreras, migrantes, mujeres y hombres que empujan hacia una realidad que trate con cuidado a las personas y al medio ambiente. Los movimientos sociales han demostrado ser un muro contra el fanatismo que quiere destruir nuestra democracia por dentro. Casado está cometiendo una grave irresponsabilidad blanqueando a la extrema derecha.
Para derrotar a Vox hay que conocer a la extrema derecha en su metamorfosis hacia el lenguaje simple y cercano. En su nueva apariencia con corbata y manejando las redes sociales. Detectarlos en su crecimiento brutalecido del fango de la crisis. En su sadismo hacia la división y la polarización del pueblo. En su cruzada por convertir a Almeida en el pelele definitivo. En su idea de que la crisis del neoliberalismo se pasa con más neoliberalismo.
El muro se queda y bajo los escombros están Casado y Abascal, machistas heridos y muy advertidos. En ofensiva casposa han eliminado la Dirección General de Igualdad del ayuntamiento y van a municipalizar los toros para inyectar testosterona. Saldrán juntos de esta y regresarán con nuevas formas para pisotear derechos conquistados. Y entonces, para su rabieta, volverán encontrar al Feminismo como un muro infranqueable que separa su viejo mundo del nuevo.
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