Opinión · Otras miradas
¿Los permisos iguales se usan de forma igualitaria?
PPiiNA
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La política estrella del gobierno en cuestión de igualdad de género del 2021 es la equiparación de los permisos de paternidad y maternidad. Algo claro y sencillo, fácil de comunicar y que, prácticamente no tiene detractores explícitos y abiertos.
Y, sin embargo, en cuanto se rasca, esto se cae por su propio peso. O al menos, falta congruencia en gran medida. El informe de impacto de género de los presupuestos del 2021 no hace una evaluación, y mucho menos un estudio del impacto, de esta medida. No presenta indicadores de la evolución, no ya los datos, y ni si quiera los indicadores que se necesitaría para evaluar cómo se está desarrollando esta medida y si los resultados van en la línea que se espera o desea, es decir, en conseguir que los hombres se impliquen en el cuidado en mucha mayor medida y de forma similar a las mujeres, en reducir la discriminación de las mujeres en el mercado de trabajo y en que la conciliación de vida familiar y laboral sea posible para ambos.
Además, los pocos datos que presenta son incompletos y deficientes. Incompletos en varios sentidos. Por una parte, no se ofrecen ni si quiera los que presenta la Seguridad Social a la ciudadanía. Entiendo que se deba a la vergüenza de exponer tan claramente que para las madres se da la duración media del uso del permiso (112 días, lo que tienen derecho), mientras que esta información no se da para los padres, aunque se trata del mismo permiso, con la misma denominación y procedimientos. Por otra parte, no se molesta en desagregar por sexo el gasto presupuestario en permisos usados por el primer y el segundo progenitor, información que se daba antes de haber comenzado a implantarse esta reforma en 2019. Curioso e inoportuno, cuando hay una obligación de desagregar las estadísticas por sexo, y especialmente cuando se trata de una política que el mismo gobierno e informe califica que tiene una “pertinencia alta de género”. Y si no es por sexo, que menos que por “primer y segundo progenitor”, como presentan el resto de datos.
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Y alguien puede pensar que eso es un detalle sin importancia, un despiste, que quizá ese informe de impacto es mucho más amplio como para llegar a ese nivel de detalle. Pues si una de las medidas clave de igualdad se analiza así en el informe de impacto de género, imagínense las demás. ¿Qué tipo de compromiso tiene el gobierno con una medida que ni mide ni evalúa ni estudia su impacto? ¿Está la medida favoreciendo los objetivos por los que se incorporaba en el RDL de medidas urgentes para garantía de la igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres en el empleo y la ocupación?
Todas las políticas deberían evaluarse, pero mucho más las que se presentan como revolucionarias, importantes y urgentes. No nos olvidemos que la urgencia y la necesidad son las claves para haber legislado la reforma de los permisos por real decreto ley, es decir, sin discusión en el parlamento. Así las trampas se cuelan sin discusión y a espaldas de la ciudadanía, por presiones y falta de compromiso. En esta ocasión son dos las más graves, tal y como denuncia la Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción (PPIINA): quitar el derecho a los trabajadores a tomarse el permiso a tiempo completo en las fechas que comuniquen a la empresa, justo cuando los hombres se podían haber empezado a incorporar al cuidado de forma igualitaria, y obligar a usar las seis semanas que se les garantizan a tiempo completo a la vez que las madres justo cuando nazca su bebé.
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Además, la redacción engorrosa, las probables presiones de la empresa, la falta de derecho a usar el permiso de forma fraccionada y según las necesidades familiares, el desconocimiento del derecho y posibles miedos al cuidado en solitario, son incentivos, difusos, pero muy potentes, para inhibir que los hombres se ausenten del empleo en dos momentos y por tanto puedan cuidar solos de sus bebés. Usar el permiso después del parto con la madre y más tarde solo, después de la reincorporación de las madres al empleo, facilitaría la igualdad de trato en el mercado laboral y favorecería la lactancia materna en el caso de que esta continuara una vez que las madres se incorporaran. A pesar de no ofrecer información oportuna y desagregada por sexo en la seguridad social o en el informe de impacto de género, esa información existe. Se puede estimar el uso del permiso por parte del padre basándonos en los datos hasta 2018, cuando se ofrecía más información desagregada por sexo, aunque los padres solo tenían 2, 4 o 5 semanas según el año de referencia. Para ello, se asume que el presupuesto usado en el permiso de maternidad se mantiene en la tendencia actual, ya que se mantienen las 16 semanas que tenían las mujeres hasta la fecha.
Tampoco nos indican en los datos que presentan si los padres están usando el permiso de una vez, y por tanto de forma simultánea con las madres, o si realmente se están incorporando los hombres al cuidado en solitario mientras las madres vuelven al mercado de trabajo. Este objetivo, que parecía clave en la modificación de los permisos, no parece tan probable dadas las trampas mencionadas. Según la PPIINA, estas son suficientes para que una mayoría de hombres no puedan ejercer sus responsabilidades y derecho de cuidar de forma igualitaria. Y por tanto, no se consiga la corresponsabilidad. ¿Está la PPIINA equivocada? ¿Son detalles o es vital los puntos que marcan para una transformación social?
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Si el gobierno está por dicho cambio hacia la corresponsabilidad debería ofrecer y analizar los datos, y bien desmontar las críticas que no sean ciertas o arreglarlas con una legislación que no limite los derechos de hombres y mujeres a tomarse un permiso de cuidado en las fechas y forma que necesita un bebé, que en general cuando es pequeño, será a tiempo completo y por el periodo más amplio que se pueda durante ese primer año clave de vida.
¿Está la reforma de los permisos siendo tratada con el suficiente interés, aunque se reconozca su fuerte impacto de género? ¿Se quiere mejorar si no funciona de la forma adecuada? La falta de evaluación y de exposición de los datos públicamente nos indican que no, más allá de las grandes palabras que se utilicen sobre la corresponsabilidad. Si me equivoco, señoras y señores del gobierno, por favor, enséñenme los datos. Mientras tanto, como evaluadora profesional, denuncio la falta de un compromiso verdadero con la corresponsabilidad, ya que no observo ni datos ni acciones concretas para resolver los problemas expuestos. Por una vez, estaría encantada de equivocarme.
[1] Castellanos Serrano, C. (2019) 'Una reforma del sistema de permisos parentales liderada por mujeres', en Calderón Patier, C. y Mateos de Cabo, R. (coord.) 'Barreras e impulsores del desarrollo profesional de las mujeres Tiempo de soluciones'. Tirant lo Blanch: Valencia
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