Opinión · Otras miradas
No se ganará Madrid solo con las tripas
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El viernes Pablo Iglesias concedió su primera entrevista como precandidato en el programa de Jesús Cintora en TVE, Las cosas claras. Estuvo elocuente, osado y ocurrente pero también dijo tajantemente que Ciudadanos está muerto y no conseguirá el 5% de los votos que necesita para poder entrar en la Asamblea y creo que se equivoca.
En las elecciones a la comunidad de Madrid, dar espacio a los moderados no es un asunto de mezquindad política o de falta de ambición, coraje y valentía. No es claudicar el espíritu revolucionario: se trata de ser listos. Más claro y conciso: para que la izquierda gobierne en Madrid necesita que Ciudadanos no desaparezca del parlamento autonómico.
Me cayó la ficha viendo los números de las elecciones madrileñas en la comunidad de los últimos 20 años. Madrid hace mucho que dejó de ser la de Tierno y Barranco. La Comunidad de Madrid es más de derechas. Mucho. Cuando todos los de derechas van a votar los de izquierdas estamos perdidos. En Madrid, en dos décadas, la izquierda solo ha ganado en 2003 y el Tamayazo engulló la victoria; en 2004, en las generales que hicieron a Zapatero presidente después de que nos volaran unos trenes por meternos en una guerra injusta; y en las autonómicas de 2015, cuando la izquierda no gobernó por los pelos de Luis García Montero, que se presentó por Izquierda Unida sin Podemos y se quedó por debajo del 5% mínimo por muy poco y no entró en la Asamblea.
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Dicen los analistas, que en Madrid gana la izquierda cuando no toda la derecha va a votar. Es decir que el quid de la cuestión es cómo y no cuánto de derechas es Madrid esta vez y si podemos convencerla de que, aunque lo sea, lo sea menos. En esta convocatoria electoral tan teledirigida, tan con toda la carne en el asador, apuesto a que la participación, a pesar de que se vota en día laborable y que seguimos en la comunidad con la mayor incidencia de covid de España, será muy alta.
Los de Ayuso no van a dudarlo ni un segundo. A la hoy presidenta no le va a quitar votos Monasterio, porque habla su idioma y ha estado todo el tiempo hablando para ese lado, cuidándose por ese flanco. Además, los votantes de Doña Isabel tienen otro acicate que les empujará a las urnas: algunos, no sabemos cuántos, irán a votar más en contra de Pablo Iglesias que a favor de su lideresa. El odio y el miedo son motores muy poderosos.
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Para seguir hablando del miedo basta pensar en Ayuso flanqueada por Monasterio, como las niñas del exorcista, como son ya presentadas en muchos memes en las redes sociales. Esa foto también llevará votantes a los colegios electorales y tampoco sabemos cuántos votos serán ni qué sentimiento los habrá empujado. Los memes dicen tanto:
En la izquierda se ha abierto un abanico interesante para que todos votemos. Hay candidatos rojos de todos los colores: uno filósofo rojo rosa, otra médica rojo marea blanca, y, ahora recién llegado, un politólogo exvicepresidente rojo amoratado, el más revolucionario. Sin embargo, con los números de los últimos veinte años, no será suficiente con que todos los rojos votemos al tono que nos dé la gana.
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Esta vez necesitamos también convencer a los conservadores moderados de que no voten a una opción que no los representa, que no ratifiquen a alguien que no solo es promesa de derecha extrema, sino también la responsable de la gestión irresponsable, por decirlo suave, de una pandemia. Madrid y sus conservadores no pueden olvidar lo que nos ha pasado este año, lo que su Gobierno hizo en las residencias, la situación que vivieron y siguen viviendo nuestros sanitarios y las condiciones laborales de quienes dependen nuestras vidas, por ejemplo.
Ayuso necesita 25 de los 26 escaños que hoy tiene Ciudadanos, para ella o para Monasterio, para poder gobernar con su melliza de pelo largo. Si Ciudadanos no convence con argumentos a un grueso de esos votantes de que tiene que haber maneras mejores de ser conservador, si no empujamos a que analicen los hechos, los números (matemáticos y mediáticos) de esta mujer que juega solo a hablar a las tripas y a la cartera, habremos perdido antes de empezar la carrera.
Esta vez, pretender ganar esta campaña tan importante requiere hablar tanto a los nuestros como a los otros. Es más difícil, lo sé. Y no es por falta de ganas o de momento emocionalmente propicio para plantearlo en términos absolutos y emocionales, en disyuntivas del tipo o nosotros o el fascismo. Es que resulta que esta vez, además de llegar a las tripas de los nuestros, necesitamos llegar a las cabezas de los otros. Lo que digo es que con los eslóganes no se convence de nada a ningún contrario y esta vez –y ojalá así fuera siempre– necesitamos más que eslóganes argumentos.
Madrid no se puede ganar tirando solo de tripas, necesitamos utilizar la cabeza.
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